¡Hola!
Voy a participar en el reto de la web www.letrarium.com y este es el primer microrrelato que escribo para el mismo, tenía que versar sobre ciencia ficción, contener la seis palabras que aparecen en la segunda imagen (las que me han salido tirando los dados) y tener, como máximo, mil palabras y aquí está el resultado: 782 palabras.
Espero que os guste.
¡Gracias por leerme!
Ciberespacio
Año 3045. Los humanos han colonizado el espacio, la Tierra es un lugar inhóspito, inundado de agua salada y animales salvajes. Los únicos humanos que sobreviven, lo hacen en plataformas inestables sobre el mar, quedando a merced de sus mareas y, por tanto, de su destrucción y muerte. Los pocos que logran vivir, los futurianos como se hacen llamar, han creado un ejército de androides con el que han surcado el espacio, buscando lugares apropiados en los que refugiarse. En su particular lucha, se han encontrado con un planeta, invisible a los radares terrestres y que solo las naves androides han conseguido rastrear: el planeta XP34, habitado por seres monstruosos, con una fuerza descomunal, de dos metros y medio de altura, grandes extremidades y cuerpo duro similar a las piedras. Mucha fortaleza, aunque poco cerebro, son los titanes y su planeta cumple los requisitos para albergar vida humana: oxígeno, vegetación y agua dulce. No hay salida: son ellos o los humanos.
La invasión ha comenzado, los androides les ganan en número e inteligencia, los titanes en fuerza y conocimiento del terreno. Desde la Tierra, los humanos dirigen a su ejército androide, solo un capitán les da órdenes desde una de las naves: objetivo XP34, aniquilar al enemigo, colonizar el planeta y traer a los futurianos. El tiempo de la Tierra se ha acabado.
Cinco naves atacan con misiles antes de iniciar la ofensiva cuerpo a cuerpo. Una lluvia de proyectiles arrasa el planeta, sin embargo, los titanes se refugian entre las rocas, más robustas, incluso, que ellos mismos. Los misiles no tienen la potencia suficiente, el planeta resiste, es más duro que sus propios habitantes.
Los humanos, en la Tierra, asisten a la lucha como si de un espectáculo se tratara, sus grandes pantallas transmiten las fuerzas que su ejército ejerce sobre el enemigo. Todos mantienen el gesto serio, alguno esboza una sonrisa pensando en las posibilidades tan increíbles de ese robusto planeta: minerales, piedras preciosas, mil recursos nuevos que explotar. Hay que conquistarlo, la Tierra ya no tiene nada, ni siquiera agua dulce.
—¡Comandante! ¡Apenas rozamos sus defensas! ¡Estamos utilizando toda nuestra artillería pesada! ¡Espero sus órdenes!
—¡Desembarque a los primeros cien androides! ¡Prográmelos para que eviten el cuerpo a cuerpo, que luchen con su inteligencia!
—¡Comandante, esas bestias solo saben de golpes y…!
—¡Cumpla mis órdenes, capitán! ¡No hay tiempo que perder! ¡Ese planeta es nuestra última esperanza!
Los cien androides desembarcan en el planeta con una orden clara: evitar el enfrentamiento, diseminarse por el lugar y vencer a sus habitantes de uno en uno utilizando la inteligencia.
Para los titanes, ellos son simples insectos, confían en su fuerza.
El primero en encontrarse con un titán es el androide And27. Un androide del destacamento 137 de androides, creado en el año 2835 y reprogramado en el año 3000 cuando fue rescatado, de entre las llamas, en una misión similar. Al ver al titán, And27 fue rápido y consiguió esconderse, pero el titán, apodado el Oscuro por los de su raza, lo oyó y, como buen cazador, corrió tras él. El androide no conocía el terreno, sus esquemas mentales no tenían mapas del lugar, todavía no habían sido creados, era un sitio desconocido para ellos; y esa bestia, si lo atrapaba, lo reduciría a hierros en un par de segundos. Ni siquiera tenía claro si su inteligencia, artificial, podría ayudarlo tal como había intentado argumentar el capitán al comandante. La situación era complicada, optó por utilizar sus armas y defenderse, aunque solo fuera para ganar tiempo, salió a descubierto y lanzó una ráfaga de disparos contra Titán Oscuro, este se tambaleó, más por el impacto que por otra cosa, algunos proyectiles consiguieron incrustarse en su piel, pero solo le hicieron leves rasguños y enfadarlo más. El titán se arrojó contra el androide, alzando los brazos como si de dos espadas láser se tratara. En décimas de segundo, And27 se fijó entonces en sus ojos, dos pequeñas cuencas los albergaban en su enorme cabeza, si uno de sus disparos lo pudiera colocar ahí no sabría si conseguiría matarlo, pero sí hacerle daño.
And27 no confiaba en su puntería, nunca había sido un experto en armas y, mucho menos, en tiro al blanco, pero apuntó y…, ¡zas! Una de sus balas se coló por el ojo derecho del titán, haciendo que este lanzara un grito de dolor, cayendo hacia atrás al suelo. Ya solo quedaba rematarlo, el androide se lanzó hacia él y desde una roca cercana, subido a la misma, apuntó al otro ojo del monstruo, disparó y…
—¡Mierda! ¡Mamá! ¡Estaba dentro del juego Ciberespacio, iba a matar a Titán Oscuro!
—Tu Ciberespacio puede esperar, la comida no… ¡Baja ahora mismo!
Mercedes Soriano Trapero
Menudo zass nos has dado. Estábamos metidos en un vídeo juego. Muy bueno el giro final.
ResponderEliminarUn beso
jajajajaja es que la palabra ciberespacio era difícil "casarla"... Un beso :-) :-*
EliminarMe encanta el final! Pasa todo el tiempo con mi hija. Muy bueno!
ResponderEliminarPerdona, no había visto tu comentario. Muchas gracias, sí, es algo típico de los jóvenes (y no tan jóvenes). Pásate por aquí cuando quieras, estás en tu casa. Un abrazo. :)
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