Microrrelato para el Tintero de Oro
Se quitó el sombrero y la gabardina y se sentó a esperar en esa sala de espera, desangelada, triste y llena de enfermos. Nunca un nombre fue mejor utilizado para aquella instalación.
No tuvo más remedio que contemplar el escenario que se le presentaba, a su derecha un niño con grandes ojeras se apoyaba en el hombro de su madre. Tenía fiebre, era evidente, de lo contrario estaría incordiando.
A su izquierda, un señor de edad avanzada no dejaba de toser y, próximo a él, una mujer embarazada lo miraba con asco. Por la tarde, con toda probabilidad, ella también tosería.
Delante, un hombre manejaba uno de esos bichos del futuro, un móvil lo llamaban, en apariencia no presentaba ningún cuadro atípico, quizá solo era algo de huesos, esos males que solo se notan cuando te mueves.
Dentro de la consulta, el paciente tardaba más de la cuenta y la sala no podría albergar ninguna persona más, no quedaban sitios libres.
De repente, la puerta se abrió y entró un nuevo enfermo, tenía una herida en una mano, nada grave. Con lentitud se sentó encima del sombrero y de la gabardina que reposaban sobre las rodillas del hombre, el cual ni se inmutó.
El hombre del sombrero y la gabardina acudió a esa misma consulta muchos años atrás, le dolía el brazo izquierdo. Se quitó el sombrero y la gabardina, pero no pudo entrar a consulta: un ataque al corazón. Cada día moría de nuevo en aquella sala de espera mientras esperaba su turno.
Qué manera de jugar con el tiempo sin que se note, Merche. Uno entra al micro esperando solo una sala de espera (triste, real, incómoda) y se encuentra con otra cosa mucho más honda: un hombre atrapado en su último instante, condenado a repetirse en esa rutina sin final.
ResponderEliminarEl remate funciona de maravilla, porque no solo da sentido a lo anterior, sino que lo transforma. Lo cotidiano se vuelve trágico, lo visible deja de importar: la espera ya no es de minutos, es eterna… y nadie parece notarlo.
Me ha gustado mucho también cómo te detienes en los personajes que rodean la escena: son breves, pero todos tienen su huella. Eso da verdad al relato, lo ancla en lo humano antes de dar el salto a lo espectral.
Un micro lleno de detalles y con una presencia que se queda. Como esa gabardina que ya no abriga, pero sigue esperando.
¡Me ha encantado, compañera!
Muchas gracias, Miguel, sí, he jugado con los detalles, lo que he podido por el tamaño del micro... Al principio, el hombre tenía también pañuelo al cuello, para reflejar más el pasado, pero tuve que quitárselo, se me iba de palabras, jeje.
EliminarUn abrazo. :)
Wow, Merche, ya me pensaba que esto era un relato sobre las salas de espera pero es que vas mucho más allá. Has creado un ecosistema de la espera, el tedio como ambiente y ese hombre como marcador de un tiempo que se repite una y otra y otra vez. Llevas la esencia de Momo aún en la sangre y eso supura por tus venas. Muy buen enlace de retos con este quen sorprende con ese remate que le otorga una dimensión magica, dentro del tedio, claro.
ResponderEliminarUn abrazo y muchas gracias por participar
Hola, Pepe, muchas gracias. Es que Ende me ha dado muchas alas, jeje.
EliminarUn abrazo. :)
Nada mas deprimente que la sala de espera de un medico...
ResponderEliminar¿por que tenemos que esperar? recuerdo que en el pasado era el boticario el que iba de casa en casa curando y tratando a la gente....
desde cuando los medicos se volvieron importantes?
(y es peor la practica del dentista, porque oyes en la sala de espera los sonidos de taladros y quejidos de las victimas en turno)
Ya te digo, Jose.
EliminarGracias.
Un abrazo. :)
Impresionante Merche. Me ha encantado cómo has jugado con el tema y has creado un relato sorprendente. (No hay nada peor que esperar en una sala de espera de hospital, excepto que seas un espíritu que no puede escapar de eso). Te felicito, muy buena propuesta para el Tintero.
ResponderEliminarLo peor que te puede pasar, que encima de lo aburrido que es, te tengas que quedar ahí para toda la eternidad...
EliminarGracias, Ana.
Un abrazo. :)
Más de uno habrá pensado, uno menos para esperar.
ResponderEliminarBien planteado el relato.
Besos.
Gracias, Demi.
EliminarUn abrazo. :)
Has empezado tu historia con la sencillez descriptiva de una rutinaria sala de espera de lo más deprimente. Y nos transportas de repente al mundo de los espíritus atrapados en esta dimennsión condenados a esperar por toda la eternidad.
ResponderEliminar¡Barbaro!
