Relato para el blog El Acervo de letras
Su mundo se había acabado,
la vida que tanto le había costado construir se rompía en un segundo, mientras
él se aferraba a una cuerda imaginaria.
Tenía 70 años y su compañera
de vida acababa de morir, no tenía hijos, ni familia cercana con la que pudiera
juntarse, por ejemplo, en una Navidad. Los amigos, si es que se podían
considerar así, los contaba con los dedos de una mano y no había nadie, salvo
su eterno compañero el mar, que le oyera sus penas. Debía asumirlo: estaba solo
en el mundo y la soledad sería su compañera a partir de entonces.
El mar, con su fuerza, le
demostraba que no podía rendirse, que debía aceptar su nueva condición y
crecerse en la adversidad, ¿quién le decía que la vida se había acabado? ¿Quién
le decía que estaba solo?
Volvió a casa con una ligera
sonrisa en su rostro. Buscó en Internet y dio enseguida con lo que andaba
buscando, eso que vio una vez, hace algunos años, anunciado en la parte trasera
de un autobús: apartamentos para mayores. Una nueva vida rodeado de gente de tu
edad. Llamó y le gustaron las condiciones que ofrecían: soledad acompañada lo
llamaban. Tú estabas en tu casa, pero fuera de ella encontrabas a gente como tú
y, sobre todo, gente dispuesta a echar una mano si así lo necesitabas. El
principal problema era el dinero, no le llegaba, demasiado caro.
Esa noche no pudo dormir.
Una y otra vez daba vueltas a la misma idea. Y con la entereza que dan las
canas, se levantó, se vistió, hizo la maleta y se marchó en un autobús a la
ciudad en la que estaban esos apartamentos extraordinarios, por suerte, no muy
lejos de su mar. Entró y con la voz tomada por la emoción dijo:
―Quiero
un apartamento, no tengo dinero, pero esta es mi casa, aquí les doy las llaves,
espero que sirva como señal y pago para el apartamento.
Sirvió, le ofrecieron un
apartamento pequeño, para una sola persona, con todo lo necesario para vivir,
con vistas al mar y una gran terraza para disfrutar del aire libre. En su misma
planta encontró más de una persona en las mismas condiciones. Si quería tendría
compañía, si quería estar solo en su apartamento viendo la televisión, podría
hacerlo, nadie le pediría explicaciones, pero sabía, tenía la certeza, de que
al otro lado de la pared alguien acudiría si la soledad le pesaba demasiado en
algún momento.
Qué bonito, Merche. Me encanta como tu personaje lucha por sobreponerse a la tristeza y a la situación en que le coloca la vida y encuentra una solución a su desamparo. Una historia que va evolucionando hacia un final más optimista de lo que apuntaba el comienzo y deja muy buena sensación. Un relato genial.
ResponderEliminarHola, Marta, muchas gracias. No pensaba que dejaba esa sensación, me alegra que te haya gustado.
EliminarUn abrazo. :)
¡Precioso, Merche!
ResponderEliminarParece que, llegada una cierta edad, la soledad es inevitable, porque, a veces, incluso teniendo familiares y amigos, cada uno atiende a sus propios problemas y te quedas tú con los tuyos. Si encima te encuentras en la situación de tu protagonista, esa Soledad se hace insostenible.
Esos lugares que describes son, incluso, más necesarios que la pensión. Sitios que permiten Soledad y Compañía, según el momento. Pero quieren quitarles tantas cosas a los que se jubilan que, lo mismo, solo nos queda la playa.
Felicidades. Un relato intenso y emotivo, pero llego de optimismo y esperanza. Muchas gracias.
Abrazo grande.
Muchas gracias, José Antonio, me alegra que dé esa imagen de esperanza y optimismo.
EliminarUn abrazo. :)
Un relato con mucha verdad por delante.
ResponderEliminarSiempre digo que cuando llegamos a una edad y se nos va nuestra pareja nos sentimos en una soledad incierta, porque a pesar de la familia ese vacío es inmenso.
Una oportunidad así no la dejó escapar
Un beso, Merche.
Gracias, Campi, sí, el vacío es inmenso y la soledad se instala con mucha facilidad.
EliminarUn abrazo. :)
Hola Merche, realmente esos apartamentos aportan a estas personas mucha compañía y como bien dices cuando lo desean soledad con esa tranquilidad de saber que siempre hay alguien al otro lado. Un relato real y necesario para muchos ancianos que se quedan solos. Me gustó mucho. Un abrazo
ResponderEliminarHola, Nuria, muchas gracias. Sé que los hay en España, aunque poco asequibles para la realidad de la mayoría.
EliminarUn abrazo. :)
¡Hola, Merche! Un relato intenso y emotivo y que a pesar de todo se atisba una luz al final de túnel y me encantan los personajes llenos de resiliencia que se sobreponen a las adversidades. ¡Felicidades!
