10 noviembre 2025

Mi amiga la lavadora.

 




Se me acaba de estropear la lavadora… No sé si alegrarme o entristecerme, no sé si es un momento bueno para encontrar otro electrodoméstico similar que no sea tan bellaco como el que tenía o, por el contrario, se repetirá la misma película. Cosa que es muy probable porque todas son de la misma familia y esto, no hay lugar a dudas, se hereda.


Pues sí, pensaréis, ¿por qué tienes tan mala opinión de la lavadora si es el mejor invento de la historia? Todavía me cuenta mi madre, a veces, cuando iban a lavar al arroyo del pueblo cargadas de ropa, una pastilla de jabón y acababan con callos en las manos del agua fría y de restregar la ropa. Y sí, es verdad, la lavadora nos hizo ahorrar tiempo, esfuerzo y nos enseñó a comprar más ropa, porque como ya la lava la lavadora, podemos tener más hatos (o outfit, como se dice ahora), no como antes que había un traje para la semana y otro para los domingos (los sábados no contaban). No sabemos lo que tenemos.


Visto así debería tenerla un cariño especial, pero es que es una malvada, irresponsable y chula. Así, con todas sus letras y, es más, añadiría que con premeditación y alevosía.

Primero, ¡me encoge la ropa! Ese vestido que me gusta tanto y que solo lleva una puesta, después de pasar por ella, ¡encogido! Por lo menos una talla. Y no, no soy yo que he engordado, no puedo engordar tanto en una semana. Además, con los disgustos que me da, lo raro es que no esté ya como una sílfide. Eso en mi ropa porque la de mi marido…, ¡la ensancha! El jersey que le regalé para su cumpleaños no se lo pone porque dice que caben dos en él, yo juraría que le estaba bien cuando se lo compré. Estoy más que segura que ha sido la lavadora que lo único que pretende es que la dejemos tranquila y no le demos trabajo. Como si lo viera, solo le falta poner un cartel de “cerrado por descanso del personal”; porque el de “lávalo tú si quieres” ese ya me lo ha puesto con las indirectas que me lanza con la ropa… No se puede ser más malvada y cruel.


Otra cosa en la que es experta es en los botones, tú la pones en lavado corto, media temperatura, que no centrifugue y cuando vas a ver si ha terminado ya que estaba en el programa corto, ha puesto media hora más, la temperatura al máximo y las revoluciones más altas que todos los coches de fórmula uno juntos. Te echas las manos a la cabeza, le gritas (es inevitable perder las formas) e intentas cancelar el lavado y…, ¡no se puede! Y la tía, encima, se regodea y te hace una señal con sus luces como diciendo “no querías que lavase, pues toma dos tazas, ¡ah!, y me quedan diez minutos”. Conclusión: la ropa sale más arrugada que toda la plantación de pasas y te ves a la plancha que empieza a hacer las maletas para huir de la casa por acoso laboral y es que ya se imagina la que le espera. No deben ser de la familia porque así no se trata al personal, hombre.


No hablemos tampoco de los detergentes, no le gusta ninguno a la señora. Si lo echo en el cajón de los detergentes no se lo lleva; si lo echo en el tambor no disuelve la pastilla y si lo echo en líquido no sé si se lo bebe ella o lo tira cuando me doy la vuelta, porque la ropa sale como si la hubiera lavado en el Amazonas y con un olor a tigre que echa para atrás. Si es de marca porque te dice que ella no es pija; si no tiene marca porque a saber qué me habré pensado yo que es… ¡No la entiendo! Ya he llamado a la universidad a ver cuándo empieza el curso de lavadoras porque me veo repitiendo...


