Microrrelato para el reto juevero propuesto por Mónica en su blog.
El
frío la despertó temprano, al abrir los ojos comprobó que tenía las manos
manchadas de sangre, horrorizada se marchó al baño para mirarse en el espejo,
no había nada en su cuerpo que indicara que algo le hubiera pasado. Temerosa
corrió por la casa buscando algún indicio de violencia, no vio nada anormal. “Siempre
me pongo en lo peor, no será sangre, quizá anoche me enganché a la mermelada de
fresa”, pensó. Rebuscó el bote en la nevera y, efectivamente, estaba casi
vacío. Respiró aliviada.
Una
semana después, el episodio se repitió, volvió a asustarse: no tenía mermelada
de fresa ni había comprado. “¿Me haría un bocadillo con tomate de bote?”,
pensó. Y, de nuevo, el responsable de
sus manchas se encontraba en la nevera prácticamente vacío. Sin embargo, la
duda le asaltaba, no había restos de migas por la cocina, ni siquiera el
cuchillo o cuchara para untarlo en el pan, nada, igual que pasó con la
mermelada, pero entonces no le dio importancia.
A
la siguiente semana, otra vez, amaneció con las manos manchadas, no quería
pensar qué comida tenía la culpa esta vez, su insomnio empezaba a pasarle malas
jugadas gastronómicas y ella no podía permitirse coger unos kilos de más. Al
lavarse en el baño y mirarse en el espejo comprobó que tenía la nariz hinchada
y con restos de sangre, respiró aliviada, aunque no recordara dolor ni que
hubiera sangrado por la nariz, no se acordaba de nada, pero ahí estaban las
manchas. Ahora sí era sangre, sin duda.
No
le había contado a nadie lo ocurrido, en el fondo se sentía avergonzada por
pegarse esos atracones de comida nocturnos.
Al
llegar a la oficina había un gran revuelo, todos comentaban una noticia que
había ocurrido durante la noche, no hizo caso, no veía las noticias. Cuando su
compañera se acercó, le contó entre risas lo que le había ocurrido durante tres
noches en las últimas semanas. Su amiga no le respondió y, asustada, se apartó
de su lado y corrió a hablar con su jefe.
Al día siguiente, un titular abría la prensa: detenida la culpable de los últimos tres asesinatos, una noctámbula que no recuerda nada de lo ocurrido.
Ay! Habrá que tener cuidado con todos los noctámbulos 🙂... y yo que vivo de noche. Bueno, vivir la noche me encanta pero hasta ahora no he encontrado manchas extrañas.
ResponderEliminarMuy bueno Merche, como acostumbras. No sé cómo encuentras tantos retos, me voy a fijar mejor.
Hola Maty, muchas gracias. Me paseo por muchos blogs al cabo del día, me gusta leer, aprender y "cotillear" otros blogs, justamente para ver iniciativas como esta. También en las redes sociales suele haber muchos.
EliminarUn abrazo. :)
Muy buen relato Merche, me ha gustado mucho. Me ha parecido muy original esa asociación entre los "descubrimientos" de la protagonista y la comida.
ResponderEliminarUn abrazo!
Hola Antonio, muchas gracias.
EliminarUn abrazo. :)
Bueno esto es como ver un episodio de la gran ,agatha christie me gusto , el suspense hasta el final.
ResponderEliminarNo creas ser noctámbulo tiene muchos problemas y mira en que se convirtió.Un besote.
¡Oh! Gracias por tus palabras, pero no le llego yo a Agatha ni a la altura de los zapatos, ella manejaba mejor el suspense, mucho mejor.
EliminarDe nuevo, mil gracias.
Un abrazo. :)
Hola Merche, que golpe para la protagonista descubrir que era una asesina. Nos despistarse bien al principio. Buen micro. Un abrazo
ResponderEliminarHola Nuria, me alegra el despiste, jeje. Gracias por tus palabras. Un abrazo. :)
EliminarMuy buen relato de asesinatos. Precisamente vi ayer la última versión de Muerte en el Nilo de Agatha Christie. Saludos
ResponderEliminarGracias Federico.
EliminarUn abrazo. :)
¡Mama mía! Tres asesinatos en estado catatónico. Un micro genial en su composición, desarrollo y final de infarto para la protagonista.
ResponderEliminarUn abrazo!
Muchas gracias, María Pilar.
EliminarUn abrazo. :)
Uhhh pobre mujer! Tendrá que buscarse un buen abogado! Jajaja. Inesperado final para algo que apuntaba inocente. Gracias por sumarte, un abrazo
ResponderEliminarJajajajaja, sí, necesita un abogado, pero nada, alegará enajenación mental transitoria, le caerán unos añitos y a la calle, poca cosa para lo cometido.
