Relato compuesto para el VadeReto propuesto por José Antonio en su blog.
Un día estaba jugando al fútbol con mis amigos en la calle y al día siguiente en un hospital, con la mitad de mi familia muerta. Una bomba cayó cerca de mi casa, dejándome multitud de heridas y a mi madre y hermana mayor fallecidas. Tenía 10 años. Han pasado 33 años de aquella guerra injusta, la guerra del Golfo, aunque todas las guerras sean injustas, sea cual sea el propósito o como quieran llamarlas.
Después de aquello no volví a ser el mismo. Por suerte, teníamos un familiar en España y nos vinimos aquí cuando nos recuperamos. Los primeros meses fueron horribles, oías las noticias que llegaban: tu tierra estaba siendo bombardeada. Yo no entendía de política, de alianzas, de pactos, de economías o de petróleo; yo solo entendía de juegos, de fútbol y de que mi madre había muerto sin saber, tampoco, nada de política. ¿Por qué? Solo era capaz de hacerme esa pregunta. Años después me la continúo haciendo, ¿por qué? ¿Por qué se producen las guerras? No comprendía ni comprendo a esa persona que ordena darle a un botón porque otro mandatario que, supuestamente, sabe más se lo ha ordenado a su vez, ya sea por temas de religión, de fronteras o de dinero, no hay humanidad en hacer ese gesto, porque detrás de esas palabras estamos nosotros, la gente normal que no entiende ni quiere conflictos. Detrás de esa orden, de ese botón, de esa bomba que cae, están los niños, como yo en su momento, que solo queremos jugar y vivir sin meternos en lo que alguien, sentado en su sillón, piensa sobre nuestros pueblos, países, religiones, dioses o fronteras.
Como comento, no volví a ser el mismo, y superados los momentos iniciales en el que me rebelé contra todo y contra todos, cayendo en el mismo horror de las armas que asolaban mi país en los años noventa del siglo XX; decidí ayudar a otros niños que han vivido, por desgracia, situaciones similares a la mía. Con un grupo de amigos y muchas ayudas de entidades públicas y privadas, abrimos un centro de refugiados para niños que sobreviven a la guerra. La mejor ‘guerra’ que existe: luchar contra las maldades de la guerra, aunque preferiríamos no tener que hacerlo. En la actualidad, hemos acogido a muchísimos niños y niñas de Ucrania y de Gaza y esperamos que sean los últimos.
Afortunadamente, hay personas que tienen sentido común e intentan, sin querer invadir a nadie, que dicho sentido impere en sus mentes. Tras varias negociaciones, acuerdos, reuniones, etc., los gobiernos de todas las naciones han llegado a un acuerdo de paz y solidaridad entre los pueblos. Todos, sin excepción, firmarán el próximo mes en Australia un acuerdo que garantice la no violencia, el cese definitivo de las armas y, por ende, la paz en todo el planeta. Cruzaremos los dedos.
Y, nosotros, en este refugio, confiamos en que los niños de Ucrania y Gaza sean los últimos refugiados por conflictos bélicos que tengamos acogidos, pero, sobre todo, esperamos que ese acuerdo de paz sea definitivo y una realidad por el bien de esos niños y por el bien de todos.
Y pasad por este blog, Letras prestadas Club Pickwick, para leer un artículo que reflexiona sobre las guerras. Muy bueno y, efectivamente, una gran reflexión al respecto.
Escribiste algo que nunca debería hacerse, pero por desgracia ojalá fura la última guerra, pero ya sabemos los humanos tropezamos, muchas veces sobre la misma piedra. Un beso.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo, Campi.
EliminarGracias por pasarte.
Un abrazo. :)
No hay entendimiento, explicación que pueda frente al horror de una guerra. No hay justificativo, NO. Es la miseria humana del poder en unos pocos que se adueñan hasta de la voluntad de un pueblo. Se me acongoja el corazón de leerte.
ResponderEliminarUn abrazo
Así es Cecy, una pena.
EliminarGracias por pasarte.
Un abrazo. :)
Hola, Merche, un relato que pone las emociones a flor de piel. Más cuando la realidad de la guerra es sufrida por un niño, que son todos los niños que están sometidos a ese horror. Y es tan acatual que pone la carne de gallina. Terminas con un final esperanzador. Ese en al que nos agarramos y queremos creer, pero sabemos cómo se las gastan los mandamases del mundo.
ResponderEliminarUn abrazo!
Gracias.
EliminarUn abrazo. :)
El tema de temas que nos duele, nos carcome. La guerra no tiene nunca u a razón ni una explicación ni definición concreta. La locura total, la sinrazón. Muy bien tema, la palabra PAZ es música para el alma.
ResponderEliminarUn abrazo, Merche.
Qué bonito, Maty, música para el alma...
EliminarGracias.
Un abrazo. :)
Hola Merche, ojalá que el hecho de que todas las naciones lleguen a un acuerdo de paz y solidaridad sea una realidad. Un texto que nos obliga a reflexionar en estos tiempos tan convulsos. Un abrazo
ResponderEliminarOjalá, es una utopía, pero...
EliminarGracias por pasarte.
Un abrazo. :)
Un relato tremendo, Merche.
