24 marzo 2025

Otra aventura de Los Aquens.

 

Relato para el VadeReto de El acervo de letras





(Relato inspirado en el inicio, todo lo que está en cursiva, del libro Los Aquens)



Allá lejos, muy lejos de toda civilización, enclavado en las montañas conocidas como “las Simas”, al norte del país y de la tierra, nace, de entre las profundidades de las montañas, un río, el más largo y caudaloso de la zona: el río Magus o mágico como lo llaman algunos, pues nadie conoce su nacimiento.

En su inicio parece salir de la propia montaña, de su interior, para después ir haciéndose más grande al recoger las aguas de esas formaciones rocosas tan majestuosas. Y, en su curso, va regando la frondosidad que cubre el terreno y saciando la sed de la fauna que vive en aquellos lugares.

A pocos kilómetros de su nacimiento, cuando todavía no se dibuja bien todo su recorrido y las rocas se escabullen entre sus aguas entrometiéndose en su camino…, aquí, bajo las aguas, escondidos entre las rocas nos encontramos con una ciudad de seres maravillosos, emparentados con hadas, ninfas, duendes y elfos, conocidos como los Aquens.

Son seres con apariencia humana, orejas puntiagudas y membranas entre los dedos de pies y manos que les facilitan su movimiento por el agua, además de un sistema de respiración que les permite estar tanto en la superficie como en el agua; por lo demás su aspecto y resto de órganos es muy parecido al de los seres humanos. Su diminuto tamaño, apenas llegan a los diez centímetros en edad adulta, les hace estar siempre alerta por todos los peligros que les acechan, aunque el peor de ellos, sin duda, es la mano del hombre.

Cuidan de los ríos y de toda su flora y fauna, poseen cualidades mágicas y todos los sentidos muy desarrollados.

Su mundo, su ciudad, llamada Aquer, está gobernado por una reina, Scira, y un consejo de sabios, los más ancianos del lugar (los Aquens pueden llegar a vivir ciento cincuenta años aproximadamente). Todos tienen una labor en Aquer, pero lo que predomina por encima de todo es el respeto y cariño hacia la naturaleza y los demás seres vivos.

―Mis queridos Aquens, siento deciros que el río Magus está en peligro―. La reina Scira había sopesado mucho sus palabras, sin embargo, el problema era tan grande que había que actuar de inmediato, los demás entenderían su mensaje―. No quería alarmaros, pero tenemos que desplazarnos rápidamente al nacimiento del río y ver qué está ocurriendo.

Los Aquens prorrumpieron en palabras de asombro, miedo, estupor…, no dudaban de las palabras de su reina, pero las preguntas se agolpaban en sus cabezas.

―Mi reina, pondremos en serio peligro a nuestro río si viajamos hasta sus orígenes. Pocos conocen dónde su encuentra y es preciso mantenerlo en secreto, por su bien y por el nuestro. ―Comentó Riex, el más anciano del consejo de sabios.

―No nos queda otro remedio. Me consta que ocurre algo allí y el río está en peligro. Si no acudimos a solucionarlo, dejará de existir y nosotros con él.

Las palabras de la reina Scira volvieron a crear alarma entre los Aquens, mientras el consejo de sabios, pensativo, guardaba silencio. La reina continuó su discurso.

―Solo iremos tú y yo, Riex, ningún Aquens más. Nos serviremos de dos pájaros para llegar hasta allí, veremos lo que ocurre y, si es necesario, evaluaremos las medidas a tomar.

―Me parece bien, mi reina. ¿No deberíamos llevar algún escolta más por su propia integridad?

―No es necesario. Yo puedo valerme por mí misma, tampoco nos arriesgaremos mucho, solo evaluaremos la situación.

Muchos de los Aquens no vieron con buenos ojos que la reina fuera hasta allí con tan poca compañía, podría correr peligro. Sin embargo, ya conocían su manera de actuar y no podían argumentar nada en contra.

Sin dilatar mucho sus órdenes, Scira y Riex partieron. Solo ella y el consejo de sabios eran conocedores del lugar exacto del inicio del río Magus, por tanto, de momento, la integridad del mismo estaba garantizada.

