Relato para el blog El Acervo de Letras
¡Por fin! Después de once meses de trabajo, por fin había llegado el día de disfrutar de la playa durante quince días. Solos el mar y yo. Nada más.
El primer día de playa lo cogí con ganas, a las nueve de la mañana ya estaba sentada en primera línea de arena esperando que las olas del mar me hicieran olvidar el estrés que había tenido durante el pasado año. No había nadie, solo algún bañista tempranero que apenas se desdibujaba a lo largo del litoral. De repente y sin poder dar crédito a lo que veía, los peces comenzaron a salir del agua quedándose inertes en la orilla. Me acerqué asustada y comprobé que el agua iba desapareciendo poco a poco, dejando a la vista la arena mientras sus aguas se adentraban. La playa ganaba espacio. Por alguna información que había leído, cuando eso pasaba indicaba que un tsunami podía ocurrir, pero en el Mar Mediterráneo no solían producirse esos fenómenos. Algo raro estaba sucediendo y, en vez de salir corriendo y alejarme del posible peligro, opté por seguir andando y adentrarme en el mar que las aguas estaban dejando al descubierto.
No sé cuántos metros recorrí como una autómata cuando descubrí un agujero delante de mí con una abertura de unos dos metros que me impedía continuar en línea recta. Al asomarme a su interior, vi reflejos de diferentes tonos de luz en el fondo y, lo que era más asombroso todavía, no había agua en su interior. Incauta de mí, al acercarme un poco más perdí el equilibrio y un remolino de aire me trasladó a su interior. Gritando y con los ojos cerrados aterricé en una plataforma de cemento. El golpe me dejó aturdida, pero mi curiosidad era más fuerte.
―¡Bienvenida! El mar te ha traído hasta nosotras. ―Dijo una voz a mi lado, sin embargo yo no podía ver a nadie.
―¿Quién ha dicho eso? No veo a nadie.
Estaba asustada. No comprendía por qué había llegado hasta allí, cuando la prudencia me sugería otra cosa diferente.
―Comprendo, pero no puedo mostrarme hasta que descubramos por qué el mar te ha traído hasta nosotras.
―Yo no…, no sé por qué he llegado hasta aquí…
―No tengas miedo, tranquila, no vamos a hacerte daño.
―¿Quiénes sois?
La voz no me respondió. A mi alrededor veía luces de diferentes colores y un gran pasillo que parecía no tener fin. Me incorporé y decidí adentrarme en él. Tenía que seguir, una fuerza superior a mí me invitaba a continuar, mientras el miedo se aletargaba en mi interior.
Nunca había visto nada parecido, las luces se sucedían como en un espectáculo de fuegos artificiales y parecía que levitaba sobre ellas en vez de andar. Tras unos minutos se disiparon y una playa enorme con un sol radiante quedó ante mis ojos. Me senté en su orilla y de nuevo esperé a que las olas del mar me relajaran.
―¿En qué puedo ayudarte? ―Otra vez una voz me hablaba.
―No puedo verte, ¿quién eres?
―Me tienes delante, soy el mar…
―¿El mar? ¿Puedes hablar?
―Claro, y yo soy el que te ha traído hasta aquí…
―¿Por qué? ¿Para qué?
―No lo sé, eso me lo tendrás que decir tú…
―Antes, una voz me ha dicho que…
―Sí, era una de mis olas. Ella es la encargada de dar la bienvenida a los humanos que llegan hasta aquí. Por seguridad no se muestra porque los humanos suelen ser muy atrevidos ante ellas.
―Pero yo no sé si quería llegar hasta aquí, no he pretendido nada, solo me he sentado en la playa a contemplarte. Solo quiero relajarme y verte me da fuerza.
El mar no dijo nada. Las luces que me habían acompañado por el pasillo hasta allí comenzaron a bailar encima de él, mostrándome escenas. No entendía qué ocurría. De pronto me vi a mí misma entre los colores, en mi trabajo, en casa, con mis amigos, analizando aquellas situaciones que más me habían estresado o superado en aquel año. Eran diferentes a cómo las había vivido, verlas desde fuera me hacía reflexionar sobre cómo había reaccionado y lo que había hecho mal o bien y entonces comprendí por qué estaba allí: me enfrentaba a mí misma y eso me haría evolucionar positivamente.
Un grito de un niño a mi lado me despertó. Me había quedado dormida y la gente ya comenzaba a llenar la playa. Solo había sido un sueño, sin embargo, lo sentía tan real que me encontraba diferente. Miré al horizonte y allí, a lo lejos, un pez saltaba en un haz de luces de diferentes colores...
Hola Merche, estupendo relato, como siempre.
