25 marzo 2022

Reseña de Los Cuatro Órdenes.

      ¡Hola!

      Hoy me he encontrado en el correo esta maravilla de reseña de mi segundo libro Los Cuatro Órdenes, su autor ha desgranado el libro de una manera colosal, esbozando ideas que ni yo misma me había percatado y de las que tomaré nota para mis escritos posteriores. Las interpretaciones que cada uno hace de las palabras que se escriben en función de su propia realidad, creencias, miedos, temores, fobias, etc., son impresionantes, sobre todo si luego se comparten con el autor de lo escrito, justo lo que ha pasado en esta ocasión, por lo tanto me ha resultado muy enriquecedora esta reseña por el valor de las palabras que contiene.

        Os animo a que la leáis, no destapa ningún dato importante del argumento, por lo que si no habéis leído el libro no os destrozará el final, aunque sí aparecen datos de personajes, tramas principales y secundarias, etc., por lo que si te interesa el libro y crees que puede influirte en su posterior lectura, pues espera a leerlo para, después, disfrutar de esta reseña.

          Muchas gracias Jesús por tu valiosa aportación.



Los Cuatro Órdenes es una novela perteneciente al género de la literatura de fantasía que la profesora de Lengua Castellana y Literatura Mercedes Soriano Trapero publicó en 2018. En el libro, narra el esfuerzo colectivo de razas distintas para que Stell, la elegida, logre restaurar la armonía en un universo que se había desequilibrado por el robo de los cuatro órdenes o elementos.

La autora de Los Cuatro Órdenes expresa su preferencia por los entornos fantásticos en una solapa de la cubierta. Escribe con modestia que se trata de su segunda novela, tras Los Aquens, que intuyo que se inscribe en parámetros similares, pero no estamos ante una escritora novel, sino reciente. Hasta la que ha sido una de sus publicaciones últimas, Abecedario de creatividad, ha acumulado una producción considerable que va más allá de la literatura para internarse también en la didáctica. En relación con ello, resulta que la autora da algo de sí con Los Cuatro Órdenes. Hay un vínculo personal y un deje profesional más que evidentes. En primer lugar, se trata de un libro publicado desde el cariño, con la aportación artística de su señor padre en la ilustración de la cubierta y que es la única imagen en toda la obra. En mi opinión, no habría estado mal algún dibujo, siquiera parcial, de los seres que pueblan estas páginas, visto además el éxito que ha cosechado su En el corazón de las hadas con dicha opción. Después, en la contracubierta, la escritora desvela que un desafío de los personajes será mejorar su ser interior, reciclar sus aspectos negativos en valores positivos. Ahí tenemos la propuesta didáctica de una profesora comprometida con una educación integral. Aunque sea tajante, en su blog https://literatureandfantasy.blogspot.com/, en no encasillar sus producciones en un grupo etario, se trasluce que los jóvenes podrían ser los destinatarios que mejor aprovechasen este mundo imaginario del que decantar estrategias y virtudes necesarias para el nuestro.

A modo de resumen, podemos desvelar que unos habitantes del territorio de Tellus son los muñidores del robo de los cuatro órdenes. Como consecuencia de ello, fenómenos meteorológicos adversos se abaten sobre las cuatro partes del cosmos (sobre Tellus y también sobre Eolum, Ignis y Aquam) y amenazan la existencia de todos sus habitantes. El empeño de los dracos, criaturas mágicas y protectoras del statu quo, será recuperar esos cuatro principios y devolverlos a la torre guía para que semejante pesadilla acabe. En su intento de llevar a cabo tal empresa, contarán con la ayuda inestimable de seres pertenecientes a otras razas. A estos últimos se les podría calificar de disidentes, por su buen fondo con respecto a sus congéneres. Citaremos solo a la aruola Plinia, la acuariana Miera y la mestiza Stell. Stell será educada de acuerdo con la alta misión para la que nació predestinada y encontrará su némesis en Psidium, el aruol más sabio y poderoso.

