Enma y María contemplaban el mar desde lo alto de las rocas. Ninguna hablaba, el viento les revolvía los cabellos y la ropa y ellas, impertérritas, miraban el infinito de aquel horizonte acuático que parecía eterno. De pronto, desde algún lugar a sus espaldas, les llegó una sonora alarma.
—¡Ya vienen! —Exclamó María con voz compungida, mientras miraba a su hermana—. Tenemos que marcharnos.
Enma, con lágrimas en los ojos, la miró y ambas se abrazaron.
—No quiero irme, —comentó Enma en un susurro, mientras las lágrimas no dejaban de caer por sus mejillas.
—Yo tampoco, pero no tenemos más remedio. Aquí corremos peligro, lo sabes ¿verdad?
Enma no dijo nada y se apartó de los brazos de su hermana, posando sus ojos de nuevo en el mar. María la tomó de la mano y tiró de ella suavemente. Enma se resistió, hasta que el sonido de la sirena volvió a alertarlas.
—¿Volveremos algún día? —Preguntó Enma entre sollozos.
Su hermana se encogió de hombros. Miraron al mar por última vez, le dieron la espalda e iniciaron el camino de vuelta.
A lo lejos comprobaron el alboroto que había en el pueblo, todos se apresuraban por salir de allí. Sus vidas corrían peligro.
Rápidamente, llegaron a uno de los autobuses, al mismo tiempo que un misil caía en el mar a pocos metros del acantilado en el que antes ellas se encontraban. Por la ventana del vehículo comprobaron, horrorizadas, cómo ese lugar, su lugar favorito, desaparecía. Llorando, asustadas, tomaron sus manos y decidieron mirar hacia delante, con la esperanza de que el negro destino las sacase de aquel horror, su casa, su pueblo, hasta ese momento.
(Dedicado a todos los que se han visto obligados a abandonar sus casas, sus ciudades, por diversos motivos. Seréis felices allá donde vayáis, pero nadie os podrá quitar vuestras raíces).
Merche, tu relato tiene una fuerza increíble. Desde el primer párrafo logras crear una atmósfera cargada de tensión y melancolía. La imagen de Enma y María mirando el mar en silencio es poderosa, como si intentaran aferrarse a ese último momento de calma antes de la tormenta.
ResponderEliminarEl ritmo del texto contribuye a esa intensidad: alternas descripciones evocadoras con diálogos breves y precisos, logrando que cada palabra pese en el desarrollo de la escena. La progresión del suspense es impecable: el viento, la alarma, la urgencia de la huida… hasta llegar al clímax, donde el impacto del misil irrumpe con la contundencia de un golpe seco que deja sin aliento.
También me ha gustado la contención en el uso del lenguaje. La narración no se apoya en artificios innecesarios, sino en una prosa depurada que amplifica el dramatismo sin caer en lo excesivo. Y el cierre con la dedicatoria no solo enmarca la historia, sino que la trasciende, conectándola con una realidad que resuena con fuerza.
Una historia conmovedora y poderosa, que emociona y deja pensando. ¡Felicidades! ¡Un abrazo, compañera!
Muchas gracias, Miguel.
EliminarUn abrazo. :)
Hola, Merche. Me ha gustado mucho el relato. El drama terrible de las guerras y de la gente que se ve obligada a huir de la barbarie. Gracias por escribir sobre esto. Un abrazo!!
ResponderEliminarSí, es una pena...
EliminarGracias, Beatriz.
Un abrazo. :)
Buenas Merche!!
ResponderEliminarQue manera mas conmovedora de relatar una realidad tan dura. Unas niñas, que son el reflejo de la indefensión, aferrándose a su hogar mientras el viento y la guerra, las empujan a irse es desgarradora y hermosa a la vez
Es cierto, nadie puede arrancarnos las raices porque va con nosotros en la memoria, en la piel, en todo lo que somos..
Una entrada preciosa y llena de significado
Muchas gracias, Finil. Es muy duro y, por desgracia, muy actual.
EliminarUn abrazo. :)
Muy fuerte Merche, esa realidad tan cotidiana en esta época en que vivimos, que para nada son importantes las muertes de todos aquellos que nada tienen que ver, que se ven obligados a salir corriendo y dejar atrás lo que fue su vida hasta ese momento. Muy buen homenaje, abrazo grande Themis
ResponderEliminarSí, da mucha pena. Muchas gracias, Themis.
EliminarUn abrazo. :)
Se me erizó la piel, Merche. Surge un sentimiento, mezcla de tristeza, impotencia, nostalgia, dolor, durante la lectura. Y al final la esperanza que tu optimismo, que ya conozco, le imprime a este final que genera un nuevo comienzo, aunque sea en otra parte. Sí, una dura realidad actual y de muchos otros tiempos. Un gran abrazo Merche.
ResponderEliminarNo queda otra, Maty, o te repones o mueres... Hay que fluir con la vida, en lo bueno y en lo malo.
EliminarGracias.
Un abrazo. :)