Me rodeaste con tus brazos
y el miedo
y la ansiedad
salieron huyendo...
Me calmaste
igual que la mañana
calma al mar embravecido de la noche.
Tras la inmensidad de tu abrazo,
vislumbré otro mundo,
ese al que yo no me atrevía a salir...
Respiraba despacio:
asumiendo los olores
que debía aprender...
Miraba con cautela:
descubriendo aquello
que el miedo, antes, impedía...
Me abriste al mundo
y cuando ya de tu abrazo me solté
fui capaz de dar un paso
en ese mundo al que creía enemigo.
Y no, no se trataba de dependencia,
ni de apego,
solo de confianza
la que a mí me robaron
y tú me devolviste.
Me abrazaste
para que yo supiera abrazarme.
Mercedes Soriano Trapero
Foto: pixabay
Una delicia volverlo a leer. Es precioso Merche, como te dije allá por la esquina otra. Un abrazo grande. 🌹
ResponderEliminarGracias, Maty, por leerlo, aquí, en otras esquinas, como tú dices, en bloguers, etc., y por estar siempre ahí.
EliminarUn fuerte abrazo. :)
Qué bonito Merche. Ya te lo he dicho muchas veces pero me asombra que eres tan versátil: poeta, cuentista y todas las demás cosas que haces. Un poema muy lindo. Gracias.
ResponderEliminarMuchas gracias, Ana. Lo intento, dar rienda suelta a la creatividad, para cuando no pueda hacerlo.
EliminarUn abrazo..🤗
Hola Merche, muy bueno, muestra una gran dulzura que brota y se plasma en esas palabras tan acertadas y significativas. Abrazo grande Themis
ResponderEliminarHola, Themis. Mil gracias.
EliminarUn abrazo. :)
Cuántos abrazos necesitaríamos darnos para arreglar tantos despropósitos, Merche. Si todos tuviéramos los que necesitamos no habría tantos problemas en el mundo. Feliz poema.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo :-)
Hay abrazos y abrazos, Miguel, no todos tienen el mismo impacto, está claro, pero siempre son, en cierto modo, reparadores.
EliminarGracias por comentar.
Un abrazo (de los buenos, jeje). 🤗
Una bonita poesía dedicada a un abrazo. Un fuerte idem.
ResponderEliminarGracias, Federico.
EliminarPues eso: un abrazo. :)