Realidad
12-4-17
Terminan las vacaciones de Semana Santa, otra vez al instituto, no quiero ir. Son las seis de la mañana, en dos horas comenzará mi calvario. No he podido dormir en toda la noche, el psicólogo me ha recomendado que escriba, que eso me ayudará. Tengo ganas de vomitar. Ya no aguanto más.
Las nueve. Mi madre me ha dicho que no vaya, he estado vomitando todo el rato. Me pregunta una y otra vez que qué me pasa. Se lo he contado mil veces, me dice que pase de esa gente que me llama gorda y fea, que a ella también le ocurría lo mismo. Le pregunto que qué hacía ella, que cómo conseguía olvidarse de ellos y que no le afectara lo que le decían. Siempre me dice lo mismo: que se refugió en sus amigas y en los libros, leía todo lo que caía en sus manos y esto le ayudaba. Pero es que ahora es diferente, en sus tiempos no eran tan bordes, a mí me saludan diciéndome “hola gorda”, “adiós gorda”. No es lo mismo que te lo llamen una vez, a constantemente. No es justo. Y encima soy yo la que tengo que ir al psicólogo porque el orientador del insti así se lo ha recomendado a mis padres, dice que no me integro, que no presto atención en clase, ¿pero cómo me voy a concentrar? Mire donde mire hay uno de mis compañeros llamándome gorda; alguno de mis profesores, incluso, lo ha visto y le ha regañado, pero no ha servido de nada, después, en la calle, ha vuelto a hacerlo y peor… ¿Y si dejo de comer? Así adelgazaré y ya no me llamarán gorda.
14-9-17
¡He adelgazado diez kilos! Me ha costado, el verano ha sido duro, de vez en cuando me comía un helado y después lo vomitaba, así he conseguido adelgazar. Mi madre está preocupada, pero yo le hago muchas bromas para que vea que estoy feliz, que soy otra. Tengo ganas de que empiecen las clases, mañana veremos las reacciones de mis compañeros, seguro que ya no me llaman gorda, este año será distinto. Lo peor es que mis amigas han pasado de curso, ya están en tercero, yo tengo que repetir segundo. El último trimestre falté mucho a clase, no aprobé ninguna. Ya tengo preparada la ropa que me pondré mañana: unos vaqueros súper ajustados que me sientan genial y una camiseta luciendo el ombligo, ahora puedo hacerlo. Esta tarde, además, tengo cita en la peluquería, me voy a alisar el pelo y a cortar el flequillo; y este verano mis padres me regalaron un Iphone: seré la atracción del insti, nadie tiene un Iphone, mis amigas fliparon cuando lo vieron. Estoy impaciente por ir.
15-9-17
La vida es una mierda. Me han puesto en la clase con uno del barrio que siempre se está metiendo conmigo, al verme sentada allí me ha mirado y ha soltado en voz alta: “gorda, tú también aquí, qué bien, este año me lo voy a pasar genial”. Le he insultado, le he dicho de todo, justo en el momento en el que entraba la tutora, una profe nueva que acaba de llegar al insti. Me ha castigado y casi me pone un parte. De nada ha servido todo el sacrificio que he estado haciendo, no quiero volver.
20-10-17
No he tenido ganas de escribir, tampoco me pasan muchas cosas, llevo en cama desde hace un mes, no paro de vomitar, los médicos pensaban que era un virus de esos de la barriga con nombre raro, pero el psicólogo dice que es ansiedad. No lo sé. Yo lo único que sé es que no quiero volver a clase.
21-11-17
Ha venido mi tutora nueva a verme. ¡Vaya sorpresa que me he llevado! Me ha dicho que le han informado sobre mí y que quería hablar conmigo. Yo no le he contado nada, pero dice que va a volver.
