La inteligencia artificial.

 

En los últimos tiempos, en los medios de comunicación, se oye bastante eso de la inteligencia artificial, sobre todo, en el mundo virtual. Y…, ¿qué es eso de la inteligencia artificial?

“La inteligencia artificial es, en las ciencias de la computación, la disciplina que intenta replicar y desarrollar la inteligencia y sus procesos implícitos a través de computadoras. No existe un acuerdo sobre la definición completa de inteligencia artificial, pero se han seguido cuatro enfoques: dos centrados en los humanos (sistemas que piensan como humanos, y sistemas que actúan como humanos) y dos centrados en torno a la racionalidad (sistemas que piensan racionalmente y sistemas que actúan racionalmente). Comenzó poco después de la Segunda Guerra Mundial, y el nombre lo acuñó en 1956 el informático John McCarthy, en la Conferencia de Dartmouth”. —De wikipedia—. 

Dicho de otra manera, la inteligencia artificial es la que replica, o lo intenta, la inteligencia humana.

Los propios humanos hemos sido los creadores de esta inteligencia con la intención de sustituirnos o con la predisposición de que inteligencia artificial más inteligencia humana conseguirán avances tecnológicos que nos ayuden a progresar en todos los campos. Me quedo con esta segunda intención, que es la más coherente y la que, verdaderamente, nos ayudará. Ahora bien, ¿qué pasa cuando la utilizamos para sustituirnos? Es decir, se escribe gracias a ella, se dibuja gracias a ella, se crean recursos que luego se comercializan alegando que la persona ha sido su creador y, en realidad, ha sido una máquina la que lo ha hecho. ¿Esto es ético? ¿Notaremos la diferencia? ¿La gente la explotará en su propio beneficio para sacar provecho de ella? Como todo en esta vida, cada uno con su conciencia hará lo que tenga que hacer, pero, no es nada ético, por ejemplo, escribir un libro utilizando inteligencia artificial y luego lucrarse con ello.

Hace unos meses, en una red social, leí un microrrelato que se había escrito con inteligencia artificial. Le pedí a Diego Redondo, que fue el que hizo el experimento, profesor de educación de adultos, su utilización, y él expuso lo siguiente:

Le pedí a la inteligencia artificial: "escribe un microrrelato sobre un alumno de 70 años que vuelve a estudiar a la escuela".

El resultado es el siguiente:

“Juan tenía 70 años y había decidido volver a la escuela. Después de todos esos años, seguía sintiendo la misma emoción que experimentó en su primer día de clases.

Siguió el camino que recorrió tantas veces en su juventud, con su mochila a la espalda y una sonrisa en su rostro. Cuando llegué a la escuela, se sorprendió al ver que todo había cambiado. La pintura se había desgastado y las aulas estaban llenas de tecnología que no había visto antes.

Pero Juan no se desanimó. Se presentó en la oficina de la directora y le dijo que quería volver a estudiar. La directora lo recibió con una sonrisa y le asignó una clase.

Juan se sentó en un pupitre en la parte de atrás de la clase, rodeado de jóvenes que lo miraban con curiosidad. Pero él no les prestó atención y se puso a escuchar atentamente al profesor.

A medida que pasaron las semanas, Juan se sorprendió al descubrir que recordaba mucho más de lo que había olvidado. También se dio cuenta de que tenía mucho que enseñar a sus compañeros de clase.

Y así, Juan volvió a la escuela y se convirtió en el alumno más aplicado de la clase. Aprendió mucho y disfrutó cada momento de su segunda oportunidad en la escuela”.

—Gracias a Diego por dejarme utilizar este texto en mi artículo—.

Como decían en un programa de televisión, no recuerdo cuál: “tiene un buen lejos”. Tiene coherencia, es adecuado al tema y está correctamente escrito, sin faltas, (tres de las cuatro propiedades del texto que este debe tener para considerarse un texto), sin embargo, le falta cohesión, la cuarta propiedad textual, por ejemplo, al repetir constantemente el nombre propio Juan y no utilizar el pronombre él. Además de pocas oraciones subordinadas y solo la utilización de las simples, esto da sensación de sencillez, pero queda pobre estéticamente hablando.

Es un buen adelanto para la humanidad, está claro, no obstante queda la duda de su correcta utilización. Quizá, en unos años, ni siquiera ya nos esforzaremos en pensar porque una máquina hará el trabajo duro —el de pensar— por nosotros; no sé el futuro que esta nueva herramienta nos deparará y tal como somos los humanos, que se tiende, en su mayoría, a la ley del mínimo esfuerzo, esto parece encajar a la perfección con ese estilo de vida.

Tal como comentaba antes, allá cada uno con el uso que quiera hacer de la inteligencia artificial; una ovación, sin duda, para aquellos que la usen para avanzar en medicina, tecnología, medio ambiente, etc.; y mi total desacuerdo para aquellos que quieran lucrarse de ellos inventándose libros, por ejemplo, y firmando lo que otro ha escrito.

¿Tú qué opinas? Te leo, déjame un comentario.

Mercedes Soriano Trapero

Foto: pixabay