Los vloguers.

 

Relato para el blog iadictodigital.com

Y, de repente, se fue la luz. El mundo se oscureció. Luna miraba su escrito sin saber si podía enviarlo, si podría enseñárselo a sus conspiradores: los vloguers, y urdir su plan.

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Todo comenzó hacía tres meses, la red se había llenado de troyanos. No quedaban lugares seguros en el ciberespacio. Los internautas se aferraban a los pocos bytes de memoria que quedaban libres en sus ordenadores. Si no se solucionaba, si no se actuaba rápido, pronto, demasiado pronto, todos se convertirían en un troyano.

Luna deambulaba por la blogosfera buscando lo que ya creía perdido. Divagaba, recorría las páginas, escroleaba…, y, casi sin darse cuenta, apareció ante sus ojos un texto, un poema, que decía así.

No mires a tu lado,

pues no estoy.

Tampoco detrás,

pues nunca te daré la espalda.

Sí, aquí me tienes,

y, si quieres,

al mundo venceremos.

Luna pensó que no era un poema para deslumbrar, más bien parecía un acertijo, pero también era muy simple. Y de tan simple que era no se podía creer que fuera un mensaje directo a ella.

―¡Claro!, ―se dijo― los troyanos no pueden leer en verso, aunque no rime, no interpretan frases tan cortas ni con cierto sentido estético.

No tardó ni un segundo en mandar un mensaje al dueño de ese poema.

―Compañero bloguero,

de letras y versos armado,

¿acaso me buscabas?

¿Contra los troy luchas?

El mensaje era de la resistencia bloguera, de Tarkion en concreto, ese era su nombre en clave. Su respuesta no se hizo esperar.

―Dichosos mis ojos,

¡qué ventura la mía!

Captar mi mensaje

ha sido una suerte.

Y saber cómo luchar

y vencer a los troy, otra.

¡A nosotros los blogs!

¡Venceremos!

Tras Tarkion los mensajes de otros miembros de la resistencia, de los conspiradores, aparecieron.

―¡Qué suerte encontrarnos!

Yo también andaba perdida,

vagaba por mi mundo de actitud

sin mucha aptitud.

Ella era Finil, la compañera de las curiosidades científicas.

―¡Saludos, compañeros!

Un placer teneros

en este mundo resistente,

yo creaba blogs y blogs,

pero de nada me servía,

hasta que los vloguers aparecieron.

Beatriz y sus blogs, nos ganaba en número, se resistía a perder ante los troyanos y por eso creó otros diferentes que pudieran vencerlos. No era así. Los troyanos arremetían con todo.

―Si es necesario remo hasta allí,

dejo mi patria,

mi región,

y mi lugar,

para cruzar el charco

y avanzar hasta vosotros.

¡Venceremos!

También desde el otro lado del charco apoyaban la causa, Maty, Ric, Themis, Ana, por allí andaban buscando nuevos adeptos a nuestra causa.

Poco a poco, el grupo creció: Dakota, Miguel, Federico, Cabrónidas, Javier, Estrella, Maite, etc., e, incluso, unos que se hacían llamar Tintero de Oro, acudieron a la llamada de la poesía. Necesitábamos unión, compañerismo, fuerza y letras, muchas letras que hicieran caer a los troyanos.

Y así empezó la lucha. Luna comprobó que había una gran red de conspiradores llamados vloguers, cuya misión principal era desterrar de la blogosfera a los troyanos. Camuflados en sus blogs, habían ideado todo un lenguaje encriptado que les permitía alejarse del peligro, pero necesitaban adeptos a su causa, cuantos más blogs y usuarios se unieran, más probabilidades de vencer. Y para hacerlo, solo tenían que comunicarse en versos, promulgar en sus respectivos blogs inmensos códigos poéticos que destrozaran los circuitos troyanos desde dentro. Daba igual el contenido, la forma, el ritmo, la métrica, las figuras, daba igual, no importaba nada de eso, lo importante era escribir poesía.

El punto fuerte de su lucha llegaría el 28 de abril de 2025 cuando todos juntos lanzarían un ataque masivo. Se habían puesto de acuerdo en la hora, el texto, el lema: todos a una como los mosqueteros. Cada uno elegiría una estrofa, un verso e, incluso, un poema, suyo o de un escritor o escritora famoso y lo lanzaría a la red. Con ello conseguirían colapsar el sistema, los troyanos no sabrían descifrar lo que cada uno, en diferentes partes del planeta, decía y acabarían muriendo fruto de un cortocircuito a gran escala.

El día 28 llegó, Luna se despertó nerviosa, tenía todo preparado. A las 13.00 horas en punto lanzaría sus versos y con ella todos los demás. Tras mucho dilucidar, había elegido los siguientes versos de Santa Teresa.

“Vivo sin vivir en mí

y tan alta vida espero

que muero porque no muero”.

Unos versos que muestran una gran paradoja o contradicción. Los troyanos no sabrían interpretarlos. Ni esos ni los miles de versos que llenarían la red a esa hora, cuando todos los vloguers lanzaran sus poemas. Todos a una, armarían sus poesías y atacarían con sus plumas aquellos miserables que se jactaban de robar la red. Era el mejor plan.

Una hora más tarde, las noticias se llenarían de titulares hablando de la gran gesta que los vloguers habían conseguido. El mundo estaría libre de troyanos y ellos eran los salvadores. Nunca una gesta habría sido tan comentada. Imposible fallar, imposible claudicar.

A las 12.25 horas, Luna abrió el ordenador, preparó su blog, sus versos. Eligió, incluso, otro tipo de letra, de color e, impaciente, esperó a que llegara la hora acordada. Ocho minutos más tarde, el mundo cibernético se sumió en un silencio fantasmagórico y con él, el mundo. Los típicos zumbidos de los electrodomésticos de la cocina callaron. La claridad del acuario se apagó. El tick azul de la red Wifi dejó de verse. La luz se fue y el plan se desvaneció igual que los electrones en los cables de las casas de cada uno de los vloguers.

Nunca pensaron que eso podía pasar, nunca se imaginaron que el mundo se volvería negro. Su plan no tenía fallos y, sin embargo, algo tan común como la luz desapareció. No había plan B, ni C, ni siquiera D, pero eso sí, tenían las ganas, la ilusión y la fuerza para volver a intentarlo en las próximas semanas.

¡Compañeros!

¡A sus poemas!

¡El mundo cibernético nos necesita!

Mercedes Soriano Trapero

Foto: canva