17-12-17
Estoy mucho mejor. Mi tutora ha seguido viniendo, a veces hasta tres veces en semana, me trae los ejercicios de clase y hablamos. Me he sincerado con ella y le he contado todo lo que me pasa. Es súper maja. Me comprende, pero no como mi madre, solo me alienta, me sube la autoestima, me apoya, entiende lo que le cuento, no me dice que pase de esa gente, sino que yo me valore más. Tiene razón: la opinión de “esos” sobre mí, es su opinión, no la del resto del mundo. Mis padres me quieren, mis amigas también, ella me quiere y los demás profesores, con kilos o sin kilos, da igual. Los que se meten conmigo solo quieren verme amargada y lo hacen porque quieren sentirse superiores, no lo son. Me hubiera gustado conocerla antes.
11-6-18
Son las seis de la mañana, no he podido dormir en toda la noche, estoy nerviosa. Hoy vuelvo al instituto después de no ir en todo el curso, voy a hacer los exámenes finales. Mi tutora me ha ayudado en todos los sentidos y estará conmigo. No tengo miedo a esos niñatos ni a nadie, solo quiero que los exámenes me salgan bien. Quiero ser profesora.
24-6-18
¡He aprobado todo! No me lo creo, estoy feliz. Por el pasillo cuando salía, alguien me ha dicho gorda, me he acercado a él y sonriendo le he dicho “a mucha honra” y me he ido. Sus amigos, que me han oído, se reían de él, por la cara de “atontao” que se le ha quedado. ¡Me siento genial! ¡Ah! He pedido a mi padre que venda el Iphone, el dinero que le den lo llevaremos a una ONG para que coman los niños sin recursos.
Mercedes Soriano Trapero
El bullyng es una lacra en cuya solución deberíamos implicarnos todos. Hace poco traté este tema y descubrí que en nuestro país se suicidan unos 200.000 jóvenes al año víctimas del acoso escolar. Es una cifra insoportable y, lamentablemente, el bullyng sigue en aumento.
ResponderEliminarFantástico relato, Merche. Afortunadamente has escrito un final feliz a tu protagonista.
Un abrazo
Hola Matilde, es así, lo he sufrido, lo he visto, lo he tratado y casi me topo con él a diario, pero la sociedad mira hacia otro lado porque vemos, siempre, lo que el otro hace mal, pero no lo que nosotros hacemos mal, así es imposible que el problema se solucione. Gracias por tu comentario. Un abrazo. :)
EliminarTerrible y tan cierto! Y cuánto se sufre con esto, casi siempre calladamente.
ResponderEliminarAbrazo Merche!
Gracias Maty. Un abrazo. :)
EliminarEse mal de todos los tiempos, que en esta actualidad se ha acentuado con tanta fuerza que se sufre demasiado con él, muy bien retratado el cuadro y un final que muchos tendrían que tomar como ejemplo. Abrazo grande y gracias Merche
ResponderEliminarYo vivo en un mundo utópico y creo que siempre es ese final feliz, pero la realidad es bien distinta a veces, por desgracia. Muchas gracias por tu comentario. Un abrazo. :)
Eliminar¡Hola, Merche! Un relato descarnado, aunque con final feliz. En mis tiempos, ya soy como el abuelo cebolleta, también existían esos menosprecios y acosos, aunque no sé si los de entonces pasábamos más. A mi llamaban vaca era un niño obeso y alguno durante un año anduvo dándome algún que otro mamporro al salir de clase o en el patio. Respecto a lo primero, la verdad es que no recuerdo que me afectara nada, con un buen gilipollas como respuesta luego tan amigos. Lo segundo, se resolvió con un par de guantazos de vuelta justo cuando di el estirón y ya no se atrevió a acosarme más.
ResponderEliminarNo sé, es un problema muy grave, quizá no se dan las armas a los niños de hoy como a los de antes que teníamos que espabilar pronto. Un abrazo!
Hola, Merche.
ResponderEliminarTratas un tema peliagudo y complejo que no deja de repetirse. Desgraciadamente no siempre suelen tener un final tan positivo como en tu relato, pero esas ayudas que se encuentran cuando alguien comprende tu situación son fundamentales e inestimables.
Un fuerte abrazo :-)