17 febrero 2023

El reino del dragón azul.

 

Foto: pixabay

Relato que forma parte de la antología Cementerio de dragones y que podéis leer gratis en este enlace.


El reino del dragón azul


Las nubes se habían aliado contra Erton y una gran tormenta se adivinaba en el horizonte, si no encontraba pronto refugio, acabaría calado hasta los huesos y, quizá, alcanzado por un rayo. Espoleó a su caballo para alcanzar cuanto antes la montaña que se dibujaba delante de sus ojos.

El viento soplaba a su favor y las negras nubes comenzaban a rodearlo. El caballo piafaba, tampoco le gustaban las tormentas; por suerte, consiguió llegar a la montaña al mismo tiempo que los primeros relámpagos rompían el cielo con su luz. Aquí, pronto, descubrió un pequeño socavón entre las rocas, lo justo para mantenerse a resguardo, él y su caballo, al menos de la lluvia, porque el intenso viento los azotaba sin compasión. Mutuamente, se daban calor, esperando que la lluvia no dirigiera sus gotas hasta donde ellos se encontraban, el refugio era mínimo.

El cielo se tiñó de negro, las nubes se multiplicaron y los truenos hacían retumbar las piedras de esa vieja montaña. Acariciando al caballo para que se tranquilizara, Erton cerró los ojos y pensó en la difícil empresa que tenía por delante. Su rey, el rey Avalos, luchaba por defender su reino de las fuerzas oscuras y macabras de los algastos, seres monstruosos, gigantes con un solo ojo y cuerpo de vísceras, todo sangre y maldad que se alimentaban del rojo líquido de sus víctimas. Solo el fuego o una estocada certera eran capaces de vencer a esas bestias. Una raza, por otro lado, que si se la deja tranquila, no lucha, no mata, a no ser que estén dirigidas por un malvado humano, con ambición de poder, gloria y honor, el perverso mago Dogga.

El rey Avalos defendía su castillo y su reino con uñas y dientes, pero sus fuerzas estaban mermadas, sus huestes debilitadas y la población, refugiada en el castillo, comenzaba a temerse lo peor.

—Los hados me han hablado, solo el dragón azul podrá parar esta barbarie. Erton, eres mi mejor caballero, encuentra al dragón azul y pídele que nos ayude.

Erton ni siquiera se había atrevido a replicar las palabras de su rey, cogió su espada, su caballo y marchó con la esperanza de que, tal y como narraba la leyenda, el dragón azul lo encontraría a él porque solo las almas humildes, los corazones bondadosos y en apuros, son dignos de la ayuda del dragón azul.

Sin rumbo, se internó en los caminos de aquel reino que cedía, poco a poco, ante los envites de los salvajes algastos. Protegido por la noche, pudo dar esquinazo a las bestias y salir a cumplir la petición que su rey le había hecho, con más esperanza que certeza de que esta lograría. Dos días con sus dos noches llevaba cabalgando, sin apenas descanso e invocando en su mente al salvador de sus gentes, al dragón azul.

Un gran trueno lo sacó de sus cavilaciones y, al abrir los ojos, entre nubes y relámpagos, en la oscuridad de aquella tormenta, varios dragones revoloteaban el cielo ajenos al peligro que esos rayos pronosticaban. Erton se frotó los ojos, no era un sueño, eran dragones. Las leyendas hablaban de ellos, los más ancianos contaban historias, buenas y malas, de sus gestas. Seres alados, con el cuerpo de escamas, grandes fauces y una fuerza sin igual. Protegían a los que lo merecían y mataban, sin compasión, a los que hacían el mal a sus semejantes, a los que enarbolaban la injusticia como su bandera. Erton, que había matado a muchas personas en defensa propia, se preguntaba si era digno de su presencia o, tal vez, lo mataran.

—¡¿Eres tú el que me busca?! —Bramó uno de los dragones desde el cielo, haciendo retumbar su voz en el lugar.

Erton no sabía si era el dragón azul, no veía nada con tanta oscuridad.

—¡Busco al dragón azul, mi pueblo necesita ayuda! —Pudo exclamar con voz temblorosa, pero firme para que lo oyeran bien.

—¡Yo soy el dragón azul!

Y diciendo esto se abalanzó hacia la entrada de su refugio, asustando al caballo y provocando la admiración de Erton. Un gran dragón azul, con sus escamas brillantes llenas de destellos blancos, grandes ojos azules, enormes alas y una cola que podía matar a tres humanos de un solo golpe se balanceaba delante de sus ojos.

—¡Dime, humano, ¿es el reino del rey Avalos?!

—¡Sí! ¡Él es mi rey, mi señor! ¡Los algastos los están matando!

—El rey Avalos es un gran humano, ayudó a los dragones cuando estos lo necesitaban. ¡Liberaré a tu pueblo de esos malditos algastos!

Iniciando el vuelo, se incorporó al grupo de dragones y desaparecieron, y con ellos la tormenta, la lluvia y las nubes que, poco a poco, se fueron disipando. Erton, con la sorpresa en el corazón y el alma inundada de alegría, montó su caballo y salió corriendo de regreso a su reino, aunque intuía que no llegaría a tiempo para ver la épica batalla y el desenlace de la misma.

El dragón azul no tardó en llegar al reino del rey Avalos, con él surcaban los cielos varios dragones más, dispuestos a presentar batalla si el dragón azul así lo requería. Este se llenó de ira al comprobar la destrucción que los algastos estaban provocando en la población y se abalanzó contra ellos. Sin embargo, su espíritu notó la magia oscura que impregnaba el ambiente y, precavido, detuvo sus alas justo en el momento preciso, una cúpula invisible rodeaba el castillo del rey, la población se había refugiado entre sus muros, aunque los algastos habían conseguido romper sus defensas y campaban a sus anchas matando a todo aquel que se pusiera en su camino.