Los pajarillos llegaron pronto a su destino. En las profundidades de las montañas se encontraba el nacimiento del río. Scira y Riex desmontaron de su transporte y se introdujeron por una grieta de la montaña. Pronto descubrieron las piedras preciosas que alimentaban el lugar, llenándolo de brillo y majestuosidad. No podían, sin embargo, detenerse a contemplarlas. Su objetivo se encontraba al final de ese pasadizo: una sala circular repleta de oro en sus paredes y en cuyo centro un pequeño árbol se alimentaba de su luz, despidiendo una savia que, mezclada con la arena de la montaña, se transformaba en agua, la misma que daba vida al río Magus.

Todo parecía estar en orden hasta que contemplaron, estupefactos, que el pequeño árbol se estaba secando. Scira corrió hasta él, era más o menos de su tamaño, por tanto pudo amarrarse a su tronco y escuchar lo que el árbol tuviera que decirle.

―Scira, reina de los Aquens, has oído mi llamada. Te agradezco que hayas venido.

―¡Oh, árbol de la vida! ¿Qué tienes? ¿En qué podemos ayudarte?

―El oro de las paredes me proporciona luz; mi propia savia, una vez transformada en agua, riega mis raíces y los orificios en el techo de la sala me proporcionan el aire que necesito para respirar. Sin embargo, algo o alguien está taponando esos orificios. Necesito la ayuda de los Aquens para ver qué está ocurriendo. Si no lo solucionáis pronto, moriré y conmigo, el río.

―Y con el río, nosotros. Es grave lo que me cuentas, árbol de la vida. No te preocupes, ahora, Riex y yo misma, con ayuda de los pájaros, inspeccionaremos la zona para ver qué puede ocurrir. Nos vamos. ¡Hasta pronto!

Y sin más tiempo que perder, Scira y Riex corrieron hasta el exterior de la montaña, montaron en los pájaros y ascendieron hasta arriba para comprobar qué le ocurría a la Sima. Por desgracia, pronto pudieron comprobar, atónitos, lo que estaba pasando: la propia montaña también se secaba. Toda la vegetación de la misma yacía seca entre las rocas, tapando los orificios por los que el árbol de la vida respiraba.

―¿Qué ocurre, mi reina? ¿Qué está pasando? ―Preguntó, alarmado, Riex.

Scira solo pudo encogerse de hombros, muy a su pesar.

Una nube negra recorría el cielo, tapando, incluso, al mismo sol.

Ahí tenemos la respuesta, Riex, ¡contaminación! La mano del hombre otra vez...



Mercedes Soriano Trapero
Los Aquens
Para el Acervo de Letras



18 comentarios:

  1. ¡Merche! He disfrutado muchísimo esta aventura de los Aquens, y me parece un relato mucho más profundo de lo que aparenta a simple vista.

    Tu forma de enmarcar la historia es preciosa: ese inicio en cursiva nos sumerge en un universo con identidad propia, casi como si estuviéramos leyendo una leyenda transmitida de generación en generación. Me recordó a los inicios del realismo mágico o incluso a fábulas ecológicas modernas.

    Me ha encantado cómo gestionas el ritmo. Empiezas con una cadencia poética, muy sensorial y serena, y poco a poco el texto va acelerando hacia la urgencia y el conflicto. Ese crescendo funciona muy bien para llevarnos, sin darnos cuenta, del asombro a la preocupación.

    El conflicto —la amenaza al río Magus— no necesita villanos con capa: basta con una nube negra y una reina diminuta que sabe escuchar. Y ahí está la magia. Esa escena con el árbol de la vida es puro efecto Pigmalión: el vínculo que creas entre Scira y el árbol tiene un poder emocional enorme. Él la llama por su nombre, y ella responde con empatía, sin grandilocuencias. Eso es liderazgo y conexión con lo sagrado.

    El final, con la revelación de la montaña tapada por su propia vegetación muerta, tiene la fuerza de una bomba de relojería emocional: lo sabemos, lo temíamos, pero solo lo entendemos cuando el árbol no puede respirar. Y ahí está esa frase final que resuena como un eco: “la mano del hombre otra vez…” Brutal. No hace falta más.