Tres son las partes en las que se agrupan capítulos de extensión homogénea y asequible (cuatro cuartillas, normalmente). Las historias se alternan por capítulos y eso permite mantener la tensión narrativa al mismo tiempo que profundizar en los caracteres de los personajes. Conforme la trama avanza, los protagonistas de esta novela coral cambian, debido a que se producen alteraciones en el equilibrio de fuerzas (por ejemplo, la llegada del draco Wavel) y giros de guion (la expedición de Theobrom a Eolum, verbigracia). El glosario de nombres que el libro incluye resulta útil para no despistarse.

La acción discurre sin que abunden las escenas de lucha, pero eso no hace entroncar el texto con los cuentos de hadas. Es el diálogo entre los personajes lo que suele informar de las aventuras en las que se van a embarcar para solucionar, poco a poco, una maraña de problemas y enemigos. Por otra parte, el recurso a la magia es frecuente y sugiere imágenes maravillosas de interacción entre esta y la naturaleza (por ejemplo, el anclaje en tierra de las raíces de los aruoles) que me han recordado a escenas de las películas de Miyazaki.

Las ideas de armonía primigenia y pasado ideal subyacen tras los cuatro órdenes, representados en la cubierta por los cuatro arjái de la filosofía presocrática. Su onomástica, así como la de los personajes, es de regusto latino y, en menor medida, árabe, con guiños a la geografía (Tagus, Wâdi) o la literatura (Plinia) de Castilla-La Mancha. Pero, por culpa de la perturbación del espacio tetrapartito, el lector sufre en un entorno hostil que envuelve casi toda la historia: comparte la angustia de estos seres dentro de cuevas y queda, como ellos, a merced de inclemencias meteorológicas constantes.

El «Cread vínculos afectivos» que aparece escrito en alguna parte del libro quizá resuma el mensaje que la autora quiere enseñarnos como valor supremo. Ahora bien, llama la atención su elección de personajes femeninos para encarnar la sensatez y la bondad; y de nombres masculinos para los ladrones de los órdenes. Lo que me preocupa es la caracterización de la raza de los aruoles como los más listos y quienes utilizan la inteligencia con sevicia, en paralelo a la representación de los tellurianos como ignorantes que encarnan el mito del buen salvaje. Es cierto que la sabiduría no implica, por necesidad, el hacer el bien, pero creo que vincularla a la capacidad para manipular al mismo tiempo que se pinta la torpeza con indulgencia puede generar un mensaje pedagógico equivocado. Por fortuna, la autora redacta en el capítulo ‑20 que el acuariano Wâdi se reserva información «por varias cosas que ni él mismo sabía», o sea, por lo que supongo que es el principio de Hanlon y al que me adhiero.

En el relato nos topamos con pasajes de acción memorables. Me han resultado gratos los capítulos -22 (el robo de los órdenes), -15 (la defensa contra el najash), 14 (el musgo en la montaña) y el Stella, 10 (la primera manifestación de Psidium a Stell y los dracos), entre otros que no alcanzo a referir sin contar más de lo debido en una reseña. Por cierto, la numeración de los capítulos es negativa hasta la aparición de Stell. Puede que su llegada marque una nueva era, pero esta jovencita tendrá que afrontar, asimismo, dificultades y el alejamiento de seres queridos, aunque yo mismo no entienda la necesidad de esto último. Lo cierto es que los diálogos adquirirán mayor relevancia en sus intervenciones por telepatía.

Para cerrar la parte de disensiones a partir de opciones personales, pienso que la escritora podría haber dedicado un capítulo entero al reencuentro accidental entre el eolu Albor y su draco Galmam en -17. Tampoco estoy de acuerdo con ella en el destino final que establece para Plinia ni en el tratamiento que otorga a un suicidio, pero esa libertad de los criadores de historias viene bien para que los lectores reflexionemos y nos adentremos en otros enfoques.

Por lo tanto, el párrafo previo no es más que una apostilla subjetiva a una obra de calidad que se disfruta de principio a fin y que infunde los valores de la superación, la igualdad, el perdón y la capacidad de cambio. Recomiendo leer hasta la conexión con la realidad que se fragua en el capítulo último, que me ha resultado conmovedora. La he entendido como un punto de anclaje: con este, se recoge al lector y se lo devuelve al mundo, pero reconciliado con la existencia.

Jesús-C. U. L., 2022


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