Montesco contra Capuleto.

 

Microteatro para el reto del microteatro de febrero.

El escenario representa una oficina de abogados, mesa en el centro mirando hacia el público. Detrás de la mesa y frente al público un abogado, a la izquierda Romeo Montesco con sus padres, a la derecha Julieta Capuleto con sus padres.

Abogado.- Buenos días, reunidos de una parte Julieta Capuleto y de otra Romeo Montesco, siendo testigos sus padres, vamos a proceder con el cese de sus relaciones y a firmar las cláusulas necesarias para hacer efectiva la separación de bienes de antes de su matrimonio o de los bienes conseguidos durante su convivencia.

Señor Capuleto.- Rectifique letrado, no hay nada que separar, mi hija lo aportó todo al matrimonio porque este no tenía donde caerse muerto…

Señor Montesco.- Retira lo dicho, patán… (Se levanta e intenta agredir al Capuleto. Su hijo lo detiene).

Abogado.- Señores, por favor, que este es un bufete serio, si quieren discutir se van a la calle, aquí no toleramos la violencia.

Señora Capuleto.- (Dirigiéndose a su hija solamente). Ay, hija, ya te dijimos que no te casaras con ellos, sabíamos lo que podría pasar. (Julieta comienza a llorar).

Señora Montesco.- ¿Y ahora te pones a llorar, Capuleto? ¿Ahora? Vas a hacer un desgraciado a mi hijo, pero eres tú la que vas de víctima…

Señor Capuleto.- ¡Ni se le ocurra decirle eso a mi hija! ¡Ni se le ocurra! (Se levanta e intenta agredir a los Montesco, su señora e hija lo detienen).

Abogado.- ¡Señores, por favor, haya paz o los mando a todos a la calle! Bien, prosigamos, Julieta Capuleto quiere añadir algo más a los bienes que tiene puestos en el siguiente documento… Si no añade nada nuevo, puede proceder a firmarla.

Señor Capuleto.- ¡No lo firmes! ¡Este picapleitos te quiere engañar!

Julieta.- (Llorando). ¡Papá, por favor, cállate y no compliques más la situación!

Romeo.- Julieta, por favor, escúchame, lleguemos a un acuerdo, podemos seguir juntos, no hagas caso a tu familia, ni tampoco a la mía, ¡mírame!

Señora Capuleto.- No le hagas caso, hija.

Señora Montesco.- No te rebajes, hijo.

Abogado.- Todavía están a tiempo de solucionar esto como personas civilizadas, les puedo dejar la sala de juntas del bufete si quieren hablar. No obstante, el tiempo que estoy perdiendo tendré que cobrarlo.

Señor Montesco.- Si estos se reconcilian no le vamos a dar ni las gracias.

Señor Capuleto.- Mira, en eso estamos de acuerdo, consuegro.

(Romeo saca una alianza del bolsillo y se arrodilla delante de Julieta).

Romeo.- Cásate conmigo de nuevo, Julieta, empecemos otra vez, lejos de la familia y de todo.

Señora Capuleto.- No lo oigas, se irá de nuevo con sus amigotes de fiesta y a saber a quién traerá esta vez…

Romeo.- Señora, ya le dije que yo no tenía nada que ver con esa chica, estaba borracha y la auxilié porque estaba tirada en la calle…

Señora Capuleto.- Sí, claro, por eso tenías toda la cara llena de pintura de los labios de esa fulana.

Señora Montesco.- ¡Vaya bicha esta!

Señor Capuleto.- ¡Oiga, sin insultar, que usted tampoco se queda atrás!

Julieta.- ¡Basta! ¡Todos a callarse ahora mismo! No quiero volver contigo, Romeo. (Firma el documento). ¡Adiós! Y no volveré nunca a Verona, he conocido a Julieta Garbo y me voy con ella a la isla de Lesbos. Ya está bien de tanta hipocresía y maldad, quedaros con vuestro dinero, yo no lo quiero y Romeo, no disimules, te gustan más las faldas que a mí, así que búscate a otra que sea tu florero. ¡Adiós!

Mercedes Soriano Trapero

Para el reto del microteatro