El dragón lanzó una llamarada de fuego azul contra esa cúpula que solo sus sentidos intuían y una voz se alzó entonces, haciendo que todo el mundo se parara a escucharla.

—¡Sabía que acudirías a rescatar al mísero rey Avalos!

—¡Dogga! ¡Era evidente que tú tenías que estar detrás de los algastos! —Aulló el dragón azul, en el momento en que la población miraba al cielo y lo divisaba, rompiendo el silencio con vítores de alegría.

—¡Hoy, me haré con un doble poder: el del rey Avalos y el del dragón azul! —Desde su escondite, el mago Dogga reía y los súbditos del rey temblaban.

—¡Si solo me quieres a mí y al rey, deja que el resto de la población se vaya!

—¡No pensaba que los dragones erais tan misericordiosos! ¡Algastos, atacad, no dejéis ningún ser vivo, los quiero a todos muertos!

El dragón azul se abalanzó de nuevo contra la cúpula lanzando su llama azul, pero la magia oscura de Dogga era más poderosa que la suya. Recurrió entonces al resto de dragones y todos volaron alrededor de la misma, lanzando su fuego contra ella, hasta que una leve fisura comenzó a producirse, el dragón azul penetró por ella, rompiendo la cúpula y lanzándose contra los algastos que luchaban en el suelo. Los caballeros del rey, los pocos que quedaban con vida, se apartaron cuando vieron aparecer al dragón y este roció a las bestias con su fuego, haciendo que estos se retorcieran de dolor y cayendo al suelo hasta ser reducidos a cenizas.

El rey Avalos salió al patio de armas a ayudar al dragón azul, ordenando a toda la población que se encerrara en el castillo, así como a sus caballeros. Cuando ya no quedaban algastos que matar, el dragón azul se posó en el suelo e inclinó la cabeza ante el rey.

—Te estaré eternamente agradecido, dragón azul, pero no deberías quedarte por aquí, el mago…

—¿Me llamabais?

Detrás del dragón apareció la figura del mago Dogga; el rey, con la espada en la mano, intentó atacarlo, sin embargo, el dragón se interpuso entre ambos.

—Luchará conmigo, rey Avalos, mantente al margen; y lucharemos así, en igualdad de condiciones, en el suelo, por eso me he posado, para que puedas matarme si es eso lo que quieres…

Dogga no se hizo esperar y, alzando sus manos, lanzó dos rayos de luz contra el dragón azul, el cual pudo repeler con su fuego azul. Un arco de luz y fuego se formó en el patio, la fuerza de uno u otro parecía imponerse a veces. El resto de dragones revoloteaba el cielo encima del castillo. El rey Avalos contemplaba la escena, entornando los ojos y clamando al cielo porque se hiciera justicia. De repente, el fuego azul cesó y la luz del mago alcanzó al dragón haciendo que este cayera al suelo derrotado. Rápidamente, los dragones se lanzaron contra el mago, pero otra vez la cúpula les impidió acceder al castillo. El rey, lleno de dolor e ira, gritó, y con la espada en alto se lanzó contra el asesino, sin embargo, algo lo detuvo, una fuerza extraña le impidió continuar. Dogga intentó matarlo entonces y no se dio cuenta de que la cola del dragón, que yacía en el suelo, se alzaba en el aire para atravesarlo por la espalda y, así, envainado, lanzarlo por los aires hasta que los dragones, desaparecida ya la cúpula al morir el mago, lo atraparon entre sus fauces comiéndose su carne y repartiéndose el botín. Suculento bocado para tan hambrientos dragones.

—Pero… —El rey Avalos intentó hablar, dirigiéndose al dragón azul que ya se levantaba del suelo.

—A veces, la magia, solamente, no es suficiente y hay que utilizar la inteligencia. —Exclamó el dragón—. Mientras el arco de fuego y luz estaba en lo alto, hice también un escudo protector para ti y otro para mí, después fingí mi propia muerte para que Dogga fuera a matarte y así aprovechar su descuido para matarlo. ¡Ha sido fácil!

El rey Avalos sonrió y, otra vez, agradeció al dragón su ayuda. Desde aquel día su reino ya no le pertenecería, sino sería de él, del dragón azul, y a él rendirían pleitesía tanto sus caballeros como él mismo.

El reino del dragón azul nació en ese instante, los que sobrevivieron a la cruel batalla se convirtieron, tal como había ordenado el rey Avalos, en súbditos del dragón azul, aunque este no se quedó allí para agradecerlo. Cumplida su misión, regresó con los dragones, esperando hasta que las fuerzas del mal volvieran a perturbar su descanso. Tampoco Erton pudo verlo en acción, aunque tuvo varias fuentes que le contaron lo allí sucedido; fue nombrado primer caballero del rey Avalos y el encargado de buscar al dragón azul si otra fuerza oscura amenazaba su supervivencia.

Mercedes Soriano Trapero


6 comentarios:

  1. Un cuento precioso de dragones. Me gusta que el bien venza al mal. Saludos

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    1. Muchas gracias. Siempre se "pinta" a los dragones como personajes malos y yo los veo como todo lo contrario (bueno, como en todos sitios, habrá buenos y malos). Gracias por tu comentario. Un abrazo. :)

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  2. Gran cuento mitológico de dragones y muy entretenido Merche. Siempre logras captar nuestra atención con tu escritura. Enhorabuena. Un saludo de ANTIGÜEDADES DEL MUNDO

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