Microteatro de libros.

 

—He dejado a un par de letras.

—¡Vaya! ¿Y eso?

—Pues no sé, se dilataron los capítulos y, sin darme cuenta, pesaba casi mil páginas.

—¡Qué exagerado! Prueba a dividirte en partes, ahora se llevan mucho las bilogías y no te digo nada de las trilogías, arrasan.

—No puedo, me dejaron el final cerrado.

—¡¿No me digas?!

—Sí y, además, el protagonista mata al antagonista y salva al mundo… Más previsible imposible.

—¿Y para eso tantas letras?

—Pues eso digo yo, con menos volumen sería más llevadero y me apreciarían más… Ahora prefieren a mi hermanastro, el e-book.

—Una pena… Al menos tendrás tramas secundarias estupendas.

—No muchas, los personajes están contados.

—Eres un incunable entonces, la versión moderna de uno de esos ejemplares.

—Yo más bien diría un rollo de papiro.

—Bueno, no quería hacerte una crítica tan dura.

—No te preocupes, tengo asumido que acabaré mis días en el estante de los libros olvidados… Y tú, ¿qué te cuentas? ¿Qué tal te va?

—De momento bien, parece que he gustado.

—Me alegro por ti, ¿y a qué se debe ese gran honor?

—Un poco de todo: argumento, imaginación, diálogos memorables, personajes maravillosos, gran final…

—Vamos, que lo tienes todo.

—Sí, para triunfar ahora sí, dentro de unos años yo también acabaré en el estante de los libros olvidados.

—Pero serás recordado y, quizá, hasta te estudien en el colegio.

—Eso sería todo un honor, aunque mi autor, a veces, vomita cada palabra que raro es que no nos censuren.

—Sería la ruina.

—Totalmente, pero no puedo rebelarme contra él, es mi creador.

—Ya… Estamos a su disposición.

—Así es, pero si sigue vomitando palabras sin ton ni son, me cerraré en banda y no volveré a abrirme: está arruinando mi reputación.

—¡Qué desconsiderado por su parte! ¡Haces muy bien!

—Me voy, acaban de remover mis páginas, toca lectura… ¡Buen día hermano!

—¡Buena lectura!

Mercedes Soriano Trapero

Foto: pixabay