Relato para el reto del blog Acervo de Letras.
Esa habitación de aquella hospedería de un lugar perdido entre las montañas lo tenía todo para relajarse: calma, quietud, naturaleza, una ligera brisa que mecía los miles de árboles que la rodeaban, invitando al sueño con solo poner las posaderas en la monumental cama de la habitación… Y así fue, el sueño me venció enseguida, la paz que se respiraba era tan intensa que no recuerdo el tiempo que permanecí dormida. Un sueño tan reparador que cuando abrí, con torpeza, los ojos, me costaba ubicarme, tanto en el lugar como en el tiempo. Desconocía dónde me encontraba y las horas que llevaba allí, mi cuerpo yacía sobre una cama de hojas verdes en el suelo, aparentemente, pero tan confortable que daban ganas de girarse y seguir durmiendo. Sin embargo, había algo en la atmósfera que me inquietó: no se oía nada, ni el viento, ni los pájaros, ni siquiera algún molesto insecto incordiaba por allí. Poco a poco, intenté abrir los ojos, no veía bien, no sé si producto del sueño o de la oscuridad que comenzaba a inundar el lugar.
Con miedo, terminé de abrir los ojos y comprobé que otros ojos color miel, no humanos, me observaban a cierta distancia. El corazón comenzó a desbocarse, aunque no intenté moverme, paralizada por el terror que sentía. Mis pupilas se dilataron, mi mirada se agrandó, mi respiración se entrecortó y el mundo, como ocurría a mi alrededor, se detuvo. Esos ojos, a su vez, seguían mirándome, nada más, sin parpadear, sin alterar un ápice su recta línea vertical que recordaba a una fiera, a algo que aterrorizaba, y mucho, con solo pensar en el cuerpo descomunal que debía tener.
De nuevo, intenté moverme, mis músculos no me respondían y, entonces, una voz profunda exclamó:
¡Abre los ojos!
Primero débilmente, para ir, de manera progresiva, aumentando su volumen.
¡Abre los ojos!
¡Abre los ojos!
¡Abre los ojos!
Grité, con todas mis fuerzas y sí, abrí los ojos, con el corazón acelerado, la frente perlada de sudor, mis facciones descompuestas y el pánico recorriendo mis venas…, para comprobar que me encontraba en aquella habitación, esa monumental cama, de una hospedería, sin miradas de ojos color miel y con los pájaros trinando en el exterior.
Respiré aliviada, me incorporé para estirarme, un sueño tan reparador que hasta había terminado en pesadilla. Para quitarme el sopor y el terror, me lavé la cara con abundante agua fría y, al mirarme en el espejo, vi mi mirada transformada; me froté los ojos, me volví a lavar y al observar de nuevo, mis ojos se habían convertido en unos ojos de color miel y pupila vertical.
Hola, Merche, lo de la pesadilla ya tiene su parte de angustia, pero ese final, un misterio total.
ResponderEliminarUn abrazo!
Hola María Pilar, sí, dejo a los lectores que imaginen qué le pudo pasar. Un abrazo. :)
EliminarBuenísimo. Me encanta eso de dejar en el lector la o las respuestas, dar lugar a que la imaginación viaje hasta donde sea. Como el artista que, una vez que termina su obra, esta se convierte en algo de todos, y cada quien ve lo que quiere o puede.
ResponderEliminarUn gran abrazo Merche 🌹
Hola Maty, muchas gracias... Reconozco que no soy yo de finales abiertos, soy muy cuadriculada (como me dice mi madre), pero no sé por qué este salió así y es que..., ¿quién era en realidad la protagonista del relato: una persona, un animal, un ente...?
EliminarUn abrazo. :)
Muy buen relato Merche. Cuando ya parecía que todo había sido, efectivamente, una pesadilla, y ya nos habíamos recuperado del sobresalto, resuelves, brillantemente, el relato con una inesperada sorpresa. Magnífico!
ResponderEliminarUn abrazo!
Hola Antonio, muchas gracias por tus palabras. Un abrazo. :)
EliminarTodos tenemos un lado oscuro, que es el humano, pero ¿el otro?
ResponderEliminarUno todavía más oscuro o, bueno, a veces es rosa, según el día...
EliminarGracias por tu comentario.
Un abrazo. :)
Wow, Merche.
ResponderEliminarNos has dejado en lo mejor. Ahora mi cabeza se pondrá a idear dos mil teorías a cuál más perversa y fantástica. ¡Meencaanta!