ResponderEliminarComo ya sabes soy un enamorado del mar, no he tenido sueños con él, pero si que te puedo decir que he quedado durante horas anonadado por su encanto, me da paz y tranquilidad y,en verdad, te carga las pilas.
Si me encuentro angustiado, voy al mar, si estoy feliz, voy al mar
¿Porqué será?
Saludos y muchas gracias por tu creatividad
Hola, Ric, a mí me pasa lo mismo... A propósito de la pregunta que haces, estoy elaborando un número de la revista dedicado al mar y ahí resumo las teorías sobre por qué nos cautiva tanto. Espero tenerla para la semana que viene, te invito a leerla.
EliminarGracias por pasarte.
Un abrazo. :)
Me apunto a escribir sobre el mar y cómo (esto es una verdad) el sonido de las olas nos sacó a mí y a algún amigo de la pérdida de ubicación en la que nos sumió el confinamiento.
ResponderEliminarBonito relato... para los que sabemos escuchar al mar.
Muchas gracias.
EliminarUn abrazo. :)
Un sueño, pero un profundo y bello sueño que por unos instantes te involucró en el mundo del mar. Me gustó la conversación con la ola. Un abrazo
ResponderEliminarBueno, fue más que un sueño, jeje.
EliminarGracias, Nuria.
Un abrazo. :)
Hola, Merche.
ResponderEliminar¿Y quién dice que los sueños no forman parte de nuestra otra vida, la fantástica, la que deseamos vivir, la que nos libera cada noche para que el día siguiente sigamos resistiendo?
Me encanta el mar, vivo rodeado de él y es el que más me une con la naturaleza. Acabo de escuchar a un filósofo o escritor, no lo recuerdo, decir que somos agua y sal, por lo tanto, desde que nacemos vamos buscando a nuestra otra madre, el agua salada, la Mar. En femenino.
Me encantó tu relato, muestra toda la belleza de nuestras aguas y su verdadera naturaleza, la mágica.
Un abrazo grande.
Qué suerte tienes de vivir rodeado de mar... Para mí, el mar es mágico, por tanto, algo de magia debía haber en él.
EliminarGracias, José Antonio.
Un abrazo. 🤗
Un bello sueño que la llevó a ver su vida de otra manera, el mar tiene magia, pero yo prefiero ver esa magia en invierno, cuando no hay gente.
ResponderEliminarUn abrazo.
PATRICIA F.
Sí, es cierto, mejor cuando no hay nadie. Gracias por pasar, Patricia.
EliminarUn abrazo. :)
El mar, la mar, es hechizante, sentir su murmullo o su enojo, verlo en calma o turbulento, mecerse con él, dejarse llevar, caminar por sus playas vacías, con el grito de las gaviotas, recuerdos miles de recuerdos. Abrazo grande, Themis
ResponderEliminarMil gracias, Themis.
EliminarAbrazo. :)
Hola Merche, yo soy una enamorada del mar, y he tenido la suerte de vivir pegada a él la mayor parte de mi vida. Ahora no tanto, aunque lo tengo a 1 hr. Me encanta que en tu relato el mar sea el "maestro" que nos aclara las cosas ,y es que es así, no hace falta mucho, tan solo mirarlo, dejar que la vista descanse en su majestuosidad para que nos las revele. A mí una vez que estuve en serio peligro de ahogarme por descuidada, me enseñó muchísimo.. sobre todo a valorar lo que tengo y apreciar la vida y los momentos aunque sean malos. Estoy convencida de que era una lección que necesitaba. Estar vivo es increíble. Gracias por tu relato, me encantó.
ResponderEliminarHola, Ana, uuufff, menuda lección de vida, sí... El mar es bonito, pero no debemos descuidarnos como cualquier elemento de la naturaleza. Una suerte tenerlo a una hora. Disfruta de él todo lo que puedas.
EliminarGracias por entrar.
Un abrazo. :)
Un relato fantástico! Para mí el mar es un referente, forma arte de mi vida cotidiana. No podría vivir para siempre en el interior aunque también tiene su encanto. Me gustó un texto. UN abrazo!
ResponderEliminarMuchas gracias, Lady.
EliminarUn abrazo. 🤗
Las vacaciones nos hacen reflexionar sobre lo que hemos hecho durante el periodo y nos ayudan a volver a la rutina con nuevas ganas. Un abrazo
ResponderEliminarAsí es. Gracias, Federico.
EliminarUn abrazo. :)
Genial, Merche.
ResponderEliminarNada tan relajante como el mar para dejarse llevar por la brisa, las olas y dormir un plácido sueño en la orilla.
Un fuerte abrazo :-)
Ya te digo, Miguel.
EliminarGracias.
Un abrazo. :)