"Si nada nos salva de la muerte,
al menos que el amor nos salve de la vida"
- Pablo Neruda.
Se marchó el mismo día que empezaba a quererla; sin un adiós, sin un "nos veremos" o quizá un "me voy porque no quiero enamorarme".
Nada.
Y tardó en olvidarla, mucho más tiempo que el que había tardado en enamorarse y cuando creía que ya estaba curado y que podía querer a otra persona, apareció, con una disculpa y un "no sé por qué me fui".
La miró, la estudió y la dejó plantada, ya no se fiaba de ella, y se marchó con una sonrisa, un corazón nuevo y la esperanza de encontrar un verdadero amor.
Mercedes Soriano Trapero
Foto: pixabay
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