¿Y de los robos? ¿Qué me decís de los robos? Porque estoy segura, y no es cosa mía, de que a vosotros también os desaparecen los calcetines. Par de calcetín que entra, par de calcetín que sale divorciado. He llegado a pensar que son ellos que han discutido y cada uno ha cogido una dirección, pero…, ¡todos los pares! Si es así voy a tener que contratar un servicio de psicólogos de calcetines porque esto ya no es normal. El caso es que aquí no he claudicado, he dicho, o ella o yo, y le sigo metiendo los calcetines, si no los quiere porque dice que huelen mal, que se aguante, yo no me quejo de sus incansables ruidos y me tengo que aguantar. Me da igual, además ahora se lleva un calcetín de cada color, así que voy hasta a la moda, ¡ja!, se va a pensar esta que puede conmigo. Y encima la tía disimula y todo, el otro día vomitó un calcetín, se quedó en el tapón del filtro. ¡Qué teatrera es! Nos dimos cuenta porque perdió mi marido las llaves y pensamos que se habían quedado en un bolsillo y por eso abrimos el filtro, si lo llego a saber ni lo desmonto y que se hubiera quedado con la indigestión, así la próxima vez se lo piensa antes de robar lo que no es suyo. También nos encontramos algunas monedas, lo que corroboró su fama de cleptómana, si está visto, no se libra de nada la muy canalla.


¡Ah! ¿Y de ruidos? ¿Cómo andáis vosotros? El día que a todo el bloque le da por hacer la colada, tenemos a los vecinos de enfrente asomados a la ventana oyendo el concierto. Está la del segundo que arranca como los antiguos seiscientos y la del cuarto, haciendo honor a su piso, dentro de poco estará en la luna. La mía según le dé, pero próximamente la presento a un casting de fórmula uno, creo que encaja a la perfección.


Por último y ahora que nadie nos oye, lo del mito erótico ese de hacerlo encima cuando está centrifugando, ¿me entendéis, verdad? ¿Qué tal lo lleváis? Porque yo la miro centrifugando y…, la verdad es que no me seduce mucho…, si pruebo acabamos los dos en el hospital con rotura de pelbis. Además de que el ruido ese no “pone” nada la verdad.


En el fondo, la voy a echar de menos, ¿ahora con quién voy a discutir?, tendré que enfadarme con el robot aspirador. Aunque creo que la que compre será de la misma calaña, seguro, porque tienen tela las lavadoras…



Mercedes Soriano Trapero
Foto: pixabay
Dedicado a Flossy




2 comentarios:

  1. Hola Merche, He venido corriendo aquí a devorar ese monologo sobre tus desventuras con la lavadora ¡Sabía que iba a ser oro puro!
    Acabo de leerlo y me he reído muchísimo. Tienes una visión brillante de las manías de ese electrodoméstico. Yo de verdad que ya me estaba planteando que lo de los ciclos de lavado que mágicamente "se cambian solos" cuando no miras era yo, que me estaba volviendo loca. Y ahora resulta que es mi lavadora que me está haciendo un "luz de gas" de manual porque la hago trabajar.
    Lo que sí me queda clarísimo es que tu "amiga" la lavadora y la red de duendes roba-calcetines son socias estratégicas. ¡Apuesto a que ella es la jefa! Ahora el misterio es aún más profundo. De hecho, no me sorprendería que al final resulta que realmente no se ha estropeado, si no que simplemente no le apetece trabajar más y deja paso a la siguiente generación de lavadoras (que no sé yo lo que es peor, eh. Lo mismo la nueva lavadora utiliza técnicas aún más refinadas).
    Un fuerte abrazo, y ¡a seguir creando! 🤗

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    1. Hola, Flossy, ya te digo, la nueva generación peor que la anterior, dominadas por la inteligencia artificial, ese ente superior que todo lo sabe, pues ya verás, para que laven vamos a tener que pedir audiencia al rey.
      Sí, posiblemente ella es la jefa de esa red de delincuentes, la mandamás, no hay duda. Habrá que buscar algún chivato que nos diga algo...
      Gracias por la motivación, tenía pendiente este monólogo desde hace muuuucho, de hecho lo anuncié en otro monólogo, pero se quedó en espera.
      Un abrazo. 🤗

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