Poema de poemas.

 

Poema de poemas

Como un suave aleteo de palabras

así me llega la poesía,

buscando entre los rincones de mi alma

el término correcto para escribir a continuación,

mientras José Hierro me recuerda que

“la poesía se escribe cuando ella quiere”.

Así es, por eso es efímera,

por eso es valiente,

por eso es bella,

porque espera a la palabra adecuada

o, de repente, se cuela entre

las líneas del cuaderno.

“La poesía es la unión de dos palabras,

que uno nunca supo que pudieran juntarse

y que forman algo así como un misterio” (F. G. Lorca).

Es un misterio,

una nota de color en un día nublado,

un guiño en un enfado,

un suspiro enamorado,

“el sentimiento que le sobra al corazón

y te sale por la mano” (Carmen Conde).

Se cuela dentro de ti,

te alborota la vida

y te acaricia,

te llena de versos,

de metáforas, de estrofas…,

y sientes que vuelas con ella.

“Cuando la poesía abre sus puertas

es como si cambiáramos de mundo” (M. Benedetti).

No es oscura,

como piensan algunos,

no es retórica,

como piensan otros,

solo sabe de palabras,

“mientras más transparente es la escritura,

más se ve la poesía” (G. G. Márquez).

Y, como tal,

no quiere…,

“adeptos, quiere amantes” (F. G. Lorca).

El poeta suspira

cuando termina un poema

y el lector recoge

ese suspiro que traspasará

su alma

y la llevará consigo

como, verdaderamente,

“un arma cargada de futuro” (G. Celaya).

Bendita obra de arte

que sobrevives al tiempo

y a tus ritmos;

que evolucionas con los siglos

y que te adaptas a tus creadores.

Bendito poema.

Bendita poesía que

mientras tú vives, ella nace…

“Mientras las ondas de la luz al beso

palpiten encendidas, (…)

mientras haya un misterio para el

hombre, (…)

mientras haya esperanzas y

recuerdos,

¡habrá poesía!” (G. A. Bécquer).

Y mientras yo exista,

respiraré poesía.

                                             

                                                                           Mercedes Soriano Trapero