18 noviembre 2022

Nunca dejes de aprender.

 

Nunca dejes de aprender: la educación de adultos a partir de los 60 años...



Cuando te dedicas a la docencia tienes la suerte de rodearte de personas de diferente índole a las cuales no solo tienes que enseñar, sino también te enseñan. Son, en general, diversos tipos de aprendizaje tanto el que recibes como el que das; en la educación de adultos la retroalimentación profesor-alumno es constante y, sobre todo, en los grupos de los que quiero hablar aquí: personas de edades comprendidas entre los 60 y los 80, con muy pocas (o casi nulas) destrezas básicas, que no pudieron ir a la escuela cuando les correspondía por diversos motivos y que tienen unas ganas inmensas de aprender, de conocer, de investigar…, a estos grupos se les conoce como adquisición y refuerzo de competencias básicas o/y alfabetización: ámbitos olvidados, casi, por el sistema, pero que, en cambio, sí contempla la Ley por el principio de la educación permanente de los individuos y la necesidad de que las personas se formen constantemente a lo largo de su vida.

Dichas enseñanzas se organizan, según dictamina el currículo, de manera globalizada en torno a las áreas de Lengua Castellana y Literatura y Matemáticas, si bien, el alumnado recibe también formación del resto de áreas. Por tanto, sus clases son bastante dinámicas y abiertas, repitiendo, de manera espaciada, los conocimientos que van adquiriendo. En una sesión (son clases de dos horas aproximadamente), por ejemplo, hacemos comprensión lectora con resumen y preguntas de comprensión de un texto que, previamente, han leído o, incluso, escrito; y después realizamos problemas sencillos con operaciones básicas. Y, siguiendo la programación establecida, vamos completando los contenidos día tras día, de manera flexibilizada. También hablamos de política, del mundo, de economía, de la naturaleza, del problema de la contaminación; realizamos dibujos, plástica; nos situamos en nuestra región, en España, en la tierra; aprendemos alguna palabra en inglés o en francés; jugamos con las palabras, con los números, recurrimos a la gamificación para consolidar lo aprendido... Su horario se distribuye en cuatro horas semanales repartidas en dos tardes.

Intentamos, en general, que “aprendan” un poquito de todo, a veces, ellos mismos te demandan alguna enseñanza o repasar algún concepto que se les ha olvidado. Y también, a veces, los problemas del día a día les impide avanzar y les cuesta entender cualquier concepto básico. Hay que ponerse en su lugar, entonces, y no exigirles más de lo debido; ya habrá días en los que, sin que se den cuenta, estarán aprendiendo puesto que el docente siempre estará motivándoles para que no decaigan.


Estas personas son, como alguien me dijo alguna vez, inteligencias perdidas: sus circunstancias y las del tiempo que les tocó vivir les impidieron asistir a una sólida formación; o se salieron del colegio sin haber terminado ningún tipo de enseñanza; o su padre les enseñaba a leer y escribir una vez que terminaban de hacer la faena en el campo; o debían ayudar en casa; o un día le tocaba a una hermana y al siguiente día a ella… Sí…, esta fue su educación: mínima, lo justo para saber firmar o para hacer una cuenta, no se podía más; pero, pasados los años, contemplan, admiradas, la evolución que ha sufrido la sociedad, los estudios que realizan sus nietos, las nuevas tecnologías, y entonces se preguntan: ¿y por qué yo no puedo estudiar ahora?... Y, por suerte, lo hacen y, por más suerte todavía, están los centros de adultos que les permiten hacerlo gracias a ese principio básico de la educación que es la formación permanente del individuo a cualquier edad.

Y van a clase, todos los días que los achaques de la edad se lo permiten o que los hijos, tan demandantes a veces, no los requieren para cuidar de los nietos; con su cuaderno, su lapicero y su goma de borrar, no necesitan más cosas y se sientan frente a ti y te hacen sentir como la profesora más afortunada del mundo porque tiene delante al alumnado más motivado, más aplicado, más entregado que nunca ha tenido. Y te piden más, sí…, más…, de lo que sea: escribir, cuentas (como dicen) e, incluso, informática… ¿por qué no? Entonces sucede: la magia de la enseñanza y ves sus caras llenas de experiencia, orgullosas porque han sabido resolver tal o cual problema, entusiasmadas por ese poema que les ha llegado al corazón; les hablas de historia, de geografía, de la luna, de los planetas, de las plantas, de Cervantes, de los números y hasta de los idiomas…, y siguen ahí, día tras día, con sus ojos llenos de curiosidad, esos ojos llenos de pasado que se transforman, al aprender, en los ojos de un niño inocente que descubre el mundo por primera vez.

Da igual la nota que saquen al final o si consiguen un título o no, estas personas están ahí día tras día porque quieren estar, porque quieren aprender todo lo que puedan y consolidar aquello que vayan adquiriendo; les da igual, incluso, lo que les puedan decir “las vecinas” y, aunque a veces les cueste subir la escalera, ahí están… y yo con ellas, a las cuales admiro profundamente por ir todos los días, por participar del proceso de enseñanza, por sus ganas y por lo que yo aprendo cuando me cuentan alguna historia de las suyas a colación de uno de los temas propuestos en clase. Entonces el alumno se convierte en profesor y se inicia de nuevo el mágico proceso.



Añado al artículo la revista número cuatro dedicada a la educación de adultos: 

https://literatureandfantasy.blogspot.com/2021/03/revista-me-gusta-leer-por-mst-cuarto.html



Mercedes Soriano Trapero
Fotos: pixabay
Fragmento de un artículo 
recogido en mi libro 



10 comentarios:

  1. El aprender no tiene edad, solo es cuestión de querer hacerlo. Saludos

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  2. Que interesante, la plasticidad cerebral es infinita, así que siempre se puede estar dispuesto aprender lo que en su día no se pudo. El mejor ejemplo esta en esa generación que nombraste como inteligencias perdidas, que pensábamos que nunca íbamos a ver manejando tecnología, y fíjate por donde casi tod@s chatean por whassapp, se ponen Netflix, o buscan sus mejores páginas en internet. Claro que se puede. Un saludo de ANTIGUEDADESDELMUNDO.

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  3. El aprender no ocupa lugar y siempre es muy interesante como desarrollo intelectual y práctica de la memoria. Muy interesante, Merche.
    Un abrazo!

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    1. Muchas gracias por tu comentario, María Pilar. Un abrazo. :)

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  4. Totalmente de acuerdo con lo que dices. Es una maravilla poder dar clases a personas de edad. Totalmente gratificante y lo que aprende uno. Mis clases en la Cruz Roja comenzaron como clases de literatura, conociendo a escritores y sus obras, y ahora rayamos la psicología además de las letras porque es todo un mundo el que esconden los alumnos. Gracias Merche por tu blog.

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    1. Una labor excelente la que realizas y muy gratificante. Gracias por tu comentario. Un abrazo. :)

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  5. Hola, Merche! Hay muchas inteligencias perdidas que por sus circunstancias de vida no tuvieron ocasión de aprender como hubieran querido, pero el aprender como no tiene edad siempre están a tiempo y es admirable ver a personas mayores , incluso ancianas, aprendiendo, y eso, la actitud tiene aún mayor mérito que el aprendizaje en sí...
    Un abrazo gigante!

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    1. Hola, Yolanda, así es, mi alumna más veterana tiene 87 años y ahí está, tan contenta en sus clases. Da gusto. Gracias por tu comentario. Un abrazo. :)

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