Microrrelato para el blog El Tintero de Oro
Hoy cocino yo. Prepararé la mesa perfecta: el mantel bordado que nos regalaron en nuestra boda, la vajilla con nuestras iniciales, J y J, las copas de vino y cava que compramos en nuestro viaje a las bodegas de La Borgoña y los cubiertos a juego con la vajilla y con ese ribete en dorado que los hace tan especiales. Después cocinaré nuestro plato preferido, aquel que descubrimos en un restaurante francés, cerca de la Torre Eiffel y que tantas veces hemos reproducido, entusiasmados con la cocina francesa. Pondré velas rojas en la mesa y por todo el salón, para crear una atmósfera idílica; junto a nuestra música preferida, el disco que nos grabaron nuestros amigos y que reprodujimos en bucle en nuestra luna de miel. En la mesa, colocaré todas nuestras fotos que, previamente, extraeré de sus marcos y también el álbum de boda que hicimos juntos. Las sillas las adornaré con las banderas del orgullo que con tanto orgullo paseamos por París, Londres y Roma en nuestro viaje de novios, como dos chicos orgullosos de su amor.
Cuando tenga todo preparado, me sentaré a la mesa con una gran caja de cartón, degustaré primero ese manjar y, a continuación, iré empaquetando cada uno de esos recuerdos en la caja, lo regaré con el vino que me sobre y con la comida que ya no me quiera comer y te lo enviaré a tu nueva dirección para que te aproveche con la chica con la que me has sido infiel.
Bueno, eso sí, es una venganza degustativa, jajajá.
ResponderEliminarY el engaño por doble partida, cambio de pareja, y cambio de sexo. Un relato con su miga.
Un feliz domingo.
Jajajaja, sí, se puede decir así, sí.
EliminarGracias Campi.
Un abrazo. :)
¡Vaya, Merche! Qué manera tan impecable de llevarnos de la nostalgia al filo de la venganza con una elegancia casi poética.
ResponderEliminarLa escena inicial que envuelve en una atmósfera de amor y recuerdos compartidos, cada detalle meticulosamente colocado como si el tiempo se hubiera detenido en aquel instante de felicidad… Y luego, el giro. Esa transformación de lo íntimo en un acto de despedida tan calculado, tan simbólico, es sencillamente brillante. No hay gritos, no hay confrontación directa, solo la contundencia de los gestos.
Un relato que deja un regusto amargo, pero exquisito. Me ha encantado este relato Merche.
¡Un abrazo!
Gracias, Miguel. No me daban para más las palabras, de hecho me he pasado en una palabra, espero que en el Tintero no se molesten. Pero bueno, creo que incluí todo lo que quería incluir, jeje.
EliminarUn abrazo. :)
Hola Merche, es la mejor solución, empaquetarlo todo y enviarseual infiel, una vez hecho, carpetazo y a seguir adelante. Un abrazo
ResponderEliminarHola, Nuria, muchas gracias.
EliminarUn abrazo. :)
Jaja, hay que hacer las cosas con estilo o no hacerlas. Ya lo vi venir cuando tocó las fotos. Tampoco debía de ser fácil la convivencia en un hogar tan barroco y sibarita, jeje. Está claro que estamos ante una oda a la exigencia de calidad, de manufactura de cariño y compromiso con la armonía. Un gusto de historia. Saludo y gracias.
ResponderEliminarMuchas gracias, Fernando.
EliminarUn abrazo. :)
Muchas gracias por aceptar este reto tan poco positivo... ¿o no tanto? Depende de las circunstancias de cada uno, ¿verdad?
ResponderEliminarUn abrazo fuerte, Merche.
Así es, Bruno, así es.
EliminarGracias a ti por la convocatoria.
Un abrazo. :)
¡Toma ya! Eso si que es jugar con doble carta y ases en la manga.
