Microrrelato para el reto juevero propuesto por Campirela en su blog
No era supersticioso, nunca lo había sido, pero cruzarse dos veces con el mismo gato negro, eso no era normal y tenía que significar algo.
Acababa de salir de casa, cuando, con su típico andar pausado y hasta casi chulesco, el gato del vecino, negro, por supuesto, pasó por delante, permitiéndose, incluso, echarle una mirada felina con una clara intención de marcar su territorio.
―Qué poco me gusta ese gato, tan siniestro como el dueño… ―Masculló entre dientes, saludando a continuación a su vecino―. ¡Buenos días, señor Pérez! Sí, no se preocupe, no muevo el coche hasta que Barrabás se haya metido en casa.
Pedro sacó el coche cuando vio que el gato había desaparecido, se bajó a cerrar la puerta de la cochera y justo cuando iba a arrancar de nuevo, Barrabás apareció por su izquierda…
―Maldito gato, vete ya a tu casa y deja de cruzarte conmigo…
Su ansiedad acababa de sufrir un fuerte impacto y las pulsaciones comenzaron a acelerarse, “no soy supersticioso, no soy supersticioso”, se repetía una y otra vez intentando calmarse, “solo es un grato negro, nada más, un simple y corriente gato”.
Por la carretera fue más despacio de lo habitual. Aparcó lejos del trabajo, por no meterse en problemas de aparcamiento cerca de la empresa. Se dirigió a la puerta midiendo los pasos, calculando antes los posibles riesgos para evitar caídas. Saludó con una sonrisa de oreja a oreja a todo aquel con el que se cruzaba, incluido el jefe, para no dar mala impresión y empezar con discusiones tontas el día. Cumplió con su trabajo como nunca, manteniendo, al mismo tiempo, la calma para evitar errores y regresó a casa con la satisfacción de que el gato no había hecho nada malo en su vida. Pero, en el salón, sentada en el sofá, su mujer lloraba desesperada mientras miraba la televisión.
―Cariño, ¿qué ocurre? ¿Te ha pasado algo? ¿Estás bien?
La mencionada solo negaba con la cabeza, hipando, sin poder emitir palabra. En su mano tenía un billete de lotería, el que compraron dos meses antes en Laredo cuando estuvieron de vacaciones. Por fin, entre hipidos pudo decir:
―Nos… ha… tocado… la… lotería… ¡El primer premio, Pedro! ¡El primer premio!
En la calle, Barrabás seguía paseándose a su antojo.
Me has tenido en un sin vivir, pobre hombre que estaba acelerado con el dichoso Barrabás, y mira le toco el gordo ajajja. Muy buen final.
ResponderEliminarGracias, por sumarte y dejarnos un buen premio.
Besotes.
Lamento el sufrimiento, Campi, jeje. Muchas gracias.
EliminarUn abrazo. :)
No puede ser agorera la presencia de un animal con el pelaje negro. Doy fe.
ResponderEliminarSi me va a traer el "mal" de tocarme la lotería, por mí que se cruce a todas horas, ¿no?
EliminarGracias por pasarte.
Un abrazo. :)
Me ha gustado. Un saludo
ResponderEliminarMuchas gracias, Esther.
EliminarUn abrazo. :)
Va, a ver si me cruzo con un gato negro y también me toca la lotería ;)
ResponderEliminarMe encantó el relato, Merche.
Un besazo
Yo voy persiguiéndolos a ver si se me cruzan, jeje.
EliminarMuchas gracias, Dafne.
Un abrazo. :)
Jajajaja y Barrabás tan a gustito.
ResponderEliminarMuy bueno.
Ya te digo.
EliminarGracias por pasarte, Tracy.
Un abrazo. :)
Muy bueno.
ResponderEliminarMuchas gracias, Ánxela.
EliminarUn abrazo. :)
Muy buena vuelta al relato, me sacó una gran sonrisa, pues con eso que uno está predispuesto a que algo malo suceda, te carcajeas de los pensamientos y de ese final tan inesperado. Abrazo bien grande
ResponderEliminarMuchas gracias.
EliminarUn abrazo. :)
Un final muy alentador y que anima a jugar a la lotería rodeado de gatos negros.
ResponderEliminarMe ha encantado la tensión mantenida durante todo el relato.
