Me preguntó si una cita le dedicaba.
"Claro", contesté yo rápida.
Y él, extrañado, me miraba.
Y yo, nerviosa, lo miraba.
"¿Por qué no decía nada?", pensaba.
Él no se esperaba
que yo tan claro le contestara.
Y, aunque era de palabra sobrada,
mudo lo dejé,
mientras yo mis sesos devanaba.
Pero mi cara le hablaba
sin que yo me pronunciara
y, por fin, al silencio negaba
con un "te recojo a las seis" presto.
Yo, nerviosa, lo miraba.
Él, ansioso, me miraba.
Qué inicios tan soliviantados:
los dos con mil pensamientos en la cabeza;
mudos de palabras, pero no de corazón.
Un tímido "vale" contesté yo.
Y una sonrisa pronunció él.
Por fin amor hablaba
y su lenguaje entablaba,
nuestros caminos juntaba
nuestros corazones encauzaba.
Después de aquello,
de risas nos servía,
cuando de nosotros hablábamos.
Qué ridículos nos sentíamos,
queriendo impresionar al otro,
queriendo querer desde el principio,
aunque torpes nos encontráramos,
pero amor lo hizo una vez más:
juntando almas,
juntando corazones,
haciendo hablar al mudo,
haciendo oír al sordo.
Y hoy nuestra familia lo aclama
entre risas y versos,
prosas y refranes,
Aireando el lenguaje,
el amor y el cariño.
Mercedes Soriano Trapero
Foto: pixabay
Precioso poema dialogado. El encanto de los nervios ante una cita y la evolución de la misma hacia el amor y cariño tras el paso del tiempo y el recuerdo. Me ha encantado. Un abrazo, Merche
ResponderEliminarMuchas gracias, Mayte. Un abrazo. :)
Eliminar¡Qué lindo poema Merche! Una manera linda linda de darle significado (el que merece) a un momento que pudiera parecer a simple vista, común. Y es extraordinario, por supuesto.
ResponderEliminarUn abrazo Merche! 🌹
Muchas gracias, Maty. Abrazos. :)
EliminarHermosísimo diálogo vuelto poesía y ese final que lo eleva aún más, abrazo grande
ResponderEliminarMuchas gracias. Un abrazo. :)
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