Un abrazo.
Así es la vida, Francisco, en un segundo puedes pasar de lo simple a lo complejo, del aburrimiento a la eternidad... Tal cual.
EliminarGracias por pasar.
Un abrazo. 🤗
Hola, Merche. Buenísimo no, lo siguiente. He tenido que leerlo dos veces porque, al llegar al final, me quedé completamente descolocada. Y luego, una tercera, solo para regresar a ese momento en el que se despoja del sombrero y la gabardina, y se sienta a esperar. Qué destino más cruel, ser un fantasma y, además, condenado a repetir ese momento de su existencia por toda la eternidad.
ResponderEliminarMuy bueno. Me ha encantado.
Un abrazo!!
Hola, Beatriz, él todavía está esperando que lo atiendan...
EliminarGracias.
Un abrazo. 🤗
Tu microrrelato, Merche, no puede ser más intenso.
ResponderEliminarExcelentes descripciones de los enfermos que esperan su turno, breves y certeras.
Pobre fantasma, qué eternidad tan tétrica le ha tocado!
Me has dejado con la boca abierta, increíble tu inventiva.
Besitos.
Muchísimas gracias, Carmen.
EliminarUn abrazo. 🤗
¡Las salas de espera deprimen hasta morir! Aplausos por mostrarlo tan bien. Gran abrazo de Juana (lo de anónimo es culpa de Google)
ResponderEliminarMuchas gracias, Juana.
EliminarUn abrazo. 🤗
Hola, Merche, un micro que parece cotidiano, muy exasperante ese cuadro en la sala de espera desangelada, pero tan real como en la vida misma.
ResponderEliminarEl narrador nos va describiendo todo el panorama y para nuestra sorpresa, el hombre del sombrero y la gabardina era un alma en pena, con razón el último paciente que llega se sienta en sus piernas y el nombre no se inmutó, claro, eso me chocó mucho, pero enseguida nos sacas de dudas.
La espera infinita le llamaría, y me ha recordado la vieja película de Beetlejuice, donde hay tantos muertos en la sala de espera, ja, ja.
Muy creativo y bien contado el micro Merche, gracias por sorprendernos así y además dejar ver que esa posibilidad bien puede darse, quien sabe lo a menudo que sucede. Un abrazo.
Hola, Harolina, la verdad es que sí pasa eso en la vida real. Una pena.
EliminarGracias por pasar.
Un abrazo. 🤗
Dejar el sombrero boca arriba, tapándose o no con la gabardina, trae mala suerte. Creo, por la intensidad, que la superstición tiene el origen en este acontecimiento. Ataque sl corazón y aguantar a la peña durante toda la eternidad.
ResponderEliminarMagnífico giro y con indicios previo, como tiene que ser.
Abtazooo
Muchas gracias, Gabi.
EliminarUn abrazo. 🤗
Creo que hasta he podido oler la enfermedad y la muerte que desprende la sala...
ResponderEliminarUfff, ya te digo, Cabrónidas.
EliminarUn abrazo. 🤗
Estupendo micro Merche. Un relato que narra con todo lujo de detalles una sala de espera y un buen giro cuando aparece la persona atrapada en el tiempo. Enhorabuena! Un abrazo!
ResponderEliminarlady_p
Muchas gracias, Lady.
EliminarUn abrazo. :)
Hola Merche, un micro redondo. No me imaginaba que se trataba de un espíritu que vive día tras día la misma situación. Me ha encantado.
ResponderEliminarUn abrazo !
Muchas gracias, Dakota.
EliminarUn abrazo. 🤗
Hola Merche, un gran micro que te va llevando en esa monotonía enferma de la sala de espera de un médico, donde parece que nada sucediera, que vuelco le das a la historia inesperado y aparece esa alma que día tras día vive lo mismo desde ese otro punto en donde se encuentra. Abrazo bien grande, muy bueno Themis
ResponderEliminarMuchas gracias, Themis.
EliminarUn abrazo. 🤗
Que maravilla Merche,
ResponderEliminarUn hombre condenado a esperar eternamente en una sala de espera.
Claro, hay presencias que no se marchan, que están atascadas en el tiempo.
Pero y si el tiempo es el que está esperando que nos demos cuenta de que ya estamos sentados a su lado?.
Bueno, tu no te preocupes. Tu ya lo sabes..
Yo siempre te leo...
Muchas gracias, Finil. Te has puesto demasiado filosófica en tu comentario, a estas horas de la mañana no puedo pensar, jeje.
EliminarUn abrazo. :)
Hola Merche!
ResponderEliminarMe ha encantado tu relato, pese a la crudeza de la situación, has creado un final muy poético y crítico al mismo tiempo. Ese hombre dejado a su suerte y su espíritu que vuelve una y otra vez a aquel lugar donde todo acabó para él. Un abrazote!
