Microrrelato compuesto para el reto juevero propuesto por Mag en su blog
Día tras día me sorprendía al comprobar cómo cambiaba mi jardín. Por la noche, parecía cobrar vida y los rosales habían aumentado, las margaritas se habían mudado de sitio y la enredadera subía por la pared a un ritmo frenético. “¿Qué les pasa?”, pensaba yo atónita, hasta que una duda certera se cruzó por mi cabeza: “¿y si fuera un jardín mágico?”.
Con temor, en un principio, cogí una muestra de cada planta, de cada hierba, de cada trozo de tierra que había en él y les hablé. ―Tampoco sabía, nadie me lo había explicado, cómo averiguar si tu jardín está hechizado, embrujado o es mágico―. Pero no, las plantas no contestaron ni convirtieron la silla que les indicaba en un cactus, quizá porque el cactus era demasiado violento para aquel jardín con vida, podría pinchar al resto de plantas.
Mis intentos de diálogo y de que, verdaderamente, hicieran magia no dieron resultado, sin embargo, el jardín seguía su cauce.
Decidí investigar sobre el terreno, sin tomar nada prestado de la tierra, para ver qué había por allí y entonces lo vi: un pequeño bonsái se abría paso entre las ramas desordenadas de la enredadera, era tan pequeño que pasaba desapercibido entre tanta hoja. Sus minúsculas hojas mostraban un brillo especial y supe que el causante de los cambios en mi jardín era él.
―¡Hola! Eres tú el que hace magia, ¿verdad? ―Comenté mientras pensaba si era así cómo se le hablaba a un bonsái mágico.
El bonsái no me contestó, pero bailó ante mis ojos y no había viento que lo moviera. Con sumo cuidado, acerqué uno de mis dedos. Quería acariciarlo, me llamaba muchísimo la atención. Al hacerlo, mi mundo comenzó a dar vueltas, mi jardín desapareció, mi casa desapareció y aparecí a los pies de ese bonsái, ahora convertido en árbol grande, cuyo tronco se abría ante mí mostrándome una casa. Me había convertido en un pequeño duende de los bosques y hoy, miles de años después, vivo en esta tierra de bonsáis grandes con el resto de duendes, cuidando de los animales y del planeta.
La entrada en otro mundo posible.
ResponderEliminarSaludos.
Gracias Alfred.
EliminarUn abrazo. :)
Qué lindo lo has escrito, pareciera real que aquellas plantas de verdad tenían su magia. Bueno, tal vez ellas si las tengan al fin y al cabo son seres vivos. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarMil gracias, Campi.
EliminarUn abrazo. :)
Un hermoso jardín con tanta magia que termino por vivir en ella desde miles de años.
ResponderEliminarGracias por regalarnos magia, lindísimo relato.
Un abrazo,
Mil gracias, Cecy.
EliminarUn abrazo. :)
Una ternura de relato, esa magia que nos rodea y que no siempre podemos percibir, parte de nosotros mismos cuanco no unimos a esos seres que habitan todo el espacio que nos rodea. Gracias Merche por mostrarlo, abrazo grande
ResponderEliminarMuchas gracias.
EliminarUn abrazo. :)
Sin duda se trataba de un Bonsai mágico! Ja, ja! Tremendo viaje que llevó a la protagonista a otra dimensión un tanto especial! Un relato muy dulce! Un abrazote!
ResponderEliminarMuchas gracias, Marifelita.
EliminarUn abrazo. :)
Ostras Merche, el bonsai lo convirtió en duende. Será verdad eso que dicen de los bonsáis y la magia que los rodea? Un relato mágico cuyo jardín resplandece en la eternidad. Precioso. Un abrazo
ResponderEliminarSeguro, Nuria. Gracias por pasarte.
EliminarUn abrazo. :)
La transformación en duende es toda una sorpresa, la desaparición de la casa entera, el bonsai crecido, la magia de un jardín... recreas un cuento que da gusto leerlo.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Un abrazo.
Gracias, Marcos.
EliminarUn abrazo. :)
Una forma mágica de describir aquel jardín, y como no, la llegada del bonsái. Que forma más bonita de llegar a otro mundo... Y lo que más gracia me ha hecho, que el bonsái lo transforma en duende!! Admito que eso no me lo esperaba.