Un abrazo.
Gracias Marcos.
EliminarUn abrazo. ☺️
Buena suerte ha sido, en cambio, lo que el gato les ha separado! Jeje. Buen relato para este encuentro de supersticiones y afines
ResponderEliminarMuchas gracias, Mónica.
EliminarUn abrazo. :)
Me encantó Merche, por fin Barrabás salió ileso de la tan mala fama que le han hecho a los pobres gatos negros, una historia con final feliz como me gustan a mí.
ResponderEliminarUn abrazo.
PATRICIA F.
Hola Patricia, muchas gracias.
EliminarUn abrazo. :)
Estuvo genial, al final el mishi, es todo un hechicero de la buena suerte, ya tendrá que comprarle una rica lata de atún el hombre. Ahora me voy a hablar con mi bombay para que lea a Barrabás y aprenda jeje
ResponderEliminarMuy lindo, me encantó a pesar que al principio sufrí un poquito.
Un abrazo,
Sí, qué menos que regalarle una lata de atún, jeje. Muchas gracias, Cecy.
EliminarUn abrazo. :)
Hay una administración de lotería que se llama el gato negro. Un abrazo.
ResponderEliminarSí, es cierto, serían familia de Pedro, jeje.
EliminarGracias por pasarte.
Un abrazo. :)
¡Hola, Merche! En este caso bien se puede decir que la superstición cumplió su propósito, en el sentido que nos dio un aviso de que algo había qué cambiar. En tu estupendo relato, el prota ha sabido reaccionar bien ante el gato negro y poner todo de su parte para evitar las posibles consecuencias. Por cierto, ¿dónde dices que está Barrabás? Más que nada para pasarme por allí antes del sorteo de Navidad. Un abrazo!!
ResponderEliminarHola, David, no eres el único que lo está buscando, habrá que indagar un poco...
EliminarGracias por pasarte.
Un abrazo. :)
Je, je, je. Gran relato.
ResponderEliminarPequeño, pero, grande a la vez.
¡Excelente.! :)
Saludos.
Muchas gracias, Vicente.
EliminarUn abrazo. :)
Los gatos negros traen suerte , Merche!! jajaja
ResponderEliminarHe visto al protagonista sonriendo falsamente a todo el que se cruza llegando al trabajo. Me ha recordado al gerente de la empresa en la que trabajé hace muchos lustros. Un tío muy falso.
Entretenido tu relato. Me ha gustado.
Buen fin de semana :-)
Claro que sí, jeje. Gracias por pasarte. Buen fin de semana.
EliminarUn abrazo. :)
Al final Barrabás no resultó ser portador de mala suerte, sino más bien todo lo contrario! Y eso que el nombre tampoco daba quizá demasiadas buenas vibraciones! Je je! Un abrazote!
ResponderEliminarGracias Marifelita.
EliminarUn abrazo. :)
Merche, dame más detalles para localizar a ese precioso gatito jajajja, aún no ha salido el sorteo Un abrazo
ResponderEliminarEn eso estamos, Rodolfo, ya somos varios los que lo estamos buscando. Gracias por pasarte.
EliminarUn abrazo. :)
Llorar de alegría es una bendición. En este caso el gato les dio suerte. Buen micro Merche. Un abrazo
ResponderEliminarSí, es verdad. Gracias, Nuria.
EliminarUn abrazo. :)
¿Esa era la mala suerte que le trajó el gato? ¿Ganar la lotería?
ResponderEliminarTendría que agradecer a Barrabás.
Un abrazo.
Sí, jeje. Gracias por pasarte.
EliminarUn abrazo. :)
Muy bueno. como se pueden torcer las cosas y no siempre hacia el lado malo. cuando se repetía que no era supersticioso me recordaste lo de " no pienses en el elefante blanco"
ResponderEliminarbesosss
Muchas gracias.
EliminarUn abrazo. :)
Y eso llamándose Barrabás...Buena aportación Merche! Un abrazo!
ResponderEliminarlady_p
Eso, jeje. Gracias por pasarte.
EliminarUn abrazo. :)
En adelante algo sería diferente; y el minino lo sabía
ResponderEliminarAbrazo
Muchas gracias.
EliminarAbrazo. :)