María entró en la habitación, despacio, sin hacer ruido, con cautela. Por su mente volaban los recuerdos: cuando era pequeña y atravesaba esa puerta y veía cómo el sol inundaba la estancia al colarse por el gran ventanal. Se respiraba paz, igual que ahora la sentía. Sin quererlo, una lágrima resbaló por su mejilla y el tiempo se detuvo. Incapaz de avanzar un paso más, dirigió su mirada hacia el rincón en el que ella se sentaba y la vio: una niña llena de sueños leía cuentos acurrucada en una mecedora. Aquellos libros continuaban en su estante, llenos de pasado; pero no había ni rastro de los sueños. Estos, al igual que los años, se los había tragado el tiempo y ni el sol, con sus brillantes rayos, conseguía alegrar a la que ahora observaba desde la puerta.
Alguien le había dicho que abrazara a la niña que un día fue y entrar en su primera habitación era el paso inicial. Con mucho esfuerzo se sentó en aquella mecedora y cogió uno de sus cuentos. Los ojos anegados en lágrimas le impedían leer; los recuerdos la embargaban y la nostalgia le atenazaba el corazón. Allí, muchos años atrás, soñó con un futuro muy diferente al que tenía. Las malas decisiones la llevaron por caminos impetuosos. No había vuelta atrás, pero y si…
Todavía podía soñar, todavía podía escuchar a esa niña que acurrucada en su mecedora leía y soñaba. Se secó las lágrimas, cogió el móvil del bolso y con valentía marcó un número de teléfono.
―Alfredo, hola, soy yo, me despido. Mañana no vuelvo al trabajo… Sí, voy a estudiar esa carrera… Con el dinero de la venta de la casa de mis padres… Sí, pasaré a recoger mis cosas. Gracias por todo. Adiós.
Con el corazón calmado y una gran sonrisa en su rostro comentó a su yo del pasado que nunca es tarde para cumplir tus sueños.
Mercedes Soriano Trapero
Foto: canva
Una decisión que la hara feliz. Nunca es tarde para realizar aquello que un día soñamos desde nuestra habitación de la infancia.
ResponderEliminarMuy bonito, Merche. Beso, feliz día.
Muchas gracias, Campi.
EliminarFeliz día. Un abrazo. 🤗
Uyyy. Una carrera no es garantía de éxito. A no ser que la ilusión sea la propia carrera. Entonces esta más cerca.
ResponderEliminarMuy bien ilustrada la melancolía de la frustración y la puerta abierta.
Abrazooo
Gracias, Gabi. El relato habla de sueños, no de éxitos, ni de alcanzar el éxito en algo, jeje.
EliminarUn abrazo. 🤗
Nunca hay que perder la ilusión que es gratis. Un abrazo
ResponderEliminarHola Merche, me encantó. Nunca es tarde, mientras tengamos vida hay posibilidades. Tu relato está hermoso, contado de forma agradable, toca fibras internas que creíamos olvidadas. Gracias por compartirlo. Saludos.
ResponderEliminarAy, el pasado y los sueños!
ResponderEliminarAl final fue valiente y decidió perseguir sus sueños.
Muy bonito, Merche.
Un abrazo.
Hola Merche, una muy buena decisión, hermosa entrada, abrazo grande Themis
ResponderEliminarLa ilusión y los recuerdos nos hacen seguir adelante. Un abrazo. :)
ResponderEliminar¡Pero por supuesto que nunca es tarde! Yo sí me retrasé en venir, pero aquí estoy. Te abrazo fuerte Merche. 🌹
EliminarMe ha encantado, Merche. Muy optimista. Un abrazo.
ResponderEliminar¡Qué sería sin nuestros recuerdos! Me gusta el enfoque esperanzador que pones.
ResponderEliminar¡Un abrazo gigante, Merche!
Cuando vuelvo a la casa de mis padres, me vienen recuerdos de mi juventud. Un abrazo.
ResponderEliminarMuy buena decisión la mejor que pudo tomar, volver a desandar los pasos y abocarse a cumplir aquello con lo que había soñado. Abrazo grande, Themis, y muchas felicidades por tu aniversario
ResponderEliminarUn gran paso, Merche.
ResponderEliminarDifícil de dar, pero cuando se tienen las ideas claras es radical, provechoso e incluso necesario.
Un fuerte abrazo :-)
Oh, Merche! Qué bonito. Me ha encantado que la mujer realice ese encuentro con su yo-niña. No puede haber mejor forma de volver a tener sueños y lo mejor, luchar por ellos. Sin duda, tu protagonista es una mujer muy valiente y no tengo la menor duda que los alcanzará y serán su futura realidad. Un abrazo!
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