ResponderEliminarMaravilloso, Un abrazo!
Muchas gracias.
EliminarUn abrazo. :)
Inesperado final para una historia de magia y jardines. Un abrazo
ResponderEliminarGracias, Mónica.
EliminarUn abrazo. :)
Hola, Merche! Es que nada hay más relativo que el tamaño. La grandeza o pequeñez solo depende con lo que compares. En este caso, tanto bonsai como duende son muy grandes en comparación con tanta ruindad que hay en el mundo. Un abrazo!
ResponderEliminarHola, David, es verdad, gracias por tus palabras.
EliminarUn abrazo. :)
Un bonsái mágico. La verdad es que me encantaría cuidar uno, y ¿quién sabe? quizás viajar a ese mundo fantástico.
ResponderEliminarUn besazo, Merche
Sería genial. Gracias Dafne.
EliminarUn abrazo. :)
Le pega mucho al bonsái ser mágico y la protagonista enseguida entendió que la magia provenía de él, lo que ya no sé es si será feliz en su nueva vida, aunque su misión de cuidar de La Tierra no puede ser más altruista,
ResponderEliminarTotalmente. Gracias, Tracy.
EliminarUn abrazo. :)
Me encantó ese jardín mágico donde el bonsai pasó a ser un árbol grande y la curiosidad la transformó en duende pequeño, muy bella historia.
ResponderEliminarHemos elegido el mismo tema, será que amo las plantas y la magia que de ellas se desprende, un abrazo.
PATRICIA F.
Sí, hemos elegido lo mismo, jeje, seguro que es por eso... Mil gracias, Patricia.
EliminarUn abrazo. :)
¡Lindo y muy tierno! Que nunca falte ese pedacito de magia que hace todo crecer. Un abrazo y beso Merche 💞🌹
ResponderEliminarMil gracias, Maty, que nunca falte.
EliminarUn abrazo. :)
Hola Merche, un relato lleno de magia, muy agradable de leer y que da para una saga. Gracias por compartirlo. Saludos.
ResponderEliminarHola Ana, tanto como para una saga, no sé yo, jeje. Graciassss.
EliminarUn abrazo. :)
la pequeñez del bonsai con respecto al árbol se traduce en la pequeñez del duende comparada con el humano. Y el mundo es completamente diferente desde ese tamaño. qui,as in luso el tiempo.
ResponderEliminarMagia pura Merche
Pura magia, sí. Gracias, Gabi.
EliminarUn abrazo. :)
oh! Que bonito, tierno y mágico relato, Merche. Te felicito.
ResponderEliminarCon unas ilustraciones chulas lo veo como un precioso cuento para niños.
A mi niña interior no la pierdo nunca de vista, por eso lo digo.
Me ha encantado :-)
Muchas gracias Ardilla.
EliminarUn abrazo. :)
Merche que cuento tan bonito nos has contado, que imaginacion desbordante Un abrazo
ResponderEliminarMil gracias, Rodolfo.
EliminarUn abrazo. :)
Me parece que el bonsai le dio un gran regalo a la protagonista..
ResponderEliminarInmortalidad o longevidad, cuidando del planeta.
Un abrazo.
Un gran regalo, así es. Muchas gracias.
EliminarUn abrazo. :)
Hola, Merche.
ResponderEliminarSin querer, o queriendo, hay introducido un portal mágico dentro de tu jardín no menos mágico. Es una historia estupenda, como un cuento para niños. Ese bonsái guardaba un gran secreto y te hizo una de ellos. Me encanta. Me he sonreído y he viajado por la magia de tus letras.
Millones de gracias por tu aporte y mis disculpas por no haber podido pasarme antes.
Te deseo unos bonitos días, llenos de magia y de cariño, y que la imaginación no falta.
Un beso enorme, Merche.
Gracias a ti por tu propuesta.
EliminarUn abrazo y felices fiestas. ¡Nos leemos!
Hay quien piensa que es posible hablar a las plantas. Un abrazo.
ResponderEliminarSon seres vivos, entonces, quizá escuchan...
EliminarGracias por pasarte, Federico.
Un abrazo. :)
Precioso cuento.
ResponderEliminarGracias Ángela.
EliminarUn abrazo. :)