Relato para el Acervo de Letras
Entré despacio en el lugar, solo veía sombras y el silencio se apoderaba de mis oídos con un susurro maligno de impotencia. Sabía que ella estaba allí, la sentía, se aliaba con el mísero ambiente y al tiempo parecía, incluso, detener.
No me esperaba, ella mantenía su rictus de tranquilidad, esa que tanto me exasperaba. Pero eso se iba a acabar, ya no me molestaría por no poder tenerla, ya no me interrumpiría en medio de mis prisas, ya no sería esa diosa incapaz de alcanzarla, ya no… No me lo pensé. Subí el brazo, agarré el arma con fuerza y disparé.
La bala rompió el silencio inundó de calor las sombras y el tiempo comenzó a correr tic tac no veía nada tic tac mi respiración se aceleraba por momentos el miedo me colapsaba las neuronas tic tac cerré los ojos quería salir de allí echar a correr y olvidar lo sucedido tic tac tic tac tic tac pero ya no había remedio todo había acabado y a partir de entonces el mundo sonaría así tic tac y yo era el culpable yo había acabado con ella yo solo yo en qué estaba pensando qué sería ahora de nosotros tic tac tic tac tic tac yo había matado a la paciencia solo yo y nuestra muerte era inminente y solo nos quedaba rezar rezar rezar y
Y llegó ella
con su capa orgullosa de calma,
sus detenidos pasos,
sus silenciosos modos,
la encarnación de la paciencia.
Y, entonces,
sacó de quicio al crío
que comenzó a llorar;
al perro,
que comenzó a ladrar;
al gato,
que se encrespó
e, incluso,
a las moscas
que se detuvieron,
¿se detuvieron las moscas?
¡No me lo puedo creer!
Pero, con su intachable capa,
rodeó al crío,
que se calmó;
azuzó al perro,
que se retiró;
atrapó al gato,
que se durmió
e, incluso,
siguió deteniendo a las moscas…
¡No me lo puedo creer!
Santa paciencia
de los santos pasos
y las santas fuerzas
si tú supieras qué falta me haces a veces…
¿Dónde tienes esa capa?
¿Dónde la puedo adquirir?
Ah, que no se vende en tiendas,
pues…, ¿dónde la encuentro?
¿En mí?
Sacude la capa,
rodéame,
azúzame,
atrápame,
porque te aseguro
que conmigo no surte efecto…
Santa paciencia
de los santos pasos
y las santas fuerzas;
yo te invoco
para no perderte más,
y si tú me prestas tu capa,
aunque solo sea por un momento,
te prometo
que al mundo cambiaré.
Santa paciencia
de los santos pasos
y las santas fuerzas;
paciencia...
No me lo pensé. Subí el brazo, agarré el arma con fuerza y disparé. Al aire. A la nada. Al vacío. Y rogué de nuevo para que acudiera la paciencia...
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