En el siglo XIV veía la luz la obra El libro de Buen Amor del Arcipreste de Hita, que pretendía ser una obra autobiográfica sobre los asuntos amorosos de su propio autor, aunque va mucho más allá y contiene diversos temas, así como versos y estructuras. En el libro encontramos la batalla alegórica entre Don Carnal y Doña Cuaresma en la que el primero, ávido defensor de los placeres en general, se enfrenta a Doña Cuaresma que representa la virtud y recato propios de su nombre. Ambos “luchan” acompañados de sendos ejércitos: el de la carne, embutidos, etc., de Don Carnal y el del pescado, vegetales, etc., de Doña Cuaresma. Tras duras batallas en la que siempre salía vencedor Don Carnal, el miércoles de ceniza, Doña Cuaresma consigue atraparlo y le ordena un castigo de cuarenta días con sus cuarenta noches a base de pescado y ajeno a todo tipo de carne —entiéndase la ironía—.
De la pelea que ovo don Carnal con la Quaresma
Açercándose viene un tiempo de Dios santo,
fuime para mi tierra por folgar algún rato,
dende a siete días era Quaresma tanto
puso por todo el mundo miedo e grand' espanto,
Estando a la mesa con don Jueves Lardero,
truxo a mí dos cartas un ligero trotero,
desirvos he las notas, ser vos tardinero,
ca las cartas leídas dilas al mensagero.
«De mí, Santa Quaresma, sierva del Salvador,
»enviada de Dios a todo pecador,
»a todos los arçiprestes et clérigos con amor,
»salud en Jesu Christo fasta la pasqua mayor.
»Sabed, que me dixieron, que ha çerca de un año,
»que anda don Carnal sañudo muy estraño
»astragando mi tierra, fasiendo mucho daño,
»vertiendo mucha sangre de lo que más me asaño:
»Et por esta rasón en vertud de obediençia
»vos mando firmemente so pena de sentençia,
»que por mí e por mi ayuno e por mi penitençia,
»que lo desafiedes con mi carta de creençia.
»Desidle de todo en todo, que de hoy siete días
»la mi persona mesma, e las compañas mías
»iremos pelear con él, e con todas sus porfías,
»creo que se me non detenga en las carneçerías.
No es este libro, ni esta alegórica batalla el origen del Carnaval, este se remonta a varios siglos antes de Cristo con las fiestas saturnales en Roma y las bacanales y dionisias en Grecia. Todas tenían un gran componente religioso, a la vez que pagano. Y en la Edad Media ya era tradición celebrar la fiesta carnavalera de la que el Arcipreste escribe en su libro. La literatura, a lo largo de los siglos, ha documentado —como demuestra este libro— esta tradición y sus diferentes versiones. Como origen del término vemos:
Préstamo (s. XV) del italiano carnevale y este de carnelevale, alteración del latín carnelevare, compuesto de carne ‘carne’ y levare ‘quitar’, por alusión a la tradición de no comer carne durante el ayuno de Cuaresma. El término tradicional castellano carnestolendas procede de la elisión de la frase latina ( dominica antes) carnes tollendas ‘(domingo antes de) quitar las carnes’. (Fuente: RAE y wikipedia).
Hoy, otros tantos siglos después, se siguen celebrando casi de la misma forma: jolgorio, alcohol, música, fiesta, desfase… Convirtiendo a Don Carnal en el único dueño del momento. Teniendo en cuenta que se conmemoran porque, supuestamente, después viene un periodo de abstinencia de todo tipo, es lógico que el divertimento sea lo que ahora tenga sentido. No obstante, la forma de celebrar esta fiesta es diferente según el lugar en el que nos encontremos, por citar dos carnavales totalmente diferentes, tenemos el de Venecia con sus elegantes trajes y su cuidadosa ornamentación; frente al de Río de Janeiro, baile y diversión con, más bien, poco traje.
Como en todas las fiestas hay una parte positiva y otra negativa, por un lado está la diversión sana: reír, bailar y disfrazarse para hacer algo diferente a la rutina diaria; por otro lado está la fiesta loca, sin control, con excesos de todo tipo, aprovechándose de esa condición de ir tapado para hacer daño, y que, al final, acaba repercutiendo en el resto de la sociedad. Y esto último es lo que se debe evitar, disfruta, pásatelo bien, pero no hagas a los demás lo que no te gustaría que te hiciesen a ti —y en esta frase están incluidas actuaciones de todo tipo que no quiero mencionar—. Respeta.
En definitiva, el carnaval es una tradición popular, arraigada en la cultura de los pueblos alrededor del mundo, con más difusión en unos sitios que en otros, que bebe de las costumbres de los pueblos desde tiempos inmemoriales y que persiste gracias al apego que la gente tiene sobre ella. Espero que continúe ese arraigo en el futuro pero, como comento, de una forma sana.
Mercedes Soriano Trapero
Fantastico, reportaje y fantásticamente documentado. Tengo que decirte que me gusto muchísimo ver una obra de Brueghel el Viejo, ya que soy gran seguidor de sus inquietantes pinturas llenas de personajes, incluso lleve a tener una obra de un alumno suyo de su mismo taller. Enhorabuena. Saludos desde ANTIGÜEDADES DEL MUNDO.
ResponderEliminarUn acierto, sin duda, haberla incluido. Gracias por tu comentario. Un abrazo. :)
EliminarMaravilloso artículo. El carnaval me encanta, de forma sana, como bien dices
ResponderEliminarUn abrazo
Muchas gracias Amaia. Un abrazo. :)
EliminarMe encanta tu publicación, Merche.
ResponderEliminarEsa evocación con el libro y el texto del Arcipreste de Hita para continuar con los orígenes del carnaval es una forma de difundir cultura.
Un fuerte abrazo :-)
Muchas gracias Miguel. Un abrazo. :)
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