ResponderEliminarAunque la venganza tampoco está mal pensada. Aqui podríamos poner parte de esa letra de la ranchera que cantaba Rocío Durcal: "Ese amor lo gozará sabrá Dios quién, que buerna suerte, que lo disfrute, que le aproveche..." Pero bien mezcladito con el vino y la comida sobrante.
Un abrazo.
Jeje, muchas gracias, Francisco.
EliminarUn abrazo. :)
Hola, Merche. Pues muy buen punto final, la verdad. Una cena de despedida solitaria que sirve al personaje para hacer balance y cerrar una herida que aún le duele. La escena desprende mucha melancolía con todos esos recuerdos del amor perdido y algo de desconcierto aún por la traición. Muy bien micro.
ResponderEliminarHola, Marta, muchas gracias.
EliminarUn abrazo. :)
Vaya! Con lo bien que habia empezado...se torció al final! Contundente mensaje! Un abrazote Merche!
ResponderEliminarMuchas gracias, Marifelita.
EliminarUn abrazo. :)
Divertido relato, Merche. Para que no queden ni los recuerdos, ja, ja, ja.
ResponderEliminarSe va haciendo a poquitos, te imaginas que algo tiene que pasar, porque esa exactitud y perfección no son del todo normales, hasta que llegas al final, y piensas, dame la dirección que te ayudo, ;)
Genial.
Un abrazo.
Jajajaajja, sí, apetece pedir la dirección, jajaja.
EliminarGracias, Irene.
Un abrazo. :)
Jaja me encantó, de verdad. No me lo esperaba. Qué bien, renace la idea del amor propio y la dignidad, ya sea de hombre o de mujer, pero ingrediente indispensable para andar por la vida. Nunca me va a dejar de sorprender tu versatilidad, aunque me repita en esto una y otra vez. Un abrazo de los grandes y apachurrados 😊😊😊
ResponderEliminarGracias, Maty.
EliminarAbrazos. :)
Jajajajaja. Eso, jajajaja.
ResponderEliminarGracias.
Un abrazo. :)
Con lo bonito que parecía todo con esa cena tan elaborada y al final nos sorprendes con es paquete regado con el vino , je je je muy bueno .
ResponderEliminarGenial Merche
Un abrazo
Puri
Muchas gracias, Puri.
EliminarUn abrazo. :)
Hola Merche a eso se le llama celebrar el desamor por todo lo alto. Que le vaya muy bien, al prota y a ti por supuesto. Abrazos.
ResponderEliminarGracias, Ainhoa.
EliminarUn abrazo. :)
Vaya..que manera tan intensa de cerrar una historia. Se nota el amor y el cuidado en cada detalle, asi como el dolor y la traición, pero oye..hay algo muy poderoso en este relato, y es como si a pesar de todo, "la protagonista" tuviera el control de la despedida: le duele pero da un paso firme para seguir adelante.
ResponderEliminarGracias por compartirlo!!
Claro, por ella, que solo se menciona al final, es todo el microrrelato, jeje. Bien visto.
EliminarGracias.
Un abrazo. :)
Vaya, vaya con la despedida. Muy cordial. No sé, yo hubiera sido más brutal y añadiría, tal vez, falte una rata muerta, un bote de guindillas y un par de insultos. Si no, se va de rositas. Un beso y buen relato. Santidepaul
ResponderEliminarJajajaja, lo de la rata muerta es demasiado, jajaja.
EliminarGracias, Santiago.
Un abrazo. :)
Hola Merche, en tu relato el desamor es un plato que se degusta frío y desordenado, ensuciando fotografías y empañando recuerdos. Cada quien tiene sus rituales para exorcisar los sentimientos que provoca y el que nos presentas aquí me parece muy original. Tomaré nota jajaja. Saludos, me gustó mucho.
ResponderEliminarHola, Ana. Muchas gracias.
EliminarUn abrazo. :)
Hola, Merche, me he gozado cada detalle descrito del micro, pensando en que lo hacía para despedirle luego de cenar, pero ha sido mucho mejor el resultado, pues no me esperaba esa altura de ánimo y elegancia ante un dolor tan sentido.
