09 febrero 2022

Fin.

 


Fin

Aceleró el coche y salió del aparcamiento derrapando, sin darse cuenta de que, a escasos metros, ella, con su pequeño coche, accedía al mismo aparcamiento. Ninguno de los dos se dio cuenta de la presencia del otro en el mismo lugar; si lo hubieran hecho, la vida, ahora, sería diferente para ambos. Por la mañana se habían dicho palabras que ninguno sentía, pero el orgullo había obrado en su contra y, sin pensarlo demasiado, habían roto su relación de diez años, dejando una casa en común y miles de recuerdos.

De nada habían servido las promesas de amor eterno del pasado, ni las locuras por conquistar y mantener la llama encendida de su idilio; ni siquiera las fotos que reflejaban su felicidad y que vestían las habitaciones de lo que había sido su nido de amor, ni los amigos comunes que, tras la discusión, habían conocido, de primera mano, su ruptura. Las palabras dichas serían la losa que los perseguiría para siempre.

El destino, sin embargo, les había dado una última oportunidad en ese aparcamiento del supermercado. Él salía de comprar provisiones para el viaje, se marchaba de la ciudad para no volver; ella acudía para llenar el frigorífico de su antiguo apartamento, al que volvía indignada por el comportamiento del que, hasta esa mañana, había sido su vida.

Si, por un segundo, por una milésima de segundo, se hubieran visto, a su cabeza hubiera subido todo lo que el corazón no podía olvidar por muchas malas palabras que se hubieran dicho. El orgullo, entonces, hubiera sido relegado a un segundo plano y el amor triunfaría.

Pero el destino caprichoso aliado con la ira y el orgullo habían jugado en su contra e, irremediablemente, ese aparcamiento sería el último lugar en el que sus vidas se cruzaran. Ya no volverían a verse, ya no volverían a amarse y ahora solo les quedaba un largo y duro tiempo de olvido.

Mercedes Soriano Trapero


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