Tras diez años de relación, fue ella la que dio el paso y, anillo en mano, lo asaltó al final de la cena con un “¿te quieres casar conmigo?” que lo dejó desarmado. Él, con su armadura preparada, ya que suponía que el fin de esa cena de improviso era otro diferente, la dejó con la palabra en la boca, se levantó y se fue al baño. “Pero si me iba a dejar”, pensaba, “si toda la semana ha estado muy rara, distante,fría”. No, no quería casarse con ella, era más, no quería seguir con ella porque llevaba un mes con otra persona. Había asumido que esa cena era un adiós porque él había dado indicios de distanciamiento, y ella, en la última semana, o más bien en los últimos diez años, también.
Descolocado, volvió a la mesa y con un simple “lo siento, no quiero”, dejó zanjada la situación. Ella se marchó llorando y él, cansado, se dirigió hacia el coche. Tras diez años de altibajos en una relación que nunca había tenido futuro, en la que había aguantado los teatros que ella, con su curiosa personalidad, le montaba, a la que, por lástima, no había puesto fin antes; ahora, tras una semana insufrible, ella se desmarcaba con otra escena de su particular obra. Y no, él ya no estaba para más espectáculos.
Triste, muy real y creo que también muy común. Algo que se desgastó y quedó en eso: en desazón y un humano que se rinde, quizá prefiera plenitud y no estos teatros que ella montaba.
ResponderEliminarMe duele cuando esto sucede...
Buen relato Merche, un abrazo grandote.
Es que ella no estaba muy equilibrada, necesitaba, antes de haber empezado una relación, mirarse su mente y buscar ayuda de otro tipo. Muchas gracias por pasarte y por tu comentario. Un abrazo. :)
EliminarHermoso relato. Saludos
ResponderEliminarGracias. Un abrazo. :)
EliminarA veces, uno + uno no son dos. El problema es cuando una de las partes se da cuenta y no da el paso de evitar la suma.
ResponderEliminarClaro, o la lástima se apodera de esa persona, que también puede ser... Gracias por tu comentario. Un abrazo. :)
EliminarMuy bueno. Cuando uno se da cuenta de lo que realmente quiere y valora, suele ser tarde. Un relato como la vida misma. Me gustó Merche. Saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias Ana. Un abrazo. :)
Eliminar¡Vaya! Dos relojes que van a destiempo. Duro, pero real.
ResponderEliminarUn abrazo, Merche.
Así es María Pilar, la realidad de la vida a veces. Muchas gracias por tu comentario. Un abrazo. :)
EliminarParece una síntesis de la incomunicación, la falta de entendimiento. Escribes historias que hacen pensar...
ResponderEliminarEncantada de conocerte a través de Jascnet. Seguiré leyéndote!
Un abrazo
Muchas gracias, un placer que te quedes por aquí. Un abrazo. :)
EliminarY si, así suele comportarse la vida, más cuando no se quiere ver lo que realmente se tiene delante, por negación, por comodidad, por miedo, por lo que sea, importante es darse cuenta en dónde se está parado y esperar un resultado que nada tiene que ver con lo que no se ha plantado, se evitarían los mal llamados "fracasos". Muy bueno, cortito y al pie Gracias Merche, abrazo grande
ResponderEliminarAsí es... Gracias por tus palabras. Un abrazo. :)
Eliminar¡Hola, Merche! A veces intentamos salvar una relación saltando al vacío, como si de esa forma se pudiera volver al punto de partida. No es así, en tu relato es la petición de matrimonio, en otros casos tener un hijo. Pero el amor no suele dar segundas oportunidades, cuando se termina no regresa. Salvo que pasen los años suficientes de olvido de los malos momentos y un encuentro afortunado nos traiga solo los buenos recuerdos. Estupendo relato. Un abrazo!
ResponderEliminarHola David, así es, con lo de los hijos pecan la mayoría, y luego los niños sufren las consecuencias... Gracias por tu comentario. Un abrazo. :)
EliminarMagnífico relato, Merche. Triste, però muy real y muy valiente. No todo el mundo es capaz de cortar una relación en medio de una situacion tan comprometida. Pero hay que aprender a deci NO cuando algo no nos conviene.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Muchas gracias Estrella. Un abrazo. :)
EliminarMucho tiempo perdido, Merche, y, sobre todo, no saber leer las relaciones. Tan real como lo que vemos y conocemos.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo :-)
Muchas gracias Miguel. Un abrazo. :)
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