14 abril 2022

¡Oh, Señor!

 




Se aproxima lentamente,


la calle, a su paso, enmudece,


el vaivén de tu carroza te venera,


al igual que las almas congregadas.


Tu cruz es nuestra cruz,


te aclamamos y rezamos,


con fervorosa pasión oramos,


mientras una lágrima recorre


nuestra sonrojada mejilla al verte.


Los ojos te aclaman,


te piden, te suplican


clemencia para soportar


nuestro dolor,


nada comparado


a lo que tú sufriste.


Y, de nuevo, tú nos muestras


tu cruz, tu madera infame


que demostró a los humanos


nuestro pecado original


y nuestras maldades;


sin embargo, tu vida diste


para salvarnos.


¡Oh, Señor!


¡Qué poco hemos aprendido!


¡Qué poco valoramos


tus enseñanzas!


Perdónanos porque


sabemos lo que hacemos.


Y acoge en tu seno


a aquellos que claman


por la justicia,


la paz


y el amor verdadero.


¡Oh, Señor!


Enséñanos de nuevo a vivir.


Mercedes Soriano Trapero

Foto: pixabay




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