Cuento compuesto para el VadeReto del mes de diciembre propuesto por José Antonio en el blog El Acervo de Letras
Érase una vez un presumido joven que vivía en un remoto lugar. Aquí, delante de sus amistades, presumía orgulloso de no haber leído un libro en su vida.
―No necesito esos inventos del diablo, con observar la naturaleza, los campos, las nubes, tengo suficiente. No hay más letras que las que el mundo me muestra y no en sucias hojas que de letras negras se llenan.
El muchacho así hablaba. Tenía casa y comida que echarse a la boca, trabajaba donde allí lo necesitaban y su lengua no paraba de hablar, porque labia no le faltaba. Era presuntuoso y alardeaba de conocimientos que, en realidad, no tenía.
Sin embargo, un día, llegó al lugar en el que vivía, una compañía de la farándula, en ella trabajaban dos hermanos que, junto a sus padres, viajaban por el país alegrando a niños y mayores. El muchacho fue a verlos, pues eran muy conocidos y él pretendía, después, reírse de las simplezas que representaban; en cuanto vio a la muchacha que con su hermano trabajaba sobre el escenario representando la más bella historia de amor jamás contada, se enamoró perdidamente de ella.
Con la necedad del que se cree más listo que nadie, fue a cortejarla:
―Nadie hay en el mundo que sepa más que yo, es por eso que debes casarte conmigo. ―Confesó a la muchacha nada más verla.
Ella sonrió, aunque su prudencia le impidió hablar. Él interpretó su silencio como buena señal y siguió hablando:
―Deja este moribundo circo y vente conmigo a mi guarida, allí serás la más feliz del mundo, pues nada te faltará.
Como el necio se crece en su ignorancia, la muchacha sabía que él no callaría ni la dejaría en paz si antes no dejaba en evidencia su incompetencia y, con suma paciencia, le comentó:
―Joven, solo podré casarme con aquel que me escriba un verdadero verso de amor. Si tan inteligente eres, seguro que problema no tendrás con tal empresa.
El muchacho se limitó a asentir, aunque no comprendió lo que la muchacha le había dicho, no entendió sus palabras y no sabía lo que era un verso, ni casi sabía escribir ni leer.
Con su gran arrogancia, pidió ayuda a todos sus vecinos, pero siempre le contestaban de la misma manera:
―Tú que lo sabes todo, que no necesitas leer, ni libros para ganarte la vida, realiza lo que ella te pide y si no lo sabes, será porque no eres del todo instruido.
Una semana permaneció la compañía en el lugar y el joven enamorado no halló verso con el que conquistar a su dama, ni copiar pudo ninguno porque no sabía leer, ni nadie se prestó a realizarlo en su nombre. De soberbia pecó, de necedad e ignorancia, y la muchacha se marchó del pueblo con sus libros y sus letras, conquistando el corazón de otras gentes por humilde y por ilustrada.
Cuántos hay hoy en día que presumen de conocimientos, de sabiduría e, incluso, de no haber leído un libro en su vida y, sin embargo, pronto en sus palabras vanas demuestran su escasa cultura, su ignorancia y su vanidad.
La vanidad es el mal de muchos Merche. Y el protagonista creyó que su dinero era más que suficiente para ella, pero la prueba que le puso fue un golpazo: no sabía versar. Un relato muy ameno desde el inicio al final. Un abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias, Nuria.
EliminarUn abrazo. :)
Su soberbia no consiguió enmascarar su ignorancia. Y su ignorancia era mayúscula. ¿Sacaría algún aprendizaje de la experiencia?
ResponderEliminarMuy buen relato, Merche.
Un abrazo.
No lo creo, Carmen, ese tipo de gente aun poniéndoselo delante, sigue en sus trece. Gracias por pasarte.
EliminarUn abrazo. :)
"Ay, querida Merche. Por desgracia, este perfil abunda en la actualidad. La tecnología nos ha abierto una ventana hacia la cultura y el conocimiento, pero se está volviendo en nuestra contra. O simplemente, los mayores, entre los que me incluyo, no somos capaces de guiar adecuadamente a las nuevas generaciones, que piensan que tener una enciclopedia en sus manos los hace inteligentes. Cualquiera es capaz de consultar y relatar lo que nuestro amigo Google nos dicta, pero el conocimiento es otra cosa, que implica trabajo y esfuerzo. Y, por desgracia, son otra de las cosas importantes que vamos perdiendo por el camino, junto al respeto y la humildad.
ResponderEliminarMe ha encantado el relato, eficaz y sublime para el buen entendido, pero de esos van quedando pocos."
Si yo te contara, Julián... En fin, sí, por desgracia, hay mucho perfil de este tipo.
EliminarGracias por pasarte.
Un abrazo. :)
Vanidad de vanidades...Simpleza y soberbia en altas dosis. Muy bien defendido el reto Merche. Un placer leerte. Un abrazo!.
ResponderEliminarlady_p
Muchas gracias, Lady.