EliminarGracias por pasarte.
Un abrazo. :)
Quizá también necesite los servicios de un sacerdote para un exorcismo.:)
ResponderEliminarJajajajaja, sí, y de un psiquiatra... (Si no se los carga a todos).
EliminarGracias por pasarte.
Un abrazo. :)
Inesperado final, todo parecía tener su justificación sin embargo, la realidad y el develarla deja al lector asombrado, gracias Merche, muy bueno, abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias.
EliminarUn abrazo. :)
Parece que la compañera de oficina no confiaba demasiado en ella, ya que supuso que era ella. Haciendo que fuera detenida.
ResponderEliminarPodría ser la asesina sin saberlo, es lo que dicen los diarios. Pero no siempre tienen dicen la verdad. También podría haber sido utilizada por alguien más, que conocía su sonambulismo, para desviar las sospechas, cometiendo los asesinatos impunemente.
Bien contado. Un abrazo.
Puede ser, aunque creo que sí era la asesina (vamos, así lo imaginé, jeje).
EliminarGracias por pasarte.
Un abrazo. :)
Es que la noche tiene ese gran poder de transformarnos a todos, a algunos hasta extremos insospechados! Un abrazote!
ResponderEliminarYa te digo, gracias por pasarte, Marifelita.
EliminarUn abrazo. :)
Excelente relato, con el añadido de la nocturnidad que le da ese toque de intriga y misterio. Saludos!
ResponderEliminarMuchas gracias Jose.
EliminarUn abrazo. :)
ResponderEliminarEsperemos que mi amor por la noche no desemboque en estos desmanes...¡qué horror!
No creo, no creo, jeje.
EliminarGracias por pasarte.
Un abrazo. :)
Pues parece que si era sangre... muy buen relato con la gracia de que la asesina parecía estar dentro de un sueño. Besos.
ResponderEliminarSí, eso parecía, jeje. Gracias por pasarte, Molí.
EliminarUn abrazo. :)
¡Qué bueno, Merche!
ResponderEliminarSuspense del bueno. Pobrecita, asesina sin saberlo.
Un relato muy imaginativo, me ha encantado.
Feliz fin de semana y un beso.
Hola Carmen, muchas gracias.
EliminarUn abrazo. :)
Fantástico relato de suspense, Merche.! De los que se leen de un tirón esperando algo inimaginable. Conseguiste una atmósfera apropiada para sacar a la luz a la noctámbula, vaya peligro, ja, ja, y me da por pensar; de seguro hay gente así, haciendo tal vez, barbaridades sin saber... Te felicito. Lo disfruté.
ResponderEliminarUn abrazo de finde:)
Seguro que sí, Mila, de la gente nos podemos esperar cualquier cosa.
EliminarGracias por pasarte.
Un abrazo. :)
creo me cruce con ella el fin de semana pasada, la vi deambulando dando tumbos con gran cuchillo, como si fuera un militante del ISIS, o actuante de un baile de disfraces, la verdad me sentí aliviado leyendo la noticia del diario Un abrazo
ResponderEliminarJajajajaja, ten cuidado Rodolfo, jeje.
EliminarGracias por pasarte.
Un abrazo. :)
Teeeribleee no recordar lo sucedido y darse cuenta que ella es la asesina. Las seriales nocturnas quedan bien plasmada en tu relato que existen.
ResponderEliminarAbracito,
Muchas gracias, Cecy.
EliminarUn abrazo. :)
vaya sorpresa para la protagonista. asesina y so ambulancia de una tacada. Le va a cambiar la vida.se rendirá que atsr a la cama por la noche, porque no creo que vaya a la cárcel. ella es ña primera sorprendida.
ResponderEliminarmuy bien tramado y desarrollado y sobre todo la solución que le has dado para el descubrimiento
abrazooo
Sí, no creo que vaya a la cárcel.
EliminarGracias por pasarte, Gabi.
Un abrazo. :)
Un relato de lo más negro aunque se tiña de rojo, Merche.
ResponderEliminarEs curioso cómo logras que la comida sirva de justificante para la protagonista y que con ese argumento se despreocupe de lo que ocurre. Ese sonambulismo entra en los temas más queridos por el público del XIX, especialmente en la ópera.
Un fuerte abrazo :-)
Hola, Miguel, pues si aparece en la ópera, ahí tienes un buen tema para uno de tus geniales artículos de investigación, jeje, aunque seguro que ya se te había ocurrido a ti.
EliminarGracias por pasarte.
Un abrazo. :)