¡Hola!
Un año más he tenido el placer de participar en la revista que la Asociación Malas Tardes de Miguelturra realiza. He escrito una leyenda de un milagro mariano con dos imágenes del municipio hermanadas: la Virgen de la Salud (de mi barrio) y la Virgen de la Estrella (patrona de Miguelturra).
La revista ha quedado muy completa con la cantidad de artículos publicados y su presidente hizo una buena presentación de la misma, con la sala donde se produjo llena.
Muchas gracias a su presidente y a la Asociación. Os pongo a continuación el artículo publicado.
Alejado del valle, un pastor cuidaba sus ovejas. Tan distraído andaba que tropezó y cayó rodando. Presto se levantó, comprobando que no tenía ningún daño, así que prosiguió su camino tras sus ovejas
Más adelante, una gran rama desprendida de un árbol le salió al paso y decidió transformarla en su cayado, para no volver a tropezar. Le quitó las hojas y la adecentó. Su trabajo elogió y más cuando comprobó el buen uso que podría darle.
Las horas pasaban, el calor apremiaba. Vio cómo las ovejas también mermaban su paso y así, viendo a todas cercanas, se sentó en una piedra y echó mano a su morral para beber. Al cogerlo comprobó que se había roto y el agua que portaba dentro, en su bota, se había derramado. Apenas le quedaban unos sorbos. La comida, del mismo modo, había desaparecido a través de la raja que se había hecho, lo más probable que en la caída sufrida.
Era la una del mediodía, no podría aguantar tanto tiempo sin beber; con la comida, quizá, podría esperar, pero con ese calor su cuerpo no aguantaría.
―Si al menos hubiese un arroyo cerca, ―se dijo―, podría beber de él.
Sopesó sus posibilidades: abandonar a las ovejas; regresar al valle o recoger al rebaño. Ninguna era factible. Esos animales eran su vida, los que les daban de comer a él y a su familia; si los abandonaba a su suerte, su familia moriría de hambre y el rebaño caería entre las fauces de los depredadores. Recogerlo para volver juntos no podría, ellas todavía no se habían saciado y sabían que solo la caída del sol las sacaba de aquellos lugares.
Se acordó entonces de su Virgen, la Virgen de la Estrella, su patrona, y la Virgen de la Salud, la de su barrio. Y a ellas les dedicó esta plegaria:
¡Oh, madre mía!
Lucero entre las estrellas,
luz de mis días
y salud de mis hijos.
A ti te imploro
y ante ti me postro
para rogarte el agua
que mi boca necesita.
Confío en tu estrella
y a tus pies te ruego
un milagro, una bendición
para que la salud me guarde.
Ayúdame en este día,
bendice a mis animales,
a mi familia y mi sustento,
solo agua hoy te pido.
¡Virgen de la Estrella!
¡Virgen de la Salud!
¡Escuchad mi plegaria
y, ante vosotras, mi rezo invoco!
Amén
De rodillas como estaba no vio el rayo de luz que del cielo surgió y cuando oyó un ligero rumor de agua, levantó la cabeza y allí estaba ella, la Virgen de la Salud con un pequeño manantial a sus pies.
Llorando, dirigió sus ojos al cielo y una estrella, más luminosa que el mismo sol, lo deslumbró mientras la imagen que encima del manantial había le decía:
―Bebe hijo, pues solo a ti te tiene tu familia. Te bendigo con la salud de María. Coge agua para ti, para tu rebaño y para tu familia. Pronto tus penas habrán desaparecido.
Así lo hizo el pastor, sació su sed y dio de beber a sus animales.
¡Virgen de la Estrella!
¡Virgen de la Salud!
¡Escuchad mi plegaria
y, ante Vosotras, mi rezo invoco!



Merche qué ternura! Cuánta dulzura, qué bello relato. Hermoso de verdad. Aparte, me hizo recordar cuando mi hermanito (que está en el Cielo) y yo caminamos entre un rebaño, qué emoción tan grande fue para nosotros.. estábamos casi del tamaño de las ovejitas, ¡Qué hermoso recuerdo! Esto fue en España, claro. Pero esta preciosa oración, y lo que decidió al final para su vida, es puro amor. Y yo también creo en los milagros. Un abrazo grande!
ResponderEliminarHola, Maty, qué recuerdos, me alegra que te haya traído buenas sensaciones. Hay que creer en los milagros, Maty, siempre, porque ocurren.
EliminarMil gracias.
Un fuerte abrazo. :)
¡Qué bello relato!, Merche, esa dulzura que emana que va llenando al corazón de suavidad y esperanza, que lo hace reposar, latir acompasado con cada verso de la oración y con cada letra del relato. Un verdadero milagro. Abrazo más que grande Themis
ResponderEliminarMil gracias, Themis. Me alegra que te haya gustado.
EliminarUn fuerte abrazo. :)
Me encanta tu relato, Merche. Has conseguido darle a la historia y a la forma de contarla ese aire antiguo que recuerda las Cantigas de Alfonso X o algunos de los cuentos del Conde Lucanor. Seguro que les ha gustado mucho a los lectores. Felicidades.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo :-)
Qué bonita reflexión, Miguel, me anima tu análisis. Mil gracias.
EliminarDe momento ningún lector de la revista me ha dicho nada, así que no te puedo decir.
Mil gracias.
Un abrazo. :)
Una historia muy bonita. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Federico.
EliminarUn abrazo. 🤗