EliminarUn abrazo. :)
La ignorancia es muy atrevida. Toda una gran fábula con su moraleja incluida. Qué gusto leerte, Merche! Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Mayte.
EliminarUn abrazo. :)
Que cuento tan instructivo, Merche, y aleccionador... Ya reza un dicho; "dime de qué presumes y te diré quién eres". Muy bien narrado, hasta me pareció de época. Felicidades.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy apropiado el dicho, así es. Gracias por pasarte Mila.
EliminarUn abrazo. :)
Desde luego, sin alcanzar un nivel de conocimiento adecuado, todo el que presuma de saber está demostrando que lo único que conoce es la necedad.
ResponderEliminarMuy buena aportación al Vadereto, Merche.
Un abrazo.
Muchas gracias, Marcos.
EliminarUn abrazo. :)
Hola, Merche.
ResponderEliminarNo has usado el verso, pero le has dado una estructura muy "juglera". La verdad es que lo he leído entre recitado y cantado. 🥰😊
El tema de la fábula es, tristemente, demasiado actual y se puede ver escenificado en cualquier momento y cualquier calle de nuestras ciudades.
Como dijo alguien, en esta época dónde la información, los datos y hasta la cultura, te desbordan; te llegan por todas partes, incluso sin quererlo; y tienes acceso a casi todo sin problemas, la ignorancia es una medalla que se luce con jactancia y satisfecho entusiasmo. Por desgracia, vemos en los medios famosos y famosetes que la usan como seña de identidad y, para nuestra sorpresa y desagrado, les reporta unas estupendas ganancias.
Has sido muy suave en tu fábula con tamaño charlatán sin fundamento. Se hubiera merecido una buena tunda, al más puro estilo del tren de los escobazos.
Menos mal que sigo viendo a mi alrededor jóvenes y niños que se enamoran de un libro; que se embelesan con una pintura o una escultura; que se emocionan con una pieza musical...
Todavía hay esperanza. (o eso espero en mi desespero). 😜
Felicidades por la fábula. Apropiada, bonita y didáctica.
Como contra-moraleja me viene a la memoria una frase, (creo que es Mark Twain, o eso dice san gúgel), que dice: «Es mejor estar callado y parecer tonto, que abrir la boca y disipar dudas». 😅😝
Muchísimas gracias por tu bonita participación.
Un Abrazo rodeado de libros.
Hola José Antonio, me alegra que te haya gustado y que estés rodeado de libros y de personas que los aman...
EliminarSí, no me salió en verso, pero intenté darle un aspecto jugleresco, como tú dices, digno de un "cuentacuentos".
Qué razón tienes en tus palabras, en fin, habrá que mantener la esperanza de "un mundo mejor".
Un abrazo de fábula. :)
Qué buena lección. Vanidoso, presumido y más soberbio que nada. Recibe una lección que por desgracia, no aprenderá. ¡Cuántos he conocido que lejos de voltear hacia la humildad, ensoberbecen aún más y llegan a culpar al mundo de no saber nada de lo que ellos creen que son! Pero somos otros, muchos otros, que sí aprendemos la lección que ellos desperdician.
ResponderEliminarEstupendo Merche, un abrazo...
Así es, Maty. Gracias por tus palabras.
EliminarUn abrazo. :)
La soberbia uno de los pecados capitales, que en cierta forma cada día se adueña más del entorno, camina a encumbrarse y muchos van detrás, muy buena lección, abrazo grande
ResponderEliminarMuchas gracias.
EliminarUn abrazo. :)
Hola Merche, ¡qué buena participación! La vanidad mezclada con la ignorancia ¡qué triste coctel! Muy buen mensaje el de tu relato, me encanta la chica, muy sabia y astuta. Abrazos.
ResponderEliminarHola Ana, muchas gracias. Un abrazo. :)
EliminarHola, Merche! Así es, como reza el dicho: "la ignorancia es muy atrevida" y esto lleva implícito el juzgar muchas cosas que desconocemos. La vanidad y prepotencia y todo aquel que menosprecia a otro ser humano y cree saberlo todo (e incluso pasar por encima de él si es necesario) todo ello demuestra su ignorancia y pobreza de espíritu. Todos aprendemos de todos y estamos en continuo aprendizaje, llamado Vida.
ResponderEliminarFelicidades como siempre.
¡Un abrazo gigante!
Hola Yolanda, así es, gracias por tus palabras.
EliminarUn abrazo. :)
Es una pena que haya gente que no ha leído un libro. Un abrazo
ResponderEliminarYa te digo y la hay, por desgracia.
EliminarGracias por pasarte.
Un abrazo. :)
¡Hola Merche! Una fábula muy apropiada para los tiempos que corren. Menos mal que el joven de tu relato ha dado con alguien que ha osado pararle los pies. Quizás ahora se de cuenta de su ignorancia y haga algo para remediarlo.
ResponderEliminarUn saludo.
Hola, Rocío, muchas gracias. Era un impresentable. ;-)
EliminarUn abrazo. :)