ResponderEliminarUn abrazo gigante!
Hola, Yolanda, muchas gracias.
EliminarUn abrazo. :)
Sensible la historia, la verdad, y me llegó al alma. ¿Será nuestro destino? Felicitaciones.
ResponderEliminarPues probablemente, quién sabe...
EliminarGracias, Héctor.
Un abrazo. :)
Merche, se me arrugó el corazón. Es el destino de tantos! Y a muchos les gusta la idea, por fortuna. Yo, siento que no lo soportaría. Es una realidad que tocas con gran maestría. Enhorabuena Merche, abrazos🤗🌹
ResponderEliminarAy, Maty, no pretendía eso... No es residencia a lo que me refiero en el relato, sino apartamentos, es algo que poco a poco va instaurándose aquí en España, pero a precios exagerados. Yo sí sé que es mi destino (si llego a esa edad, claro).
EliminarGracias por pasar.
Un abrazo. :)
¡Hola Merche! Que bonito relato. Entre tanta soledad, parece que tu personaje encontró un lugar donde ser feliz, con gente dispuesta a ayudarlo y escucharlo si lo necesita.
ResponderEliminarUn saludo.
Hola, Rocío, muchas gracias.
EliminarUn abrazo. :)
Me ha encantado, Merche.
ResponderEliminarHay un proverbio árabe que dice que cuando más oscura es la noche, más cerca está el amanecer. Mientras seguimos vivos, siempre puede haber esperanza. Otra cosa es que no queramos verla, pero tu personaje la vio y no dudó en aferrarse a ella.
Un fuerte abrazo.
¡Qué bonito proverbio, Estrella! Muchas gracias por dejármelo.
EliminarUn abrazo. :)
Por lo menos a pesar de su soledad puedo encontrar un buen lugar donde sentirse acompañado y cerca del mar que le gustaba, pero es una triste realidad de tanta gente, quedarse solo después de una vida compartida con alguien y tan triste.
ResponderEliminarUn abrazo.
PATRICIA F.
Sí, es una triste realidad, por desgracia.
EliminarGracias, Patricia.
Un abrazo. :)
Una manera inteligente de adaptarse a la soledad. Muy bueno.
ResponderEliminarM. Cristina
Muchas gracias, Cristina.
EliminarUn abrazo. :)
Un relato muy bonito. Ojalá fuera así. Un abrazo.
EliminarPues sí. Gracias.
EliminarUn abrazo. :)
Muy bonito Merche, un relato que deja un agradable sabor de boca. Me gustan varios aspectos de él y uno es que el personaje a pesar de los "no", va por el "sí" y al final le resulta todo bien. Yo creo firmemente que es mejor vivir en esas residencias que en soledad. Me gustó mucho. Saludos.
ResponderEliminarPienso lo mismo, Ana, a veces el refrán "mejor solo que mal acompañado" no es muy certero.
EliminarGracias.
Un abrazo. :)
la muerte, aunque es lo natural, es una cosa cruel, porque la gente va viendo como mueren abuelos, tios, padres, amantes e incluso hijos....
ResponderEliminarcuando la muerte encuentra una familia a veces mueren varios miembros en una misma epoca, luego se olvida de lso sobrevientes porque los ha dejados en la soledad.
Así es, la vida...
EliminarGracias por pasar.
Un abrazo. 🤗
La soledad compartida es mucho más llevadera. Y ese es el modelo al que aspiramos, pequeña 'comunas' que faciliten la vida de los mayores y que puedan compartir. Un buen texto Merche. Un abrazo! Ah felicidades! hoy es el día de la Merced...
ResponderEliminarMuchas gracias, Lady_p, la primera persona que me felicita, jeje.
EliminarUn abrazo. :)
Hola Merche: Me ha gustado que, a pesar de toda la dureza de la situación del protagonista, ha encontrado una solución para poder vivir acompañado sin que esa compañía le agobie.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola, Mercedes, muchas gracias.
EliminarUn abrazo. :)
Hola Merche
ResponderEliminarComo dice Jose, llegada cierta edad, la soledad es inevitable y encontrar una solución como esos apartamentos de "coliving" como les llaman ahora, es perfecta para quien quiere estar solo con su mar en ciertos momentos, y acompañado por aquellos que viven una situación similar en otros.
Me gusta tu relato optimista, que abre la puerta a nuevos recursos contra la soledad impuesta por la vida misma.
Marlen
Hola, Marlen, así es. Algo inevitable.
EliminarGracias por pasar.
Un abrazo. 🤗
Hola, Merche.
ResponderEliminarEl protagonista muestra una determinación envidiable que le ayuda a lograr lo que ha determinado. Un ejemplo para cuando se tengan que tomar decisiones tan fundamentales como esa.
Un fuerte abrazo :-)
Gracias, Miguel.
EliminarUn abrazo. :)