ResponderEliminarOjalá ese acuerdo entre naciones que mencionas en él se pudiera llegar a materializar algún día. Por el momento, desgraciadamente, no parece posible. Hay demasiados egos y demasiado negocio en juego. Porque la guerra, desde siempre, no ha sido otra cosa que el mayor de los negocios, en el que muchos se hacen riquísimos a costa de que muchísimos más lo pierdan todo.
Un fuerte abrazo.
Sí, así es, demasiado ego...
EliminarGracias por pasarte, Estrella.
Un abrazo. :)
Muy buen relato Merche que deja expuesta esta conflictiva cada día más humana, las guerras, los conflictos, los pleitos por dominar y ser más, no solo a nivel de las grandes o pequeñas potencias sino también de lo individual. Abrazo grande
ResponderEliminarMuchas gracias, Themis.
EliminarAbrazo grande. :)
Hola Merche, la verdad que el reto de José Antonio está sacando temas muy importantes aunque tristes pues uno pensaría que en esta época "moderna" ya tendríamos que haber evolucionado lo suficiente para que no haya este tipo de conflictos. Creo que tu relato se enfoca muy bien en lo que SÍ podemos hacer, ayudar de alguna forma dentro de nuestras posibilidades, poner cada quien ese granito de arena que hará la diferencia. Me gustó mucho tu relato. Saludos...
ResponderEliminarHola, Ana, así es, son temas tristes pero llenos de esperanza.
EliminarMuchas gracias.
Un abrazo. :)
Un relato duro, Merche.
ResponderEliminarNo sólo por lo que cuentas, sino porque la realidad se empeña en que sigan existiendo esos conflictos en los que son víctimas los que no tienen nada que ver en ellos. Es abominable que sigan ocurriendo estas cosas hoy en día.
Lo mejor de todo es que dejas entrar un rayo de esperanza. Ojalá veamos algo de luz.
Gracias por enlazar la publicación sobre ¡¡Malditas guerras!! en esta entrada.
Un fuerte (y pacífico) abrazo :-)
Ojalá la veamos, sí. Tu artículo queda genial como conclusión y con la música que tiene más. Gracias a ti.
EliminarUn abrazo. :)
Hola, Merche.
ResponderEliminarUn relato duro, pero por desgracia muy realista; aunque solo en su primera parte.
Hay una frase que suelo decir mucho (supongo que la leí en alguna parte o la soñé, despierto, no soy tan elocuente 😅😂): «Mientras exista una sola guerra en el mundo, no habremos evolucionado como humanidad (especie)».
Podría añadir cosas todavía más negativas, pero me niego a verlo todo tan negro. Quiero creer que los niños que pasan por esto, no cosechan y alimentan odio, sino las ganas de acabar de una vez por todas con él y las guerras; como en tu relato.
No, no soy muy optimista. Nuestra especie parece llevar la violencia en la sangre; pero cuando veo a los niños sin la influencia de los adultos sigo creyendo.
Muchas gracias por este alegato positivo y esperanzador. ¡¡¡AMÉN!!! (en su sentido más literal y laico).
Un abrazo grande.
Hola, José Antonio, por desgracia es difícil ser optimista con este tema. Ojalá se cumpliera, pero es una utopía, somos demasiado egoístas, envidiosos y avariciosos como para que lo que digo pueda llegar a cumplirse algún día... Gracias por llenarnos de esperanza con tu propuesta.
EliminarUn abrazo. :)
Excelente y duro relato, tal como, desgraciadamente, muchas veces sucede y ojalá la parte final la podamos ver algún día. Saludos!
ResponderEliminarOjalá...
EliminarGracias por pasarte.
Un abrazo. :)
Y seguimos igual. A ver cuándo van a darse cuenta de la futilidad de las guerras y haya paz en el mundo. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias por pasarte, Federico.
EliminarUn abrazo. :)
Desgraciadamente las guerras muecen mucho dinero e intereses! Son mas viejas que el mundo! Se ve dificil conocer una vida sin ellas! Ojala el desenlace de tu relato se cumpla algun día! Un abrazote!
ResponderEliminarHola, Marifelita. Así es, por desgracia.
EliminarGracias por pasarte.
Un abrazo. :)
Hola, Merche.
ResponderEliminarUn relato que nos pone un nudo en la garganta. Sobre todo cuando la realidad de la guerra es sufrida por un niño. Lamentablemente, las guerras tocan muchos intereses y despiertan muchos egos. ¡Ojalá las utopías acaben triunfando! Pero creo que aún nuestra civilización no está preparada para acabar con tanta barbarie.
Tal vez sean ellos, los niños de hoy, quienes logren lo que nosotros somos incapaces de lograr. Un abrazo.
Marlen
Hola, Marlen, es una pena, sí, ojalá de verdad se cumplieran estas utopías, pero no sé yo... Gracias.
EliminarUn abrazo. :)
Aplausos Merche. Un relato con un tema que no deja de estar en actualidad.
ResponderEliminarSi miramos bien la historia cercana y lejana, siempre estamos rodeados de guerras...
¡Ojalá las esperanzas de tu personaje se puedan cumplir en la realidad!
Abrazo grande
Gracias, Amaia, ojalá de verdad se cumpliera.
EliminarAbrazo. :)