Ausencia
Recorrió la habitación buscándola. No la encontró. No estaba por ningún lado, ni siquiera en el resto de la casa. Había desaparecido. Tampoco había dejado ninguna de sus cosas, ni sus libros, ni su ropa, ni ese cuadro que tanto le gustaba, pero que él odiaba. Definitivamente se había marchado y, sin duda, para siempre. Buscó, entonces, una nota de despedida en la puerta de la nevera, el lugar en el que acostumbraban a dejarse mensajes, pero no había nada, ninguna palabra alentadora o, por lo menos, de despedida. Nada.
Cogió su móvil y buscó su nombre, con darle a la tecla de llamada sería suficiente, su nombre aparecería entre las últimas llamadas…, pero tampoco estaba. Nervioso, buscó en la lista de contactos, en la aplicación de mensajería, en llamadas perdidas o recibidas…, no aparecía por ningún lado, no estaba en su teléfono.
Contrariado y a punto de sucumbir en un proceso de histeria, sus dedos temblorosos lo llevaron hasta la galería de fotos, esperando encontrarse con su imagen; tuvo que parpadear varias veces para comprobar que no había ninguna foto suya, ni de los dos juntos. Ansioso, rebuscó en su cartera, tiró la documentación al suelo, metió los dedos entre los pliegues de la misma y tampoco encontró su foto, la que juntos se hicieron en aquella máquina de fotos hacía más de un año y en la que tanto se habían reído.
Una lágrima resbaló por su mejilla. “¿Por qué?”, se preguntaba. La sentía, la recordaba, la amaba e, incluso, mantenía su olor en su memoria, su aroma suave de flores…, pero ella había desaparecido, sin dejar ningún indicio suyo ni en la casa ni, lo que era aún peor, en su vida.
No era un sueño, le dolía perderla, notaba el dolor en el corazón, sentía la presión de la pérdida…, y, de repente, un grito salió de su garganta despertándolo y a ella también que, a su lado en la cama, en su habitación, en su casa, dormía. La abrazó, con todas sus fuerzas, como nunca antes lo había hecho y lloró por la pérdida que podía haber sido pero no fue.
Hola Merche, precioso que bien has representado la ausencia, ese sentimiento que además también genera un gran vacío.a Me ha encantado. Un abrazo!
ResponderEliminarHola, Dakota, muchas gracias.
EliminarUn abrazo. 🤗
Qué agonía sufrió el pobre, menos mal que despertó. Un abrazo
EliminarGracias por pasar, Nuria.
EliminarUn abrazo. 🤗
Cómo lo sufrí también, narras impecablemente cada centímetro del dolor. Yo, que vivo acompañada de ausencias, viví está historia. Me encantó cuando despertó! Un gran abrazo Merche.
ResponderEliminarMil gracias, Maty.
EliminarUn abrazo. 🤗
No hay nada peor que la pérdida de la persona amada. Un abrazo
ResponderEliminarYa te digo.
EliminarGracias, Federico.
Un abrazo. :)