El espíritu navideño.

 

Era Navidad. Mario miraba por la ventana esperando ver el tan comentado espíritu navideño que tanto y tanto se repetía en televisión, pero ni aun viviendo en un cuarto piso podía dar con él. Derrotado, se apartó de los cristales y al volverse vio a sus padres llorando, mirando una fotografía. El timbre les hizo limpiarse las lágrimas con rapidez y dejar la foto en el mueble; dos chiquillos entraron corriendo directos a los regalos que reposaban debajo del árbol. Eran sus hijos, dos gemelos de apenas cinco años. Después entró su mujer que abrazó a sus padres y todos, con una sonrisa enorme en su cara, que no en su corazón, se pusieron a contemplar cómo los niños abrían los regalos locos de contentos.

Entonces Mario se dio cuenta de que ahí estaba el espíritu navideño, no en el exterior como intentaba buscarlo. Su familia, sus hijos, sus padres, su mujer…, eran la Navidad, y verlos sonreír y ser felices era el verdadero sentimiento que estas fiestas perseguían. Él nunca lo había valorado, su mala cabeza lo había llevado por nefastos caminos hasta que una sobredosis, acompañada de grandes cantidades de alcohol, se lo llevó un día como hoy hacía un año. Si hubiera mirado en su interior, en su familia, en sus seres queridos, hoy, probablemente, observaría esa escena desde otro rincón de su casa.

Mercedes Soriano Trapero

Foto: pixabay