¿Serás el Salvador Espacial? ¿Tal vez, la espía en Hong Kong? ¿O quizás, la diosa Bastet? ¿O acaso, "mi" perverso castigo? Seguiremos imaginando.
Fantástica pesadilla, digo relato. ¡Qué gran disfrute es deleitarse con vuestra imaginación!
Abrazo con mirada intrigante.
Me alegra que te haya "inquietado", pues es lo mismo que tú me provocaste con tu mirada (la foto que pusiste), así es que hemos cumplido el cupo mutuo de estar inquieto con este reto, jeje. Muchas gracias por tus palabras. Un abrazo. :)
EliminarHola Merche, una gran propuesta para el VadeReto. Muy bien planteado todo el proceso del sueño del personaje y de su angustia cuando se siente observada. Y ese final... no me lo esperaba. Creo que podría ser el inicio de un relato más extenso, se queda uno con la duda de en qué se convirtió o qué hará ahora. En todo caso, resulta inquietante... me gustó mucho. Saludos.
ResponderEliminarHola Ana, muchas gracias por tus palabras. Un abrazo. :)
EliminarTu texto se hace inquietante y cuando piensas que se va a aquietar, lanzas un último desafío a nuestra tranquilidad consiguiendo que nos dejes con ganas de proseguir la historia.
ResponderEliminarMuy bueno, Merche.
Saludos
Muchas gracias. Un abrazo. :)
EliminarHola, Merche! Dejas con una intriga con tal planteamiento y como se desenlaza todo. Felicidades.
ResponderEliminar¡Un abrazo gigante!
Hola Yolanda, muchas gracias por tu comentario. Un abrazo. :)
Eliminar¿Jolines! ¡Qué susto, por Dios! Jajajaja, muy bueno, Merche. Como han dicho arriba, es un buen comienzo para una gran historia de...terror. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias. Un abrazo. :)
EliminarHola, Merche
ResponderEliminarPues mira que después de identificarme con tu protagonista tras relajarse en esa descomunal cama de esa hospedería que yo he imaginado muy rural, he pensado: ¡Anda, Catwoman!, je, je... Muy bien planteado el relato con esa parte de serenidad contrastando con el inquietante sueño gatuno... Me ha encantado
Hola Matilde, muchas gracias por tu comentario. Un abrazo. :)
Eliminar¡Hola, Merche! Un relato muy a lo Poe con esa carga de emociones ante una visión misteriosa. Un misterio que no se explica, eso es un acierto. Da ese toque mágico y lo importante para el lector no es concretar el hecho, sino la emoción y sensación de desconcierto que amplifica el horror. Muy bien finalizado con esa mirada al espejo que nos hace real el suceso y nos deja boquiabiertos. De niño tuve un gato y el brillo de sus ojos en la oscuridad de la noche siempre me resultó inquietante. Un abrazo!
ResponderEliminarHola David, muchas gracias por tus palabras. Un abrazo. :)
EliminarHola Merche, menudo relato y tremenda transformación... Inquietante desde el inicio. Me gustó mucho. Un abrazo
ResponderEliminarHola Nuria, muchas gracias. Un abrazo. :)
EliminarHola, Merche.
ResponderEliminarSi la pesadilla es inquietante, como debe ser una buena pesadilla, el final es más angustioso aún. Confío en que sólo sea el final de la misma.
Un fuerte abrazo :-)
Hola Miguel, gracias por tu comentario. Un abrazo. :)
EliminarHola Merche.
ResponderEliminarPor favor, dame la dirección de la hospedería, para no ir nunca, ni por equivocación. Porque, de acuerdo, uno puede tener una pesadilla. Pero ¿que la pesadilla venga con consecuencias? ¿que el final sea más inquietante que la pesadilla? ¡Eso no es muy normal!
Porque me entusiasmas con la descripción del sitio y cuando ya estoy relajada en esa cama tan apetecible... ¡Zas! lo inesperado.
Me encanta que dejes trabajar a mi imaginación. Eso de que el lector encuentre su final, siempre me hace disfrutar mucho el relato. Me ha gustado mucho tu aporte.
Un abrazo de Marlen.
Hola Marlen, jajajaajja, está inspirado de verdad en esa hospedería, en la cual me alojé el fin de semana que escribí este relato, había tanta tranquilidad que, efectivamente, podías oír en la oscuridad como alguien decía "abre los ojos", "abre los ojos", jajajaja, en la realidad era mi marido llamándome, en mis peores pesadillas, el relato que surgió... Gracias por tu comentario. Un abrazo. :)
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