ResponderEliminarLa creatividad supera a la imaginación a veces, cuando de venganza se trata, o debería decir cuando el engaño duele más que el desamor, ja, ja. Un fuerte abrazo y felices días Merche.
Hola, Harolina, sí, es una venganza creativa, curativa y culinaria, las tres C, jajaja.
EliminarMuchas gracias.
Un abrazo. :)
Merche, me has hecho reir mucho con eso de las tres C, ja, ja, y es muy cierto, si que eres super original.
ResponderEliminarVa otro abrazo.
Jeje, gracias Harolina.
EliminarOtro abrazo. :)
Hola Merche,jaja, una venganza cocinada a fuego lento, saboreando cada plato.
ResponderEliminarUn abrazo!
Gracias, Dakota.
EliminarUn abrazo. :)
No se puede decir más claro «Hasta aquí hemos llegado».
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu aportación al reto.
Un abrazo.
Gracias, Macondo.
EliminarUn abrazo. :)
Buenas, Merche.
ResponderEliminarMe ha gustado el giro final del relato. Cómo pasas de la nostalgia y los buenos recuerdos a ese broche de venganza. Al principio parecía muy bonito hasta que todo se truncó.
Un saludo.
Irene
Así es el amor, bonito hasta que se trunca...
EliminarGracias, Irene.
Un abrazo. :)
¡Hola, Merche! Comerse las penas, para luego defecarlas, es la mejor forma de pasar página. Tanto metafóricamente, como literalmente, como muestras en este micro. Siempre he pensado que lo peor del desamor es la incertidumbre, ese eterno divagar sobre la duda de si se está pasando una mala racha, que tal vez podamos arreglarlo, etc. Eso es lo que nos mata. Pero cuando la ruptura es tan visible, casi es de agradecer. Un par de llantos y a otra cosa, como bien hace la prota de tu micro. Un abrazo!!
ResponderEliminarHola, David, ya te digo...
EliminarGracias.
Un abrazo. :)
Pues se ve que ha sido un gran amor y, como casi todo, se ha terminado. Lo que ha tenido que doler mucho al amante abandonado es esa transformación del amado que lo empuja en brazos de una mujer. Aunque en realidad, por quien te dejen es indiferente ante el dolor de que te dejen. Buen giro final para ese amor que parecía perfecto.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Rosa.
EliminarUn abrazo. :)
¡Pues claro que sí! El desamor hay muchas formas de vivirlo.
ResponderEliminarUn saludo.
Gracias por pasar y comentar, Necco.
EliminarUn abrazo. :)
Eso sí que es una respuesta elegante a todo lo vivido. Parece que lo haga hasta con satisfacción. Ya me imagino la cara del destinatario y su chica... Muy, muy original tu aporte.
ResponderEliminarUn abrazo!
Muchas gracias, Maite.
EliminarUn abrazo. :)
Guau, me impactó así de simple Merche, me dejaste con la boca abierta con ese sorpresivo final, tan romántico al principio, mientras leía pensaba ¿dónde está el desamor? y bien en el párrafo final aparece demoledor, te felicito.
ResponderEliminarUn abrazo
PATRICIA F.
Gracias, Patricia, me alegra que te sorprendiera.
EliminarUn abrazo. :)
Hola Merche.
ResponderEliminarEs más que una venganza. De hecho, la venganza no está entre nuestras mejores intenciones, y tu protagonista parece valer mucho más que eso. Parece una venganza porque tú lo haces parecer una venganza: sutil, fría y metódica, aunque en primera lectura lo haces parecer una cena romántica... y el caso es que en el fondo lo es, esa chica está preparando una cena con toda esa liturgia para una persona a la que quiere porque, ¡ole su ****!, ella se quiere a si misma.
Eso la hace un ser superior, muy por encima de la mezquindad que reside y alimenta toda venganza. No se está vengando, no, está dando carpetazo a una mala relación, a un mal tipo, se está deshaciendo de él, de todos sus recuerdos, está matando su relación y de paso está amortizando el duelo con un par de copas y una buena cena, porque, y esta es la gran lección, ¡ella no va a sufrir ni un minuto más por su causa! Gran chica, muchas gracias por presentárnosla. Gran relato. Enhorabuena.