    Gracias por regalarnos este fragmento del mundo de los Aquens. Tiene corazón, belleza y un mensaje urgente que atraviesa la fantasía para hablarnos de lo que somos.

    Un abrazo enorme, Merche.

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    1. Hola, Miguel, muchas gracias. El inicio es de mi primer libro, Los Aquens, disfruté mucho escribiéndolo y quería tener de nuevo esa sensación.
      Un abrazo. :)

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  2. Hola Merche, un relato hermoso, aunque al final triste porque la mano del hombre siempre anda jodiendo todo ¿verdad? Me gustan tus valerosos personajes. Últimamente yo he encontrado inspiración en relatos míos anteriores que me ayudan a generar otros relatos. Me parece que eso has hecho acá con tus Aquens. Te felicito, te quedó preciso, merece continuación. Saludos.

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    1. Hola, Ana, así es, el humano siempre es responsable del 99% de los sucesos que ocurren en la tierra.
      Gracias.
      Un abrazo. :)

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  3. Los Aquens son criaturas de bien, pero para detener la contaminación tendrán que detener al humano, y este ni escucha ni entra en razón: solo entiende con medidas extremas. Confío en los Aquens. :)

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    1. Confía, confía, jeje. Son criaturas mágicas, solo un milagro puede "salvar" a los humanos.
      Gracias, Cabrónidas.
      Un abrazo. :)

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  4. ¡Qué lindos los Aquens! ¡Merche, tus personajes son siempre tan maravillosos, tan lindos! Y me encanta que hayan venido aquí a hacer su buena obra, aunque el hombre es destructor, en ellos se puede ver una esperanza y eso es precioso precioso. Gracias Merche, te dejo abrazo tras abrazo 🤗🌹🌹🌹🌹

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  5. Hola, Merche.
    Una fábula preciosa y con una estupenda moraleja que debería hacernos reflexionar, pero ¡estamos tan ciegos y sordos!
    Me ha gustado mucho como has descrito a tus pequeños duendecillos y la forma en que nos has llevado con ellos hasta las entrañas de la montaña. Además de su integración y complicidad con la naturaleza.
    Esta historia merece seguir disfrutándose y eso tiene fácil solución. Ya te comentaré cuando la continúe. 😜
    Muchísimas gracias por regalarla para el VadeReto, vuestros relatos siempre lo hacen más mágico y bello.
    Abrazo Grande.

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    1. Hola, José Antonio, ya te digo, estamos muy ciegos, sordos e inútiles...
      No sabes cuánto me alegra saber que piensas continuar la historia, jeje, a la espera me dejas.
      Muchas gracias.
      Un abrazo. :)

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  6. Pues qué bien te ha quedado... Has creado todo un mundo super imaginativo, y además de una belleza muy simbólica ese árbol de la vida... Me encanta que de sus raíces salga la salvia que alimenta al río y le da la vida.
    Ahora queda ver cómo se las apañan los pequeños Aquens para solucionar tan gran problema; seguro que tu talento ya tiene preparado una continuación...
    Con esta bonita historia también reflejas que todos estamos unidos, y si uno de nosotros (pongamos el "reino humano") falla o se corrompe afecta a todos los demás, como así está sucediendo en nuestra bonita Tierra.
    Felicidades! Y un abrazo :)

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    1. Hola, Maite, muchísimas gracias por pasar y comentar. Los Aquens son pequeños, pero grandes, ya verás cómo sí pueden con eso, jeje.
      Un abrazo. :)

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  7. Qué bonito, Merche. Un cuento lleno de magia y dulzura con una crítica final potentísima. Maravillosos estos guardianes de la Naturaleza que luchan conta algo terrible y contagian amor y respeto por un mundo que debería ser también el nuestro. Me ha gustado muchísimo: personajes, tono, ambientación... Precioso.

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    1. Muchas gracias, Marta, los Aquens son nuestros guardianes, porque nosotros no sabemos comportarnos...
      Un abrazo. :)

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  8. Los Aquens, de nuevo están en el ruedo, han regresado para llenarnos de bellas historias, anécdotas y aventuras, muy bueno, abrazo grande Themis

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