El círculo se cierra...

 

¡Hola!

Hace justamente un año, el 1 de agosto de 2021, empecé un experimento, el cual no sabía si terminaría, si me serviría, etc. Consistía en escribir cada día, lo que fuese, un párrafo, una página, varias páginas, y de cualquier temática, no necesariamente un diario, sino más bien lo que se me ocurriese en el momento en que me pusiera a escribir. Lo llamé 365 momentos llenos de palabras. La idea era “obligarme” a escribir, practicar e intentar, sobre todo, probar con otros géneros, otras posibilidades y experimentar, porque, al fin y al cabo, era de lo que se trataba, de un experimento. (He puesto “obligarme” entre comillas, porque lo que no quería en ningún momento era obligarme, sino más bien, tener la excusa para…, pero no quería que fuese una obligación pues le quitaría el encanto que tiene y, por tanto, no lo disfrutaría).

Y, para mi sorpresa, ha sido toda una muy grata experiencia. Ayer, 31 de julio de 2022, cerré el círculo y en la foto tenéis el resultado, ocho cuadernos llenos de palabras.

Desde el primer momento tuve claro el soporte en el que escribiría, me gusta escribir “a mano”, más que con el ordenador, me siento más libre y hasta tengo la sensación de que a mi cabeza le gusta más, se inspira más, “vuela” más. He utilizado cuadernos que he comprado y otros realizados por mí, y también diferentes bolígrafos, plumas… (Cada cuaderno está escrito con un bolígrafo diferente). He escrito en cualquier momento del día y cuando más me ha costado, ha sido en los periodos de este año 2022 en los que he estado enferma, por lo que se me acumulaban los días y luego costaba retomar, pero logré vencer a la procrastinación y, como digo, aquí está el resultado, mi tesoro, como yo lo he bautizado.

Algunos de esos escritos me han servido después para el blog, porque algo que empezó como un experimento, después ha tenido una utilidad, por lo tanto los habéis podido leer. Otros no sé si algún día verán la luz por ser demasiado íntimos y otros, bueno, son una amalgama de palabras sin mayor sentido, hay días que, inevitablemente, la inspiración me abandonaba.

Pensé que cuando volviera al trabajo después del mes de agosto del 2021, me costaría seguir con el experimento, pero logré imponerme al estrés del día a día, porque estas páginas también han servido de desconexión.

Gracias a ellas he logrado crear “ensayos de poemas”, ya sabéis que no considero a mis “poemas” como poesía propiamente dicha, sino más bien como un ensayo, y realizar más microrrelatos o microcuentos, género en el que no acababa de sentirme cómoda hasta que empecé con este experimento. Y también de estas páginas han salido ideas como las píldoras creativas, los juegos creativos e inicios de libros más extensos que, quizá, algún día, desarrollo.

En definitiva, ¡me ha encantado! Ha cubierto, con creces, todos los objetivos que me había marcado con el experimento y, además, me ha ayudado a desconectar y, lo que siempre hay que perseguir, a ser feliz. Los considero mi tesoro por todo lo que hay y por todo lo que aprendido y he practicado con ellos. Ahora les haré una funda bonita de scrap para tenerlos todos juntos y, de vez en cuando, hojearé alguno de ellos para recordar o para utilizar alguno de sus escritos en el blog.

Continuaré con la experiencia, pero antes me tomaré un breve descanso para que no se vuelva rutina y, por tanto, pierda el inmenso valor que tiene. Probablemente, si no pasa nada, el 1 de septiembre iniciaré de nuevo el reto (o quizá el 15 de agosto o el 10 o..., quién sabe, quizá no puedo estar tanto tiempo sin hacerlo). En estos días aprovecharé para escribir otras cosas que tengo por ahí a medias y cultivaré el bonito arte de observar, leer y reflexionar para mis futuras creaciones.

Si te gusta escribir, te animo a que hagas algo parecido (si es que no lo haces ya), verás lo gratificante que es y todo lo que sale de ahí...