Un abrazo.
Hola, Isra, bueno, más bien es un chico el que prepara todo. Su amor, otro chico, le ha sido infiel con una chica.
EliminarMuchas gracias por tu comentario.
Un abrazo. 🤗
Pues menudo patinazo. No podía estar más claro y, sin embargo, lo he pasado por alto. Pero, independientemente del género, si cambiara en mi comentario algunas vocales las intenciones seguirían estando ahí, no muy distintas: un gran chico.
EliminarMil disculpas y de nuevo un abrazo.
No te preocupes, Isra, es lo más normal del mundo...
EliminarUn abrazo. :)
Hola, Merche! Jajaja Bien merecido lo tiene!!!
ResponderEliminarY de paso que le envié las facturas con la cuenta de la cena.
Un abrazo
Jajajaja, ya te digo.
EliminarGracias, Mirna.
Un abrazo. 🤗
Una cena en solitario para cerrar un pasado que debe ser olvidado, con detalle de envío de sobras alimenticias y todo a la nueva dirección del listillo que fue infiel hasta la médula. Para fiarse de la durabilidad de esa relación que imitaba a una historia romántica. Música idílica, velas idílicas... no podía haber mayor despropósito, pero es que la ocasión lo pedía a voces.
ResponderEliminarFelicidades por tu aportación, Merche.
Un abrazo.
Muchas gracias, Marcos.
EliminarUn abrazo. 🤗
¡Hola Merche! Que venganza más poética. Muy bien planteada esa situación de desamor.
ResponderEliminarUn saludo.
Hola, Rocío, muchas gracias.
EliminarUn abrazo. :)
El desamor convertido en una venganza aderezada de glamour y sofisticación. Me ha encantado la templanza del personaje ante una infidelidad que es, en realidad, una traición. La forma como nos has llevado desde los recuerdos hasta el presente me ha dejado con ganas de saber cómo acaba la historia.
ResponderEliminar¡Un relato fantástico, Merche!
Un saludo desde la Buhardilla de Tristán.
Muchas gracias, Javier.
EliminarUn abrazo. :)
Hola Merche. Es una venganza meditada y bien pensada en la que lejos de hundirse en el dolor, su ejecutor se da un homenaje como pensando en todas las cosas buenas que le quedan por vivir. Su ex parece que no tiene muy clara su identidad. Pues borron y cuenta nueva, que todo se supera. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Jorge.
EliminarUn abrazo. :)
Es curioso como a las mujeres se nos ha inculcado el tener un hogar acogedor y bonito, sobretodo bonito... Cosas que muchas veces, los hombres ni se fijan el el ribete de los platos o en el mantel bordado... Qué cosas.
ResponderEliminarSí, bueno, en este caso es una pareja de chicos.
EliminarMuchas gracias, Noelia.
Un abrazo. :)
Mientras leía, me imaginaba tu relato que nos depararía una sorpresa fonal, como así ha sido. Y he de añadir que ha sido una grata sorpresa, je, je.
ResponderEliminarMe ha encantado como has descrito toda la historia, paso a paso, para acabar con ese golpe drástico y sarcático contra la pareja que ha decepcionado tanto al protagonista. Cuando ocurre algo así, en cualquier tipo de pareja, uno piensa si todo lo pasado hay sido una mentira muy bien adornada que por fin ha acabado destapándose.
Un saludo.
Así es, Josep, jeje. Gracias por tu comentario.
EliminarUn abrazo. :)
Merche un buen micro a modo de despedida y venganza.No lo has podido describir mejor. Un saludo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Mamen.
EliminarUn abrazo. :)
Qué final más inesperado. Me he reído mucho. La protagonista debería irse ahora de viaje a París. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Federico.
EliminarUn abrazo. :)