Hola, Marifelita, muchas gracias.
EliminarUn abrazo. :)
Me has tenido a la expectativa durante todo el relato, esperando a que algo especial sucediera, y desde luego que ha sucedido y el final es sorprendente.
ResponderEliminarA mí, las salas de espera de un ambulatorio o de un hospital me incomodan mucho, por el tiempo de espera y por la presencia de algunos enfermos que me dan grima, je, je.
Un saludo.
No me extraña que te den grima, también por lo que hay y que no vemos...
EliminarGracias por pasar, Josep.
Un abrazo. :)
Ay, Merche. Un final que encoge el alma. Has llevado la narración con mucha sutileza desde una escena de lo más costumbrista hacia lo sobrenatural e inexplicable. También con un punto de denuncia frente a esas esperas interminables de las consultas médicas. Me ha gustado muchísimo.
ResponderEliminarMil gracias, Marta.
EliminarUn abrazo. :)
Es probable que haya más casos así, Merche. Sobre lo que hay después de la muerte se han escrito multitud de hipótesis. En alguna ocasión he leído que el espíritu o lo que sea que queda del difunto vuelve una y otra vez al lugar donde se despidió de este mundo, por un motivo u otro. Tu micro me deja con dudas abiertas.
ResponderEliminarUn abrazo. :)
Claro que hay más casos, por suerte no los vemos...
EliminarGracias, Marcos.
Un abrazo. :)
Que triste historia, para alguien que no logra descansar en paz, y sigue esperando ser atendido (cuantos casos no se harán realidad, aunque esto sea un relato). Abrazos desde Venezuela
ResponderEliminarSí, sí que es triste, Raquel, una pena.
EliminarGracias por pasar.
Un abrazo. :)
Genial, Merche.
ResponderEliminarPrimero creas el ambiente con lo más visto y rutinario en una sala de espera. Al final, en el último párrafo, ocurre lo extraordinario con toda naturalidad, sin remisión. Un magnífico giro de guion.
Un fuerte abrazo :-)
Muchas gracias, Miguel.
EliminarUn abrazo. 🤗
Madre mía, no me lo esperaba y casi me caigo del sillón. 😂 Inteligente esa forma de abordar la situación. un placer leer este tipo de relatos se te expande la mente.
ResponderEliminarUn abrazo.
P.D.: Vaaaaaamos a votar
Muchas gracias, Javier.
EliminarUn abrazo. :)
Hola Merche, realazo me ha gustado mucho el ambiente, como lo relatas. Y la mezcla de los diferentes mundos donde nada cambia. Abrazotes.
ResponderEliminarMuchas gracias, Ainhoa.
EliminarUn abrazo. :)
Hola Merche, excelente micro. No llegó a ser atendido y su espíritu sigue anclado en ese resort del tiempo como un bucle inacabable. Me gustó mucho. Un abrazo
ResponderEliminarHola, Nuria. Muchas gracias.
EliminarUn abrazo. :)
La triste realidad de las salas de espera. Hace poco tuve que estar con mi mujer varias horas en urgencias. Un abrazo
ResponderEliminarEspero que no pasará nada, Federico.
EliminarGracias.
Un abrazo. 🤗
Las salas de espera como su mismo nombre indica son para " esperar " y es en esa espera donde puede pasar de todo como sucedió en el caso que nos muestras en tu micro relato.
ResponderEliminarUn abrazo Merche
Puri
Muchas gracias, Puri.
EliminarUn abrazo. 🤗
Hola Merche
ResponderEliminarMe has pillado totalmente desprevenida. Estaba en una sala de un ambulatorio normal hasta el final en el que he caído en la cuenta de que la "espera" iba a ser un poco más larga de lo que imaginaba. Un bucle eterno en el que su vecino del sombrero y la gabardina vuelve a morir todos los días. ¡Brillante! Un abrazo
Marlen
Hola, Marlen, sí, una espera demasiado larga.
EliminarGracias por pasar.
Un abrazo. :)
Todos nos morimos un poco cuando estamos en una sala de espera. Y lo que es peor: cuando no estamos. Es la vida.
ResponderEliminarMuy buen micro.
Un abrazo.
Por desgracia, así es.
EliminarGracias, Macondo.
Un abrazo. :)
Hola, Merche.
ResponderEliminarYo me voy por una interpretación más fantasiosa. Siento que el narrador está atrapado en un bucle temporal o en los llamados Déjà vu, condenado a repetir su muerte una y otra vez.
Me encantó.
Saludos.
Muchas gracias, Cynthia, buena interpretación.
EliminarUn abrazo. :)