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Tuvieron que hacer caso al elfo y aunque intentaron buscar ellos mismos los utensilios de magia que, supuestamente, tenían en la casa, ni sabían dónde buscar ni qué. Lin, por su parte, recorría la casa con una agilidad pasmosa encontrando todo tipo de enseres mágicos: el tazón de leche de la abuela, su preferido, en realidad era un adivino del futuro; la vieja radio, un comunicador, ―por eso fallaba tanto, comentaba Elena―; la mecedora, un vehículo transportador; el rallador, un potente transformador de partículas; la cuchara de madera con la que Elena removía la comida todos los días, otra varita mágica… Y así hasta un sinfín de artículos más. A los niños les sorprendió, pero Elena estaba perpleja, eran cosas que ella utilizaba a diario y, excepto la radio, que siempre sintonizaba emisoras extranjeras, ―o eso creía ella―, nunca había sospechado nada.
―Como le he dicho a tu nieto, no mirabas con los ojos adecuados. Cada poco tiempo, un artículo mágico nuevo surgía en tu casa, esperando que tú o alguno de tus nietos lo descubrierais. Hace tiempo que deberías haber estado con nosotros.
―Pero yo…, yo… ―Elena titubeaba sin saber bien qué decir.
―Recuperados todos los objetos de magia, toca hacer las maletas, os ayudaría y lo haríamos en un segundo, pero prefiero que lo hagáis vosotros… Tenéis media hora. ―Comentó el elfo mirando un reloj o algo parecido que llevaba en un bolsillo―. Mientras, seguiré con la casa, es necesario tomar algunas precauciones.
―¡Solo media hora! No me va a dar tiempo. ―Protestó Lucía.
―Muy bien, pues nos iremos sin ti entonces.
Lin no se andaba con rodeos y Lucía salió corriendo a su cuarto a recoger todo. Mario y Elena la siguieron. El niño pensando que solo echaría sus juguetes en la maleta y Elena, sin creerse todavía lo que iba a suceder, haciendo memoria de los años pasados junto a esos utensilios mágicos.
Hubo que esperar cinco minutos más a que Lucía terminara, pero los tres estaban a la hora convenida en la puerta de la casa con sus pertenencias. Sin embargo, el elfo no estaba esperándolos o metiendo prisa, como acostumbraba desde que había llegado. Lo vieron pasando de una habitación a otra, deprisa, murmurando cosas y dejando unas pequeñas esferas en algunos puntos.
―Bien, he terminado, había mucho que hacer…
―¿Qué es eso que has ido dejando? ―Preguntó Mario.
―Magia. La casa estará viva mientras no estéis, para disimular, ya sabéis. Las esferas proyectarán vuestras siluetas y voces, por si alguien se acerca a mirar. Las luces se encenderán, saldrá humo por la chimenea… En fin, todas esas cosas que suceden en una casa. No queremos curiosos.
―Pero…, ¿es que no vamos a volver? ―Elena no se había ido todavía y ya echaba de menos su hogar.
―Sí, volveréis, algún fin de semana… No sé, lo que decidamos. Cuando empecéis a practicar magia, seréis peligrosos, pues podéis poner el riesgo a toda la comunidad si no domináis los hechizos o cualquier otra cosa.
―No creo que mis vecinos se den cuenta, nos separa mucha vegetación y tampoco creo que seamos peligrosos para ellos…
―Para ellos no, mi ingenua Elena, para la comunidad mágica. Cualquier error vuestro, nos puede poner al descubierto, por eso hay que tomar muchas precauciones, sobre todo, al principio.
Elena decidió callarse. Lin no era un ser muy cordial, solo esperaba que en el mundo mágico hubiera seres más cordiales, de lo contrario, quizá tendría ganas de volver a su hogar y olvidarse de eso de ser maga, bruja o lo que fuera. Por lo menos estaría con sus nietos y eso la alegraba, aunque no se encontraba lo entusiasmada que estaban ellos por esa aventura.
(Continuará)
Va muy bien Merche, nos dejas enganchados a ver qué tal les va con la aventura. Muy ingenioso eso del hechizo en la casa para que aparente que está "viva" y todo en orden. Me gustó. Saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias, Ana.
EliminarUn abrazo. :)
Una pena que tengan que dejar su casa para ser magos. Un abrazo.
ResponderEliminarClaro, tienen que ir con el resto de criaturas mágicas...
EliminarGracias, Federico.
Un abrazo. :)
La historia va tomando un nuevo cariz con esta preparación para marcharse. Me dejas con la intriga de cómo continuará, Merche.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo :-)